"Ya vendr¨¢n los Pirineos"
Los escaladores esperan que se acabe el llano y Sastre y Pereiro reclaman el liderazgo en sus equipos tras las bajas de Basso y Valverde
"Ya vendr¨¢n los Pirineos, ya", amenazaba Iban Mayo, chorreando sudor en la l¨ªnea de meta, sin ganas siquiera de mirar el cron¨®metro; "ya vendr¨¢n y algunos de los que ahora son primeros caer¨¢n". Mayo, escalador, aborrece la primera semana del Tour, la de largas etapas de llano y una contrarreloj de postre. Un tost¨®n, piensa. Mayo espera ansioso al mi¨¦rcoles, a que la carretera se empine y llegue su hora. "Ten¨ªa que pasar esta semana como fuera, aguantar. ?ste no es mi terreno. Ha sido una contrarreloj muy dura, para especialistas que marcan aqu¨ª las diferencias. A m¨ª, claro, se me ha hecho muy larga", dijo. Como a Jos¨¦ Rujano, el peque?o venezolano debutante en el Tour, que marc¨® mejor tiempo que el l¨ªder del Euskaltel. "Que llegue la monta?a y entonces veremos. Aunque haya venido al Tour a buscar experiencia y con el objetivo de ganar una etapa, quiero hacer grandes cosas y estar entre los diez primeros la ¨²ltima semana", afirm¨®. "?Ah!, y llevarme el maillot de la monta?a", apunt¨® para que no digan que no es ambicioso.
"Estoy convencido de que puedo luchar por estar en el podio de Par¨ªs", afirma Pereiro
Entre los cabecillas quieren estar tambi¨¦n los espa?oles. O eso dicen. Quiere estar Carlos Sastre, que ha visto c¨®mo el panorama se le aclara en el CSC una vez que Ivan Basso fue excluido por ni?o malo y que Julich abandon¨® ayer por una ca¨ªda. Sin los dos cabecillas, puede ser su momento de gloria, piensa. "He sido bastante regular en el recorrido. Estoy contento porque he hecho todo lo que he podido y ahora veremos c¨®mo nos organizamos en el equipo", dijo. Y quiere estar tambi¨¦n ?scar Pereiro por la misma regla de tres. Sin Alejandro Valverde, o el estirado Karpets o ¨¦l han de dar las ¨®rdenes y el espa?ol reclam¨® ayer con rotundidad la batuta mientras el ruso guardaba silencio: "Valverde me ha dejado su hueco a m¨ª, que por algo me han fichado este a?o. Antes era gregario y ten¨ªa que hacer todo por el l¨ªder, sacrificarme. Pero ahora, sin ¨¦l, puedo meterme en alguna escapada, mirar por m¨ª, hacer una buena general..., y la har¨¦. Estoy convencido de que puedo luchar por estar en el podio de Par¨ªs y voy a demostr¨¢rselo a mi equipo d¨ªa a d¨ªa". Pereiro, la cara roja por no ponerse crema en los primeros d¨ªas de can¨ªcula, estren¨® en el pr¨®logo de Estrasburgo un cuadro nuevo en su bicicleta porque no se adaptaba al de antes. "Con las nuevas medidas, puedo ir acoplado m¨¢s tiempo. El test de esta contrarreloj es bueno para m¨ª, es una buena referencia, es lo que quer¨ªa. Me he encontrado con buenas piernas", asegur¨®. Tambi¨¦n Karpets es quisquilloso con su herramienta de trabajo, obsesionado con la ecuaci¨®n perfecta para obtener el mejor rendimiento contra el reloj. De poco le sirvieron ayer tantos cambios.
Los franceses se dieron con un canto en los dientes con el decimoquinto puesto de Christophe Moreau, su mejor promesa... con 35 a?os a cuestas. Mauresmo era reina de Wimbledon y sus queridos bleus juegan hoy la final del Mundial. Qu¨¦ m¨¢s se puede pedir. El partido divide al pelot¨®n. El allez les bleus [adelante los azules] de los 38 franceses se cruza en la carretera con el Forza Italia de los 23 azzurri. M¨¢s de 22 millones de espectadores vieron en Francia la semifinal contra Portugal y en la caravana se recuerda con esperanza el Tour de 1998, otra carrera manchada por el dopaje, como ahora -el caso Festina se ha cambiado por la Operaci¨®n Puerto-, y otro mes de julio en que Francia lleg¨® a la final del Mundial. Y gan¨®. "Ahora nos toca a nosotros", replica un mec¨¢nico italiano. Los equipos franceses son mayor¨ªa en el pelot¨®n -cuatro: Ag2r, Cr¨¦dit Agricole, Cofidis y Agritubel, por tres italianos: Lampre, Liquigas y Milram-, pero nadie se f¨ªa del catenaccio.
Los espa?oles, qu¨¦ remedio, siguen la fiesta desde lejos. Ni la selecci¨®n da argumentos para ponerse a discutir ni los corredores est¨¢n para tirar cohetes. Landaluze, por ejemplo, soport¨® durante los ¨²ltimos diez kil¨®metros de la contrarreloj el cataclac cataclac de un eslab¨®n de su cadena, casi suelto, martille¨¢ndole. Astarloza, otro que espera con ganas "el terreno duro", se quej¨® del asfalto, "que se pegaba mucho, muy rugoso", y del viento, "que ayudaba muy poquito porque hab¨ªa poco o ven¨ªa de cara". Y Chechu Rubiera protest¨® por los repechos, "uno detr¨¢s de otro, un continuo sube y baja que no te dejaba coger el ritmo".
A Txente Garc¨ªa Acosta su director, Eusebio Unzue, le dijo que tranquilo, que lo suyo era pasar el d¨ªa como pudiera, que el callo lo ten¨ªan que dar Karpets y Pereiro y que ¨¦l se ten¨ªa que guardar las fuerzas para las pr¨®ximas dos semanas, que buena falta le van a hacer. Desde el coche, con el meg¨¢fono en la mano, Unzue se permit¨ªa incluso bromear con su corredor. "?Qu¨¦ olorcito!", le dec¨ªa al paso por un improvisado puesto de embutidos en medio del campo. Txente asent¨ªa con el casco, consciente de la tentaci¨®n. Poco le falt¨® para echar pie a tierra y disfrutar de un bocado en un plispl¨¢s. "Hasta el kil¨®metro siete u ocho la carretera pica hacia arriba con algunos toboganes, luego ya es m¨¢s llana", le advert¨ªa el director sobre la marcha, atento como un copiloto de rallies a las indicaciones marcadas en una hoja con los puntos m¨¢s peligrosos, las curvas cerradas, las eternas rotondas, el empedrado en el interior de los pueblos, las avenidas estrechas. "Ojo, derecha tope, luego izquierda peligrosa. Cuidado que vienen dos dormilones", era el grito de aviso de Unzue, refiri¨¦ndose a dos baches en el asfalto que hac¨ªan saltar sobre el sill¨ªn al grandote de Txente. Tranquilidad a la espera de la monta?a.
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