Los hechos confirman la derrota del terrorismo
?C¨®mo es posible que haya gente que piense que ETA est¨¢ ganando la partida? ?O que crea que el Estado, justamente ahora, tras tres a?os sin muertos provocados por esa organizaci¨®n terrorista y una declaraci¨®n efectiva de alto el fuego desde hace m¨¢s de tres meses, con Batasuna ilegalizada, vaya a ceder lo que no ha cedido en treinta a?os de tenaz resistencia?
Puede haber varias razones. Primero, la mala fe. Es lo que sucede con el PP, que en un gesto de deslealtad, miop¨ªa y antipatriotismo sin precedentes, se ha opuesto frontalmente al proceso de paz antes incluso de que se inicie. Lo mismo ha hecho la AVT, que en lugar de asistir a las v¨ªctimas, cometido por el que recibe cuantiosas subvenciones del Estado, act¨²a como un grupo de presi¨®n pol¨ªtico aun a costa de dividir gravemente a las personas que han sufrido la violencia terrorista.
Es absurdo pensar que ETA va a rendirse y pedir perd¨®n en un acto p¨²blico y solemne
Segundo, porque algunas personas se hab¨ªan formado una idea un tanto fantasiosa de c¨®mo acabar¨ªa ETA. Se hab¨ªan cre¨ªdo algo as¨ª como que el final de ETA consistir¨ªa en un acto solemne de rendici¨®n en el que los terroristas entregaban las armas y desfilaban por las calles entre abucheos de la ciudadan¨ªa. Al ver que no desaparece de esa forma, concluyen err¨®neamente que ETA est¨¢ consiguiendo sus objetivos.
Tercero, porque hay quienes se empe?an en abordar este asunto en t¨¦rminos morales. Seg¨²n ellos, hay dos clases de personas, las que no tienen escr¨²pulos y est¨¢n dispuestas a hacer lo que sea por conseguir la paz, y las que poseen firmes principios morales que les llevan a rechazar cualquier cesi¨®n a ETA. Su actitud es tan pura, que todo lo que hace el Gobierno les resulta vergonzante e indigno. Ven que se est¨¢n pagando precios alt¨ªsimos y se alzan indignados para protestar por semejante escarnio. Cualquier iniciativa les resulta una traici¨®n.
Ya el mismo t¨¦rmino "proceso de paz" lo consideran un "precio sem¨¢ntico" que se paga por el fin de la violencia. Con aire sabiondo dicen que no se puede hablar de "paz" porque aqu¨ª no ha habido guerra. Pero la paz no s¨®lo se opone a la guerra. Tambi¨¦n se habla de paz para referirse a ausencia de violencia, a concordia, y en espa?ol se dice con mucha frecuencia "hacer las paces" para conflictos que no son necesariamente b¨¦licos.
Consideran igualmente que la verificaci¨®n del alto el fuego ha sido precipitada y le ha dado ventaja a ETA. No aprecian una voluntad clara e irreversible de disoluci¨®n. Como si no fuera obvio que esa condici¨®n no puede ser satisfecha ahora, en esta etapa del proceso. Aqu¨ª y ahora lo importante son los hechos. Y los hechos son que el cese de la violencia es total en estos momentos, salvo alg¨²n incidente aislado menor. Ya quisiera el Gobierno brit¨¢nico haberse encontrado un panorama semejante cuando comenz¨® sus negociaciones con el IRA. All¨ª, a pesar del alto el fuego, la violencia continu¨®, incluso con v¨ªctimas mortales.
Finalmente, la declaraci¨®n del Presidente del Gobierno les ha dado pie para sospechar que el Estado se rinde. ?Zapatero habla de respetar las decisiones que tomen los vascos seg¨²n los procedimientos establecidos en la Constituci¨®n! C¨®mo no van a provocar alarma estas palabras si hasta la celebraci¨®n de una reuni¨®n entre los socialistas vascos y gente de Batasuna se considera un "precio pol¨ªtico".
No s¨¦ si ser¨¢ posible introducir algo de sensatez en el actual debate, pero me parece esencial establecer algunas cuestiones de hecho para dar sentido a las cosas que est¨¢n pasando y a otras que probablemente suceder¨¢n en breve.
En el Pa¨ªs Vasco ha habido un conflicto durante m¨¢s de tres d¨¦cadas: un grupo violento, apoyado aproximadamente por 150.000 personas, se ha dedicado a asesinar a fin de conseguir sus objetivos pol¨ªticos. El Estado ha resistido el ataque y ha logrado reducir a ETA hasta dejarla pr¨¢cticamente sin capacidad ofensiva. Como consecuencia de la condici¨®n terminal en que ha quedado ETA, los terroristas han anunciado un alto el fuego.
ETA, pese a su debilidad extrema, no va a disolverse porque se lo pidamos. Sigue contando con una base de apoyo social importante. Y por muy d¨¦bil que se encuentre, sabemos que todav¨ªa podr¨ªa ampliar la lista de v¨ªctimas mortales. De hecho, no hay que hacer supuestos muy arriesgados para conjeturar que si no hubiera sido por la actitud receptiva del Gobierno hacia las demandas de ETA de abandono "honroso" de la violencia, ahora tendr¨ªamos alg¨²n muerto m¨¢s.
Para conseguir el fin del terrorismo, es necesario hablar no s¨®lo con ETA, tambi¨¦n con Batasuna. La raz¨®n es sencilla de entender. Si queremos que ETA no vuelva a matar nunca m¨¢s, hay que conseguir que su base social, los seguidores de Batasuna, se integren en el sistema democr¨¢tico. En los t¨¦rminos utilizados por Zapatero, se requiere un gran "pacto de convivencia" en el Pa¨ªs Vasco que desactive el tinglado montado en torno al terrorismo. Dicho pacto requiere algunas "concesiones" simb¨®licas y procedimentales, como las famosas mesas de di¨¢logo, que sin duda ser¨¢n piezas importantes en ese acuerdo incluyente que cierre para siempre el conflicto creado por ETA.
De lo que se trata en estos momentos es de forzar a ETA para que abandone la violencia y apueste por la lucha pol¨ªtica desde dentro de la democracia. Eso es todo lo que est¨¢ en juego. Dada la correlaci¨®n de fuerzas, lo que resulta absurdo pensar es que ETA vaya a conseguir a estas alturas sus principales demandas.
A muchas personas comprometidas en la lucha contra ETA la nueva situaci¨®n les ha pillado con el paso cambiado. No han sabido ver el punto de inflexi¨®n y se encuentran ahora despistadas, repitiendo argumentos que tuvieron sentido hace unos a?os pero no ahora. Har¨ªan bien en abandonar esa actitud de dignidad herida y reconocer que hay elementos m¨¢s que suficientes para concluir que estamos ante la derrota final de ETA.
Ignacio S¨¢nchez-Cuenca es profesor de Sociolog¨ªa, Universidad Complutense.
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