Sobrevivir a la fama
Vuelve a la televisi¨®n, pero sin pisar el plat¨®. Su experiencia de 'Cr¨®nicas marcianas', que le convirti¨® en l¨ªder de audiencia varias temporadas, le ha dejado exhausto y dolido con quienes le adscriben a la telebasura. Habla por primera vez, despu¨¦s de su a?o sab¨¢tico, de su vida y sus miedos
Vuelve a la televisi¨®n, pero sin pisar el plat¨®. Su experiencia de 'Cr¨®nicas marcianas', que le convirti¨® en l¨ªder de audiencia varias temporadas, le ha dejado exhausto y dolido con quienes le adscriben a la telebasura. Habla por primera vez, despu¨¦s de su a?o sab¨¢tico, de su vida y sus miedos.
Lo que sorprende de inmediato es el aspecto espartano, casi monacal, del sitio donde est¨¢, junto a un ventanal que da al cielo de Barcelona, que hoy es gris. Sobre la mesa grande, cuadrada, de madera, tiene tan s¨®lo un cuaderno en blanco, en el que dibuja, y en las paredes no hay nada. Es un despacho insonorizado en el que s¨®lo destaca un televisor enorme que permanece apagado. Y en medio de aquel silencio, Javier Sard¨¢ (Barcelona, 1958), el hombre que revolucion¨® la radio de entretenimiento (en Radio Nacional y en la Ser), que invent¨® al Se?or Casamajor y se convirti¨® en absoluto l¨ªder de audiencia al frente de Cr¨®nicas marcianas (Telecinco), un programa que recibi¨® elogios y denuestos, algunos de los cuales (como el que incluye el t¨¦rmino basura para definirlo) le siguen hiriendo. Nos recibe sentado, con chaqueta, camisa abierta, dispuesto a dar la primera entrevista desde que dej¨® el plat¨® e inici¨® un a?o sab¨¢tico que le ha servido para reconciliarse con la naturaleza y con su propio tiempo biol¨®gico. Ahora hace lo que ¨¦ste le manda: se acuesta a las doce de la noche (una hora antes del que fue comienzo de su famoso programa) y se levanta a las siete de la ma?ana; dice que es capaz de sentarse durante horas ante la naturaleza, en su casa. Pero su cabeza no debe de parar. No le gusta perder el tiempo, va derecho a los asuntos, tiene una rapidez de rayo salvaje; dedica a las cosas casuales (comer, por ejemplo) el tiempo justo; conversa, pero siempre parece tener la mente en un sitio al que ha llegado a?os antes que su interlocutor? De ¨¦l puede decirse lo que un presidente argentino dec¨ªa de s¨ª mismo: "Yo, hasta cuando vengo, voy".
Una met¨¢fora de su manera de ser viene de su juventud: Sard¨¢ al mando de su motocicleta, en medio del viento o de los temporales, so?ando que en realidad iba al frente de un avi¨®n? Luego se hizo piloto de avi¨®n, en efecto, y siempre desprende esa sensaci¨®n de que, aunque est¨¦ a bordo de una moto o de un coche, o caminando, cree de veras que puede desarrollar la velocidad de los aviones? Ahora que ha terminado su a?o sab¨¢tico ha anunciado, precisamente, un programa de viajes, cuyo t¨ªtulo a¨²n es incierto y que comenzar¨¢ en enero, en Telecinco, producido por Gestmusic, su casa de siempre, en uno de cuyos silenciosos despachos se desarrolla esta conversaci¨®n. Ha inventado este programa para volver a la televisi¨®n sin pisar los plat¨®s; le va a llevar por todo el mundo, y lo va a llenar de gente. Se ha tra¨ªdo a la entrevista un avi¨®n de juguete, que describe para la fot¨®grafa con la paciencia de un coleccionista. Y nos invita a comer en el propio restaurante de la productora; en las mesas, con ¨¦l, algunos de los colaboradores que tuvo en Cr¨®nicas marcianas y que ahora trabajan en otros proyectos de Gestmusic; ¨¦l come arroz negro con calamares y lomo, y toma agua sin gas. Se le ve feliz: con la familia, con la vida, y especialmente con la hija de 13 a?os que le ense?a ingl¨¦s. Es un hombre muy privado. Y se le ve tan feliz contando su infancia, su adolescencia, su vida, su manera de mantener las primeras amistades como amistades duraderas, que cuesta entender c¨®mo dice que su adolescencia fue un tiempo peor.
