... y los cat¨®licos que le esperan
Creyentes y sacerdotes muestran sus distancias respecto a la jerarqu¨ªa espa?ola
?ngel Camino, p¨¢rroco y superior de la peque?a comunidad agustina que atiende la iglesia de San Manuel y San Benito -una de las m¨¢s emblem¨¢ticas de Madrid-, sabe lo poco que significa la estad¨ªstica vaticana que contabiliza como cat¨®licos al 94,1% de los espa?oles. Y eso que en su parroquia, elegante y bien situada, se celebran todos los a?os 240 bodas y unos 200 bautizos. "Pero lo que veo con estos ojos y oigo con estos o¨ªdos en los cursillos prematrimoniales es que la gente viene a casarse porque est¨¢ bautizada y porque les gusta este templo, pero la mayor¨ªa lleva a?os sin pisar una iglesia. Y son personas buen¨ªsimas, con una gran calidad humana, y casi todos titulados".
El padre ?ngel tiene 57 a?os y 32 de sacerdocio, ocho de ellos al frente de esta iglesia construida en pleno barrio de Salamanca, a principios del siglo XX, por el arquitecto Fernando Arb¨®s, y financiada por una pareja de fil¨¢ntropos de origen italiano. Casi toda su vida de sacerdote ha coincidido con el declive, vertiginoso, de la pr¨¢ctica cat¨®lica en Espa?a. Especialmente entre los j¨®venes. En una d¨¦cada, seg¨²n un reciente estudio de la Fundaci¨®n Santamar¨ªa, los practicantes han bajado del 77% al 49%. Y su confianza en la Iglesia es menor que en las multinacionales o en la OTAN.
"Tenemos que ser aperturistas. El sacerdote no debe condenar, tiene que tender la mano", dice el p¨¢rroco de San Manuel y San Benito, en Madrid
Mar¨ªa Forero, practicante de a pie, cree que el catolicismo est¨¢ denostado por culpa del "pensamiento ¨²nico imperante"
El salesiano Miguel ?ngel Ferri es de los que no ir¨¢n al V Encuentro de la Familia porque cree que est¨¢ pensado "s¨®lo para familias tradicionales"
Las cosas no cambian mucho cuando se ampl¨ªa el espectro de edades. Apenas la mitad de los que se consideran cat¨®licos (79% de la poblaci¨®n) va a misa alguna vez. "Pero, ?es que cristianismo significa s¨®lo ir a misa los domingos?", se pregunta el padre Camino, en su despacho decorado con fotograf¨ªas suyas saludando al nuevo Papa y a su antecesor. "Yo creo que se impone una reflexi¨®n. El cristianismo no es s¨®lo una celebraci¨®n, es un esp¨ªritu de vida, es amor". Por eso su diagn¨®stico es claro. "Tenemos que ser aperturistas. El sacerdote no debe condenar, tiene que tender la mano". Y eso significa mucho. Desde casar, sin protestas, a novios que mantienen relaciones sexuales, hasta bautizar a hijos de madres solteras. Camino est¨¢ orgulloso de los cursillos prematrimoniales. Porque muchos llegan avergonzados, "pero salen sorprendidos de haber encontrado una Iglesia en la que se puede hablar de sexo".
Una Iglesia que no todos encuentran, ni todos est¨¢n dispuestos a aceptar. Jos¨¦ Mar¨ªa Navarro, ingeniero jubilado al frente de la secretar¨ªa de la Iglesia de Base de Madrid, coincide tambi¨¦n en que no son buenos tiempos para definirse cat¨®lico. "Incluso nosotros sentimos a veces algo de rechazo". La culpa, cree ¨¦l, es de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica. Y un poco tambi¨¦n, "de la sociedad pancista", acomodada e indiferente. "Nosotros, en cambio, nos metemos en l¨ªos. Apoyamos a los inmigrantes, estamos en la plataforma anticapitalista, nos hemos manifestado contra la guerra de Irak, y el Prestige".
Las comunidades de base forman parte de un amplio movimiento de cristianos -aunque no muy numeroso-, que se sit¨²a a la izquierda. Pero, ?no corren el riesgo de ahuyentar a muchos creyentes menos politizados? "Como cat¨®licos tenemos que estar en el mundo, y en el mundo todo es pol¨ªtica. Si este compromiso aleja a algunas personas, lo lamento, pero as¨ª vivo el cristianismo".
Para Navarro lo importante es el compromiso social. Por eso, lo que m¨¢s le importa es que sus tres hijos -dos de ellas agn¨®sticas- sean "v¨¢lidos socialmente". Pero para muchos creyentes es crucial perpetuar su fe en la descendencia. Mar¨ªa Forero, de 33 a?os, fil¨®loga que trabaja en una editorial, ha buscado con insistencia una escuela cat¨®lica para su hijo mayor, de cinco a?os. "No he encontrado plaza en ninguna concertada, he tenido que llevarlo a una privada, car¨ªsima", se lamenta. Forero vive en Pozuelo, un pueblo acomodado de Madrid, dominado por la silueta de un gigantesco templo, la parroquia local. "En la misa del domingo no cabemos. Y la mayor¨ªa somos gente joven", dice. "Hay listas de espera para los ejercicios espirituales, y para los cursillos prematrimoniales. Claro que el p¨¢rroco es un fuera de serie".
Mar¨ªa no ve la Iglesia como una abstracci¨®n. "Antepongo mi experiencia personal, y ¨¦sa es muy buena". Pero est¨¢ acostumbrada a tener que defenderse de los ataques de la gente, y a veces prefiere ocultar que es cat¨®lica. "La culpa es del pensamiento ¨²nico que impera", dice. Pero hay quien responsabiliza a obispos y cardenales. Y las voces m¨¢s cr¨ªticas se escuchan entre las personas consagradas, que entre 2000 y 2004 bajaron de 16.618 a 13.010. Miguel ?ngel Ferri, sacerdote salesiano de 31 a?os, pertenece a una de las ¨²ltimas hornadas, y es incuestionablemente cr¨ªtico. Por eso no ir¨¢ al V Encuentro de la Familia, que clausurar¨¢ el Papa el d¨ªa 8. "No me gusta el montaje que se ha hecho. Se va a gastar demasiado dinero en esos fastos. Y tengo la sensaci¨®n de que el encuentro es s¨®lo para las familias tradicionales". Una l¨¢stima, porque, pese a la prevenci¨®n inicial, el Papa empezaba a gustarle.
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