Se?ales equ¨ªvocas
"La historia de la lucha contra el terrorismo est¨¢ llena de se?ales equ¨ªvocas, interpretadas a veces de forma positiva por Gobiernos que se han equivocado". Estas palabras del actual ministro del Interior durante una entrevista con EL PA?S en febrero de 2006 obligan a mostrar una mayor comprensi¨®n hacia la desconfianza del Partido Popular en torno al di¨¢logo con ETA. Fue tambi¨¦n Rubalcaba quien admiti¨® en mayo de 2006, s¨®lo unos d¨ªas antes de que Zapatero hiciera p¨²blico que en junio anunciar¨ªa la apertura del di¨¢logo con la organizaci¨®n terrorista, que "el gobierno sigue sin la convicci¨®n de que ETA quiere poner fin a la violencia". Finalmente, el presidente ha anunciado dicho di¨¢logo a pesar de que ETA contin¨²a sin demostrar "una clara voluntad para poner fin" a la violencia y "actitudes inequ¨ªvocas que puedan conducir a esa convicci¨®n", requisitos que la resoluci¨®n aprobada por el Congreso en 2005 exig¨ªa para comenzar los contactos. El PP reclama ahora el cumplimiento de esas condiciones que Zapatero ha ignorado, pues es evidente que ETA sigue sin mostrar "actitudes inequ¨ªvocas" de "una clara voluntad para poner fin a la violencia".
ETA sigue sin dar muestras inequ¨ªvocas de una clara voluntad de poner fin a la violencia
Tienden a eludir este hecho objetivo quienes asumen que ETA ha interiorizado ya la necesidad de desaparecer de la escena pol¨ªtica, creencia que suele apoyarse en la declaraci¨®n de alto el fuego, los tres a?os sin v¨ªctimas mortales y una supuesta separaci¨®n de intereses entre Batasuna y ETA. Estos tres factores son manipulados para defender una "nueva realidad social" que hasta deber¨ªa condicionar el comportamiento judicial. Intenta conformarse as¨ª una realidad basada en percepciones o intereses pol¨ªticos pero en absoluto en hechos objetivos que demuestren unas intenciones pac¨ªficas claras e irreversibles por parte de la organizaci¨®n terrorista. Por un lado, tres son los a?os sin muertos, pero no por voluntad de ETA, pues las detenciones de activistas y la incautaci¨®n de documentaci¨®n han confirmado sus intenciones de asesinar en ese periodo que se vieron frustradas por los ¨¦xitos policiales. Asimismo, ficticia es esa separaci¨®n de intereses entre Batasuna y ETA, organizaciones todav¨ªa inextricablemente unidas, siendo por ello contraproducente asumir de forma err¨®nea que la prematura legalizaci¨®n de la primera pueda garantizar la desaparici¨®n de la segunda, ya que desincentivar¨ªa al brazo pol¨ªtico para exigir la disoluci¨®n de la banda. Al mismo tiempo, los pronunciamientos de los terroristas corroboran la ausencia de "actitudes inequ¨ªvocas" de la hipot¨¦tica voluntad de ETA para poner fin a la violencia. Incluso si se aceptara que dichas manifestaciones representan gestos de consumo interno, es innegable que ninguna confianza aportan sobre las intenciones de una banda que sigue extorsionando pese a su declaraci¨®n de tregua, realidad ¨¦sta que no conviene minimizar.
Por tanto, hoy podr¨ªa afirmarse lo mismo que dos d¨ªas despu¨¦s de la declaraci¨®n del alto el fuego se aseguraba en un editorial de EL PA?S de significativo t¨ªtulo, Verificaci¨®n con calma: "Una segunda verificaci¨®n tiene que ver con su car¨¢cter irreversible: sin esa garant¨ªa no es posible el di¨¢logo con ETA. En sus dos comunicados, ETA mantiene la ambig¨¹edad sobre si su renuncia a las armas es definitiva o condicionada a determinados resultados pol¨ªticos". Es indiscutible que el car¨¢cter irreversible de la tregua no ha sido confirmado, por lo que nos hayamos ante un escenario en el cual el Gobierno ha modificado sus exigencias previas. La pol¨ªtica antiterrorista la dirige el gobierno de la naci¨®n, pero poco razonable resulta esperar que la oposici¨®n acepte importantes alteraciones de aquella si ¨¦stas no van precedidas de razonadas explicaciones que han estado ausentes en momentos clave. As¨ª ha ocurrido al variar el Gobierno las condiciones previamente exigidas para iniciar el di¨¢logo con ETA o cuando se prefiri¨® informar a Batasuna de las intenciones del PSE de dialogar con la formaci¨®n ilegalizada mientras el l¨ªder de la oposici¨®n recib¨ªa la noticia por los medios de comunicaci¨®n. Debe enfatizarse que las amenazas de dirigentes de Batasuna precedieron al cambio de actitud gubernamental suscitando l¨®gicos interrogantes sobre los motivos por los cuales el Gobierno estim¨® oportuno dar credibilidad a la coacci¨®n del entorno terrorista.
El disenso entre Gobierno y oposici¨®n se refuerza constantemente porque la creencia del primero en las posibilidades del final del terrorismo no va acompa?ada de actos que la acrediten suficientemente, ignor¨¢ndose que es ETA la que debe generar dicha confianza en una sociedad que con toda l¨®gica desconf¨ªa de una organizaci¨®n terrorista responsable del asesinato de centenares de personas.
Resulta poco convincente valorar como positivos comportamientos de Batasuna que en absoluto evidencian el ineludible distanciamiento de la violencia y de ETA requeridos para su normal participaci¨®n en pol¨ªtica. As¨ª ha ocurrido desde la declaraci¨®n de Anoeta, insisti¨¦ndose sin pruebas en una hipot¨¦tica metamorfosis de Batasuna como antesala para su legalizaci¨®n.
Aunque se insiste en que el di¨¢logo con ETA s¨®lo versar¨¢ sobre la disoluci¨®n de la banda, el precedente del cambio de criterio adoptado por el Gobierno anunciando contactos sin respetar las condiciones previamente impuestas, alerta sobre futuras variaciones. Probablemente Batasuna continuar¨¢ emitiendo se?ales equ¨ªvocas que los partidarios del actual proceso desear¨¢n interpretar como muestras de la voluntad de ETA de poner fin a la violencia. Si dichas se?ales siguen sin ser verdaderas "actitudes inequ¨ªvocas" que evidencien la disoluci¨®n de ETA, injusto y contraproducente ser¨ªa mantener el di¨¢logo. Hacerlo supondr¨ªa liberar a ETA de la presi¨®n que debe recaer sobre ella, transfiri¨¦ndose la responsabilidad por el final del terrorismo a pol¨ªticos y ciudadanos, as¨ª coaccionados para aceptar condiciones nada democr¨¢ticas. No puede serlo aceptar como legal a un partido unido a ETA a pesar de las declaraciones formales de los dirigentes de Batasuna respaldando procesos democr¨¢ticos mientras mantiene comportamientos no democr¨¢ticos al beneficiarse de su asociaci¨®n con la banda. Esta din¨¢mica contribuye a perpetuar la amenaza y la coacci¨®n de ETA, aun en situaci¨®n formal de alto el fuego, garantizando el fortalecimiento de su brazo pol¨ªtico y la legitimaci¨®n de la violencia.
Rogelio Alonso es profesor de Ciencia Pol¨ªtica, Universidad Rey Juan Carlos.
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