Ah¨ª, en ese tiempo, invent¨® a una de sus grandes criaturas, el Se?or Casamajor, de quien se disfraz¨® tambi¨¦n en Cr¨®nicas marcianas, y vivi¨® muchas de las cosas que le marcaron. Apasionado de Fellini y de Henry Miller, pinta, toca el saxo siempre ("extraordinario, un se?or que se llamaba Sax e inventa un instrumento tan sensible; imag¨ªnate un sardaf¨®n?"), y s¨®lo se est¨¢ quieto cuando duerme. Tiene pavor a la muerte ("cuando sabes que algo se muere es que ya te est¨¢s muriendo t¨², y eso es una putada").
?C¨®mo va la vida ahora?
Cualquier tiempo pasado fue peor. La adolescencia fue mucho peor. Soy hu¨¦rfano de madre desde los siete a?os, y de padre desde que ten¨ªa 19, y cuando acab¨¦ la mili y ten¨ªa la carrera por terminar me encontr¨¦ que no pod¨ªa volver a Radio Nacional, que ten¨ªa un hermano gravemente enfermo? Con esa sinopsis, ya puede entender que cualquier tiempo pasado lo vea peor. En esta ¨²ltima ¨¦poca, ya he dicho que no aspiro a nada. Yo no tengo aspiraciones, lo cual no quiere decir que no tenga temores. No puedo aspirar a nada: tengo una hija con salud, estoy felizmente casado, no tengo problemas inmediatos a nivel econ¨®mico? Yo no aspiro a nada, s¨®lo aspiro a que pasen muchos d¨ªas sin que pase nada negativo?
?Cu¨¢les son los temores?
Los propios de haber nacido, para lo que nadie pide permiso. No hay finales felices, y nadie sabe cu¨¢les son esos finales. Terrible.
Nunca desaparecen esos temores.
Nunca. Siempre crees que algo malo pasar¨¢. Yo tengo un tel¨¦fono siempre en silencio, y cuando veo que no hay mensajes suspiro de alivio. Siempre pienso que algo malo est¨¢ a punto de pasar. Y siempre tengo una cierta aspiraci¨®n de trascendencia, de que haya cosas buenas. Y esa aspiraci¨®n de trascendencia me ha llevado a pensar esto, por ejemplo: la pura existencia de la Cope es una constataci¨®n cient¨ªfica de que Dios no existe; si existiese, no permitir¨ªa lo que dice la Cope. ?Lo que los poderes eclesi¨¢sticos permiten en este pa¨ªs es una provocaci¨®n en toda regla!
Dice usted que no tiene vocaci¨®n para todo lo que ha hecho.
Que no tenga vocaci¨®n, no significa que tuviese claro que quer¨ªa ser periodista, pero ten¨ªa claro que un periodista era el que escrib¨ªa en los peri¨®dicos. Yo era un estudiante irregular, muy bueno en letras, pero muy justo en ciencias. ?Ganaba todos los concursos de redacci¨®n de Coca-Cola, y por redactar bien, en la mili me dieron un mes de permiso! A los 14 a?os tuve claro que quer¨ªa ser periodista, pero siempre asociando ese oficio a la escritura. Pero me di cuenta de que hab¨ªa que aprovechar las oportunidades a tope, y se me present¨® una: ser oficinista en Radio Nacional; cuando abrieron Radio 4, para Catalu?a necesitaban gente que hablase o escribiese razonablemente bien en catal¨¢n.
?Y c¨®mo pas¨® de oficinista a hombre de la radio?
