La riqueza oculta la aportan las mujeres
El CSIC concluye que las tareas dom¨¦sticas representar¨ªan el 55% del PIB regional si fueran contabilizadas
Existe un trabajo, ingente y vital para quienes se benefician de ¨¦l, que no figura en los medidores de la riqueza de un pa¨ªs. Es el realizado por los que en el hogar hacen la comida, atienden a los ni?os o mayores, o cuidan a los enfermos. Si hubiera forma de contabilizarlo, el impacto econ¨®mico de estas atenciones familiares representar¨ªa casi el 55% del producto interior bruto (PIB) de la Comunidad de Madrid. Y son las mujeres las que, en una proporci¨®n de tres a uno, cargan con este trabajo no remunerado sobre sus espaldas.
?stas son las abrumadoras conclusiones a las que ha llegado el Centro Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) en un trabajo que tiene el t¨ªtulo de La cuenta sat¨¦lite del trabajo no remunerado en la Comunidad de Madrid. La investigaci¨®n ha sido dirigida por la catedr¨¢tica de Sociolog¨ªa Mar¨ªa ?ngeles Dur¨¢n, se ha realizado sobre 1.832 encuestas en la regi¨®n y fue presentada ayer en la universidad de verano Men¨¦ndez Pelayo, en Santander.
Las mayores diferencias entre sexos en dedicaci¨®n al hogar se producen entre los 30 y los 39 a?os
Ellas dedican el triple de tiempo que los hombres a tareas como cuidar ni?os y enfermos
Si cada madre que prepara la comida a sus hijos o atiende a un familiar con Alzheimer recibiera un sueldo por ello, la renta regional aumentar¨ªa en 55.500 millones de euros. De ¨¦stos, 40.700 ir¨ªan a parar a manos femeninas, y 14.800, a hombres.
Estas cifras contrastan con las contabilizadas en la econom¨ªa oficial. Mientras el 73,4% del trabajo no remunerado recae en las mujeres, ¨¦stas realizan s¨®lo el 39% del que s¨ª est¨¢ dentro del mercado. Esta relaci¨®n se invierte en los varones: el 26,61% de cuota de las actividades dom¨¦sticas, frente al 61% de aqu¨¦llas en las que hay un sueldo de por medio.
A pesar de que la encuesta ha utilizado la metodolog¨ªa recomendada por Eurostat, la agencia estad¨ªstica de la Uni¨®n Europea (UE), el informe tambi¨¦n incluye los datos que se obtendr¨ªan si se contabilizaran las actividades secundarias. ?stas son las que se realizan simult¨¢neamente a otra que requiere mayor atenci¨®n; por ejemplo: la persona que est¨¢ cocinando y, al mismo tiempo, cuida a un ni?o.
Teniendo en cuenta este segundo baremo, las actividades dom¨¦sticas no remuneradas tendr¨ªan un valor a?adido equivalente al 130,78% del PIB regional. Seg¨²n Dur¨¢n, la inclusi¨®n de las actividades secundarias refleja mejor la realidad del mercado laboral: "A nadie se le ocurre que un taxista que espera en la parada a que llegue un cliente no est¨¦ trabajando". En total, se est¨¢ hablando de 6.000 millones de horas anuales de trabajo no remunerado. O de 15.000, si se incluyen las actividades secundarias.
Pese a los datos que muestra la doble carga que soportan las madrile?as dentro y fuera del hogar, el estudio indica que a¨²n es mayor el esfuerzo de las mujeres del resto de Espa?a. El trabajo no remunerado representa el 60% del PIB espa?ol -cinco puntos m¨¢s que en la regi¨®n- y la participaci¨®n de las mujeres en estas tareas asciende al 80 -seis puntos y medio m¨¢s que en la Comunidad-.
Esta diferencia se debe a la mayor industrializaci¨®n de la regi¨®n respecto al resto del pa¨ªs y a que las madrile?as est¨¢n m¨¢s integradas en el mercado laboral. "A mayor industrializaci¨®n en una sociedad, menor porcentaje de trabajo no remunerado", explica Dur¨¢n.
La profesora estuvo acompa?ada en la presentaci¨®n del informe por el consejero de Empleo y Mujer, Juan Jos¨¦ G¨¹emes, cuyo departamento ha contribuido a financiar el proyecto, y el presidente del Consejo Econ¨®mico y Social (CES) de Madrid, Francisco Cabrillo. ?ste utiliz¨® una frase que se atribuye al economista estadounidense Paul A. Samuelson para ilustrar la filosof¨ªa que late detr¨¢s del estudio: "Si me caso con el ama de llaves, disminuye la renta nacional". Cabrillo alab¨® la contribuci¨®n de Dur¨¢n para que se estudien las actividades que no son consideradas a efectos econ¨®micos.
Dur¨¢n mencion¨® al grupo de los "exentos" -las personas que consideran que no tienen que dedicar ni un minuto de su tiempo para prestar servicios no remunerados- como una categor¨ªa social que deber¨ªa desaparecer. Frente a ¨¦stos est¨¢n los que no pueden pagar los servicios. Ni?os, ancianos o pobres que requieren de los cuidados de otros, que casi siempre son otras.
"?C¨®mo es posible que una democracia avanzada no incorpore a su agenda pol¨ªtica la redistribuci¨®n del tiempo?". Con esta pregunta, la catedr¨¢tica mostr¨® en Santander su preocupaci¨®n por los sectores de la poblaci¨®n a los que se les endosa la obligaci¨®n de prestar su tiempo a los que lo necesitan pero no pueden pagarlo, como ni?os o enfermos.
"Si fuera por voluntad propia, vale; pero en la mayor parte de los casos, esta situaci¨®n se ha impuesto a las mujeres", a?adi¨®. Y la situaci¨®n de las nuevas generaciones no es mejor. Los datos del estudio se?alan que las mayores diferencias se dan entre los 30 y los 39 a?os, seguidos por los que est¨¢n en la cuarentena y los que tienen entre 25 y 29 a?os. Dur¨¢n califica este hecho de "expropiaci¨®n del tiempo que sufren las chicas".
Mientras que entre los m¨¢s j¨®venes la participaci¨®n de las mujeres duplica a la de los hombres, a partir de la jubilaci¨®n las proporciones se hacen casi iguales. Los abuelos siguen sin participar en algunas tareas dom¨¦sticas, pero al menos s¨ª en el cuidado de los nietos. Las mujeres mayores de 75 a?os que cuidan ni?os les dedican siete horas, y sus maridos, s¨®lo cuatro y media.
Adem¨¢s de la edad, tambi¨¦n influye el estado civil. Si cuando est¨¢n solteras, un 84% de las mujeres realiza tareas dom¨¦sticas, esta cifra aumenta hasta el 96% cuando viven en pareja. El incremento en los hombres es insignificante: del 69% al 70%.
La catedr¨¢tica considera urgente responder al reto que se va a plantear en los pr¨®ximos a?os. "Va a aumentar la demanda de tiempo no remunerado, mientras que disminuye el n¨²mero de personas que est¨¢n en condiciones de ofrecerlo". En el debate que sigui¨® a la presentaci¨®n de los datos se oyeron voces reclamando una rebeli¨®n de las mujeres para que digan "no" cuando sus maridos les pidan la cena.
La soluci¨®n, sin embargo, no est¨¢ en que el Estado pague un salario a las personas que realicen trabajos no remunerados, coincidieron en destacar G¨¹emes y la autora. El consejero explic¨® que esta medida, adem¨¢s de inviable econ¨®micamente, har¨ªa perder a las mujeres a¨²n m¨¢s posiciones en el mercado laboral.
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