Me hicieron una prueba para guionista de continuidad. Hab¨ªa locutores de continuidad que rellenaban horas entre los programas; yo iba a la discoteca, sacaba discos y hac¨ªa un peque?o gui¨®n entre canci¨®n y canci¨®n. Y as¨ª estuve bastante tiempo. Luego me pidieron un programa semanal de resumen de las actividades musicales que hab¨ªa habido en Barcelona. Fue entonces cuando apareci¨® el Se?or Casamajor: lo hac¨ªa por separado, interven¨ªa en otros programas. Y despu¨¦s vino La bisagra, en Radio Nacional, y en la Ser hice La ventana, y ¨¦l sigui¨® conmigo.
?C¨®mo naci¨®?
Cuando yo era muy ni?o. En mi casa nos re¨ªamos bastante, a pesar de las desgracias; cuando est¨¢bamos en las literas, yo hac¨ªa la voz de un anciano prost¨¢tico que ped¨ªa auxilio a una monja. Era ¨¦l. Yo no soy un imitador, s¨®lo tengo ese personaje. Era casi un registro de voz. Y mire, cuando la gente lo quiere imitar, lo hace mal. Es as¨ª [y lo imita].
?Se cambia usted mismo cuando hace del Se?or Casamajor?
S¨ª, es un personaje imaginario que en cierto modo actuaba por su cuenta. Me acuerdo de que est¨¢bamos entrevistando a un ministro, y le pregunt¨¦ al Se?or Casamajor qu¨¦ le parec¨ªa lo que est¨¢bamos diciendo. Y ¨¦l respondi¨®: "Aburrido". El ministro dijo: "Lo comprendo". Yo me enfad¨¦ mucho con el Se?or Casamajor, y le ech¨¦ del locutorio. "Si se aburre, v¨¢yase". "?Me echas?", pregunt¨® ¨¦l. "?S¨ª, le echo!". "?O sea, que salgo?". Los tel¨¦fonos hirvieron: "?Que no le eche, que no eche al Se?or Casamajor". Un d¨ªa entrevist¨¦ al Rey, y el Se?or Casamajor le salud¨®: "Hola, Juan Carlos". Y yo le dije: "El trato al Rey es de se?or". "?Ah!, hola se?or Juan Carlos".
Era un catal¨¢n de pura cepa.
Un tipo que estaba de vuelta de todo, pero tambi¨¦n un octogenario que ten¨ªa inter¨¦s en todas las cosas. Yo creo que eso le gustaba a la gente. En Espa?a gustaba, a pesar de ser catal¨¢n.
Imag¨ªnese que el Se?or Casamajor est¨¢ sentado donde est¨¢ usted y le preguntamos por el Estatut.
Es muy dif¨ªcil contestar s¨®lo como Casamajor, porque yo soy muy tendencioso y aprovecho para decir lo que me parece a m¨ª. Tienen raz¨®n los que dicen que ha sido una cuesti¨®n pol¨ªtica, que ha ido de arriba abajo, que no estaba en la calle. Pero se ha producido, y ah¨ª est¨¢. Los que dramatizan sobre la abstenci¨®n son los mismos que han querido conseguir votos a costa de? Lo dir¨¦ as¨ª: si yo fuese el padre del se?or Rajoy estar¨ªa muy enfadado; prefiere ser el presidente del Gobierno con ETA matando, y no serlo, o quiz¨¢ no serlo, con el fen¨®meno del terrorismo erradicado de Espa?a. Me parece ¨¦ticamente discutible.
?C¨®mo ha ido viendo este pa¨ªs desde que dej¨® el escenario?
Como en cualquier sitio, creo que tres pol¨ªticos estrat¨¦gicamente situados pueden hacer que un pa¨ªs acabe a hostias. Admiro a los pol¨ªticos que tienen vocaci¨®n de resolver problemas y detesto a los que tienen vocaci¨®n de inventarlos. Sobre todo, detesto a los que est¨¢n dispuestos a cualquier cosa para conseguir el poder. La gente est¨¢ un poco cansada de la excesiva preponderancia que tiene la pol¨ªtica en los informativos. ?Inv¨¦ntate cosas, s¨¦ creativo, distrae a la gente, pero no rellenes los programas con la pol¨ªtica!
Empez¨® como oficinista y termin¨® siendo el creador de televisi¨®n m¨¢s importante de este pa¨ªs.
Bueno, yo creo que el programa es irrepetible: en una cadena como Telecinco, con una productora como Gestmusic, con un Sard¨¢ con la edad que ten¨ªa Sard¨¢ en ese momento, con el hecho de que Pepe Navarro se fuera de Telecinco en ese momento? Esa concatenaci¨®n de elementos, y el conjunto de un equipo que ya hab¨ªa currado conmigo en la radio, hicieron posible un programa que t¨¦cnicamente era una revista nocturna sensacional. Formalmente ¨¦ramos buenos.
Le daba usted mucha importancia al ritmo.
Y a los contenidos, que eran muy variados. Hay momentos irrepetibles; hemos dicho cosas que habitualmente no se dicen en la tele, y hemos hecho cosas que no se pueden hacer: en Cr¨®nicas hemos convivido con el Partido Popular, con la Iglesia cat¨®lica, ?incluso hemos criticado a un sector del accionariado de la propia cadena, utilizando la misma libertad de expresi¨®n que usaron contra nosotros peri¨®dicos del propio grupo!
?Qu¨¦ aprendi¨® durante esos a?os de 'Cr¨®nicas marcianas'?
Aprend¨ª a hacer televisi¨®n, hasta el punto de que ya no me interesa hacer televisi¨®n. Yo ahora voy a dar la vuelta al mundo, y no quiero ir a un plat¨® a hacer entrevistas porque esto me aburre soberanamente.
Le leo algo que escribi¨® Sergi P¨¤mies en este peri¨®dico: "Cuando era joven, Javier Sard¨¢ sol¨ªa trasnochar viendo programas junto a Juan Ram¨®n Mainat. Despotricaban, se divert¨ªan, y, sin saberlo, dise?aban lo que luego ser¨ªa 'Cr¨®nicas marcianas'. Un d¨ªa, Sard¨¢ pas¨® al otro lado del espejo en calidad de auxiliar de gallifantes, ascendi¨® a oficial de debates maniqueos y se convirti¨® en el comediante m¨¢s completo de su generaci¨®n".
Yo tard¨¦ mucho en decir s¨ª a la tele, tard¨¦ tres a?os en aceptar. Cuando trabajaba en la radio y ve¨ªa un micr¨®fono dec¨ªa -f¨ªjese qu¨¦ humilde era-: "Yo servir¨ªa para esto". Y eso nunca me pasaba con la televisi¨®n. Yo sab¨ªa la dificultad que implicaba eso de sonre¨ªr a una c¨¢mara. Me defiendo con la voz o con las voces, pero me consideraba incapacitado para la televisi¨®n. Pero he tenido la suerte de que, en todos los proyectos que he hecho, he estado el tiempo suficiente como para aprender. Al tercer a?o de Cr¨®nicas marcianas, yo segu¨ªa diciendo que nos estaban dejando aprender a hacer televisi¨®n? Y es dif¨ªcil que te dejen aprender: al quinto a?o de un programa diario, si te dejan llegar ah¨ª, ya el espacio ser¨¢ fant¨¢stico.
?C¨®mo eran esas conversaciones con Mainat [alto ejecutivo de Gestmusic, recientemente fallecido]?
?ramos concu?ados; le conoc¨ª cuando yo ten¨ªa 12 a?os y ¨¦l 20. Y para m¨ª hizo de Pigmali¨®n en el periodismo. Empezamos escribiendo en El Correo Catal¨¢n, me dejaba hacer algunos art¨ªculos, y me sigui¨® en Radio Nacional. Hac¨ªamos un t¨¢ndem extraordinario: yo era m¨¢s pasional; ¨¦l, m¨¢s racional. ?ramos un binomio muy completo, y adem¨¢s ¨¦ramos grandes amigos. Era el aglutinador de muchos amigos que tengo.
?Se siente orgulloso de 'Cr¨®nicas'?
Y afortunado.
?Le molestan las cr¨ªticas que ha recibido?
Cuando te dicen que haces telebasura, ?qu¨¦ dices? Es un insulto, es despectivo. Decir que todo un programa, desde que empieza hasta que acaba, es telebasura, es injusto, y contesto: "?Telebasura, tu puta madre!". Pero, ?ya est¨¢, que cada uno diga lo que quiera sobre el programa! Pero llamarlo telebasura es insuficiente explicaci¨®n; es de un facilismo mortecino, y adem¨¢s se insulta con ello a una cantidad de p¨²blico inmensa. Y yo pregunto por qu¨¦ esa obsesi¨®n por Cr¨®nicas. Y era porque gustaba a sectores distintos, a p¨²blicos distintos; todo el mundo lo hac¨ªa un poco suyo, y a todos les molestaba que hici¨¦ramos la secci¨®n siguiente. A un se?or del PP le gustaba un sketch y una entrevista, pero cuando yo hac¨ªa un mon¨®logo sobre pol¨ªtica sal¨ªa corriendo; a los progres no les gustaba cuando hac¨ªamos algo rosa? ?Pero dejarme en paz, meteros con Ana Rosa o con la Campos! Cr¨®nicas era el catalizador de tantas cosas? Me siento no orgulloso, sino afortunado. Si al principio de Cr¨®nicas me dicen que har¨ªa 1.300 programas y lo dejar¨ªa cuando quisiera y porque quisiera, no me lo hubiera cre¨ªdo.
?C¨®mo describir¨ªa la evoluci¨®n del programa?
Evolucion¨® a mejor. Puede que no sea objetivo, porque es mi producto? Y creo que el ¨²ltimo programa fue mejor que cualquier anterior. Reto a cualquiera a que vea una cinta del primero, del segundo o del tercer programa?, siempre fue mejor. Se equivocan los que dec¨ªan: "?Huy!, Cr¨®nicas ya no es lo que era". Era mejor formalmente. Y cada a?o sub¨ªamos la audiencia del a?o anterior. Era sorprendente: se acumulaba la audiencia.
Lo que se dec¨ªa mucho era que los contenidos no eran propios de Sard¨¢.
Dec¨ªan: "Sard¨¢, un tipo tan serio en la radio, c¨®mo hace esto". ?Que era ventr¨ªlocuo, que hac¨ªa la voz de un viejito! ?Que nunca he sido Gabilondo! Y tambi¨¦n puedo hacer de periodista, pero no todos los periodistas pueden dirigir el circo. Cuando se produjo el asesinato de Ernest Lluch, claro que levant¨¦ el programa, me quit¨¦ la casaca del maestro del show.
?Y por qu¨¦ se cans¨®?
Hab¨ªa varias cuestiones. Para hacer un programa como Cr¨®nicas, en ese horario, alejado de mi biorritmo, hab¨ªa que tener mucha resistencia f¨ªsica. Anoche me acost¨¦ a las doce y me he levantado a las siete de la ma?ana. Hubo agotamiento f¨ªsico. Y tambi¨¦n psicol¨®gico: cuando le¨ªa un libro, lo hac¨ªa para ver qu¨¦ utilidad tendr¨ªa para mi programa, y lo mismo pasaba cuando ve¨ªa una pel¨ªcula. Si ahora estuviese hablando con usted pensando que por la noche ten¨ªa que hacer un programa, tendr¨ªa la sensaci¨®n de que estoy perdiendo un tiempo precioso que requiere mi trabajo. Y eso forma parte de la vida ajetreada a la que te lleva lo que llamamos ¨¦xito. En ese momento es cuando dices que el ¨¦xito es un tirano y te bajas del caballo.
?C¨®mo lleva la popularidad?
Hago poca vida social, casi no me entero. Piense, adem¨¢s, que yo empiezo a salir en la tele a los 32 a?os; he tenido la suerte de no ser muy popular tan joven como lo son estos de las teleseries o los futbolistas.
Hab¨ªa mucha adrenalina en ese programa: gente que se tiraba por las mesas o se quedaba en calzoncillos? ?Hab¨ªa alguien dentro de usted que le incitaba a poner orden?
Lo bueno de Cr¨®nicas es que era un producto en el que cada noche pod¨ªas ceder algo. Sucedieron muchas veces cosas que no me gustaban, y hab¨ªa otras de las que me sent¨ªa orgulloso -hallazgos de Boris, de Juan Carlos Ortega?, ah¨ª hab¨ªa mucha calidad-. Pero la grandeza de todo eso era que suced¨ªa en directo. Y el clima que hab¨ªa, dentro y fuera del plat¨®. Un programa es un clima. Una tertulia es un clima. Un ambiente. El ambiente es lo que hace que el p¨²blico sienta que asiste a la locura de una gente que, de repente, la noche del atentado del 11-M hace otro programa, y se fija en nosotros, en lo que pasa en nuestro plat¨® vac¨ªo, y Telecinco sabe entonces que puede confiar en lo que diga nuestro programa en torno a esa horrible cat¨¢strofe. Cuando uno empieza un programa entra con la timidez del que va a una casa ajena; cuando ya llevas seis, siete u ocho programas es la gente la que entra en tu casa porque se lo pasa bien y le interesa lo que le vayas a contar. Eso ocurri¨®.
Dice que hay cosas buenas y cosas malas, y cosas de las que se arrepiente?
Bueno, siempre estar¨ªan en el terreno m¨¢s delicado del dominio de la prensa rosa, de los temas del coraz¨®n. Bajo mi responsabilidad hab¨ªa momentos de crueldad con relaci¨®n a ciertas personas, y yo interven¨ªa para decir: "No digamos m¨¢s barbaridades"? Hab¨ªa partes del programa que me gustaban mucho, otras menos y otras nada, pero de todas soy responsable. Y ahora pienso que lo b¨¢sico era el sentido del humor.
Este pa¨ªs. ?Qu¨¦ es lo que le preocupa ahora de lo que pasa?
Me preocupa que los impuestos que pago tengan una contraprestaci¨®n. Y me preocupan algunas palabras, son como jaulas. Cuando empezaron a usar la palabra naci¨®n para el Estatut, me dije: Dios, qu¨¦ pereza; unos dir¨¢n esto, unos dir¨¢n lo otro. Las palabras son un l¨ªo. De acuerdo, Catalu?a es una naci¨®n, dir¨¢ la gente, pero ?qu¨¦ pasa con las mafias rusas, qu¨¦ pasa con tantas cuestiones que encuentran a los pol¨ªticos ocupados en sus mundos? A la gente le importa llegar a final de mes, las escuelas, la sanidad, la seguridad. Es l¨®gico. Ojal¨¢ vengan generaciones de pol¨ªticos mediocres que se dediquen a solucionar los problemas de la comunidad que les designa para esto. Y me cabrea que la gente juegue con una irresponsabilidad manifiesta y utilice a las pobres v¨ªctimas del terrorismo con una mala fe incuestionable. Como ciudadano me apasiona la pol¨ªtica, no me puede resbalar. Porque es una entidad mucho m¨¢s peligrosa de lo que parece. Y puede hacer mucho da?o.
?C¨®mo andan los sue?os de su generaci¨®n?
Yo no me siento de ninguna generaci¨®n, porque no viv¨ª una infancia t¨ªpica. Tengo la misma edad de Ruiz-Gallard¨®n, nacimos el mismo a?o, casi el mismo mes, pero yo no me siento de ninguna generaci¨®n. Los 48 a?os son una edad macarr¨®nica. Le dir¨¦ una cosa: hay sucesos importantes en la vida de la gente, que marcan su futuro. Un d¨ªa com¨ª pies de cerdo, y para m¨ª fue como cuando en una tribu te ponen plumas. Siempre pens¨¦ que era horroroso comer pies de cerdo; cuando ve¨ªa a mi padre hacerlo, qu¨¦ asco, Dios, ?y luego yo estaba comiendo pies de cerdo! Ese d¨ªa me hice mayor, ¨¦se fue el primer indicio. El segundo indicio: el d¨ªa en que el presidente del Gobierno de mi pa¨ªs era m¨¢s joven que yo. Esto ya es el acabose. Estoy muy preocupado.
Pues se le ve feliz, saludable, dispuesto a hacer un largo viaje. ?C¨®mo se decidi¨® a eso?
Porque el ser humano, de natural es complejo. Dije que no a hacer un programa semanal en un estudio al lado de mi casa. Me hab¨ªa despedido de mis amigos de la direcci¨®n de Telecinco, con los que la relaci¨®n es inmejorable, y no quer¨ªa volver despu¨¦s del a?o sab¨¢tico. Pero surgi¨® la posibilidad de este programa, y me dije: ?capullo, esto vale la pena! Ir a grabar por el mundo, poderlo editar, ofrecer un producto elaborado. Dije s¨ª, y he repetido el s¨ª hasta que ahora ya tengo que hacerlo.
Lo explicaba en la rueda de prensa de presentaci¨®n del programa: quer¨ªa conocer mundo.
Cuando ¨¦ramos j¨®venes no nos pod¨ªamos comprar nada, pero pod¨ªamos viajar. Desde los 15 a?os viaj¨¦: a Londres, a Par¨ªs, a Estados Unidos, a toda Europa. Ahora s¨¦ que a nuestra edad ya no hace falta viajar para conocer a gente de todo el mundo y que la mirada de un cr¨ªo es la misma en todo el mundo. Me interesa el proyecto televisivo, y me da mucha pereza viajar.
?Y por qu¨¦ le interesa?
Porque ya no hab¨ªa nada que me interesase. Dec¨ªa: qu¨¦ l¨¢stima, cu¨¢nta gente querr¨ªa tener estas posibilidades profesionales, y t¨² le dices que no a todo. Y cuando me ofrecieron algo que me llevaba a un plat¨® acept¨¦.
?Y Freud no dir¨ªa que usted en realidad quiere dejar este pa¨ªs un rato?
No, no me considero ni ambicioso, ni vocacional. Puedo dejar de trabajar y de hacer tele, lo tengo clar¨ªsimo; pero es casi un renacer, una ¨²ltima oportunidad. ?ste ser¨ªa el sue?o de mucha gente: que te den la posibilidad de crear un equipo, de hacer 13 cap¨ªtulos, de viajar por todo el mundo.
Tiene modelos.
Monty Python, Micki Motos, Manu Leguineche. Nada nuevo como g¨¦nero, pero s¨ª tendr¨¢ sentido del humor. Lo juro.
?Se imagina el mundo? ?C¨®mo?
Vino una ni?a a verme, con un se?or, y muy t¨ªmida me dijo: "El mundo es plano y se acaba en Guatemala". Voy a ver si el mundo se acaba en Guatemala.
?Un sitio favorito?
No he estado en Asia, quiz¨¢ es lo que m¨¢s me llame la atenci¨®n. El problema de hacerte mayor es que todo es muy previsible. Tendr¨ªan que inventarse la tele con olor. ?En Prisa no se podr¨ªan inventar la tele con olores?
Por cierto, ?qu¨¦ aroma tendr¨ªa 'Cr¨®nicas marcianas'?
El de la colonia de Boris Izaguirre, fresca, casi infantil.
La radio, ?qu¨¦ ten¨ªa?
Todo. Vino cuando yo era muy joven, me permiti¨® conocer en qu¨¦ consiste triunfar en una edad en que todav¨ªa todo te llamaba la atenci¨®n.
Cuando iba a aparecer 'Cr¨®nicas', usted dijo que el programa siempre rozar¨ªa el larguero, pero que nunca buscar¨ªa la provocaci¨®n.
Bueno, qued¨® bien decirlo. Luego, para suerte del espectador, nos pasamos de vueltas muchas veces. No s¨®lo rozamos el larguero, sino que lo sobrepasamos, y tambi¨¦n pol¨ªticamente.
Dec¨ªa su amigo Mainat que usted no obedece a los rasgos propios de un personaje p¨²blico, no responde a los c¨¢nones del ¨¦xito.
Yo le di esta entrevista a usted por una debilidad personal, yo no concedo entrevistas. No me interesan los actos sociales. Si funciona o no lo que uno hace, lo debe decir la tele?
El ¨¦xito genera halagos y cr¨ªticas.
Su peri¨®dico dijo, al principio de una de mis temporadas: "Vuelve la telebasura"? ?Imag¨ªnese lo que dir¨ªan otros! Lo que se ha dicho en mi contra ser¨ªa suficiente para que alguien se colgara de un ¨¢rbol. Pero yo soy m¨¢s caradura que los que escriben de m¨ª.
Un caradura.
Y un sinverg¨¹enza. Tengo una gran coraza con respecto a los halagos y con respecto a las cr¨ªticas.
?C¨®mo era aquella familia suya?
Mi padre se qued¨® viudo con cinco hijos, la suerte es que la mayor era mi hermana Rosa Mar¨ªa [Rosa Mar¨ªa Sard¨¢, actriz]. Eso crear¨ªa una familia distinta. Decid¨ª acabar el bachillerato e ir a la universidad por mi cuenta y riesgo. Lo pas¨¢bamos muy bien en casa, le hac¨ªamos bromas a Rosa Mar¨ªa cuando volv¨ªa del teatro, nos re¨ªamos mucho, y luego he tenido muy buenos amigos, y he sido un buen amigo. En eso he tenido suerte.
A lo mejor en usted habita tambi¨¦n el Se?or Casamajor.
El serio y el payaso, siempre hay dos. En el programa, yo era el serio, y Boris, el heterodoxo; cuanto m¨¢s formal era yo, m¨¢s luc¨ªa Boris. Lo mismo hac¨ªa Casamajor conmigo. Y yo con ¨¦l. Hay que crear algo serio para romperlo. El pianista que sabe hacer el loco con el piano tiene que saber tocar a Mozart. T¨² tienes que hacer radio convencional y romperla; tienes que crear tu propia oposici¨®n, tu dial¨¦ctica. Eso crea situaciones espectaculares, la gente no sabe si son verdad o son mentira.
Eso sirve para la vida.
La vida no es la ficci¨®n. La vida es muy cruel.
Pero tambi¨¦n hay cosas hermosas.
Un ¨¢rbol, las mujeres?, me imagino que los hombres tambi¨¦n. No creo ni en Dios, ni en la reencarnaci¨®n, ni en la Virgen, pero s¨ª creo que los padres ense?amos a mirar el mundo a los hijos. Y cuando nos hayamos muerto, habremos ense?ado a mirar a alguien. Mi padre sigue, a trav¨¦s de mis ojos, los ¨¢rboles de mi casa. Me ense?¨® a valorar un geranio en un tiesto que hab¨ªa en nuestro piso de Barcelona. Hay quien se pierde con su pasi¨®n; en ocasiones he sido desmesurado, me pillaba unos pedales del cuatro, pero he pasado buenos momentos. La vida me gusta, por eso me disgusta la muerte.
?Se imagina a la edad del Se?or Casamajor?
No. Tengo malos h¨¢bitos. Dej¨¦ de fumar, y he vuelto. Si tengo que beber, bebo. No he tenido una educaci¨®n alimenticia m¨ªnimamente seria. No, yo no me imagino a los 80 a?os. Creo que hay que vivir, por si acaso.
?Y qu¨¦ dir¨ªa el Se?or Casamajor despu¨¦s de esta conversaci¨®n?
[Con la voz de Casamajor]. Qu¨¦ palique tienes, hijo.
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