A quien madruga...
Relato del viaje Madrid-Valencia para ver al Papa en uno de los autobuses de la parroquia de Santa Mar¨ªa de Can¨¢
"?No salg¨¢is de la iglesia! ?Volved todos! A¨²n hay que hacer los grupos." Son las 5.25 de la madrugada en Pozuelo de Alarc¨®n (Madrid). El sacerdote de la Parroquia de Santa Mar¨ªa de Can¨¢ se desespera al acabar la eucarist¨ªa a la que han sido convocados los fieles antes de comenzar su peregrinaje a Valencia. Van a ver al Papa.
El p¨¢rroco trata de organizar a las cerca de 400 personas que tiene que repartir en 11 autobuses. Predominan los adolescentes en grupos de amigos, hay padres que llevan de la mano a sus hijos y parejas j¨®venes -con beb¨¦s o sin ellos-. A ojo se podr¨ªa decir que el sexo femenino gana por goleada. El denominador com¨²n: la mochila blanca y amarilla del pack del peregrino colgada al hombro y las esterillas para pasar la noche al raso.
Por 65 euros, la parroquia entrega del billete de ida y vuelta a Valencia, la acreditaci¨®n para entrar en los recintos habilitados para el V Encuentro de la Familia y la mochila. Dentro: un peque?o rosario, un billete de metro, un abanico, una gu¨ªa lit¨²rgica, una gorra, una camiseta y una Carta de los Derechos de la Familia.
"Antes de salir coged una pa?oleta de la parroquia", pide el sacerdote. Los m¨¢s veteranos ya llevan al cuello la suya, customizada con rebordes de la bandera espa?ola o con parches y pins, a modo de galones, que demuestran lo curtido que uno est¨¢ en viajes similares.
"No hemos venido a pasarlo bien. Estamos de peregrinaje", dice uno de los viajeros que se sube al autocar n¨²mero 21. Unas 30 personas van con ¨¦l, entre ellos dos parejas.
Con el madrug¨®n no quedan muchos ¨¢nimos para echarse a cantar, a pesar de que llevan las guitarras bien a mano. Muchos no pueden resistir cerrar los ojos y los que quedan despiertos charlan sobre el matrimonio. Jorge, uno de los que parece llevar m¨¢s tiempo en la parroquia, se casa en un par de semanas y el resto bromea con su despedida de soltero. "A¨²n es tiempo de arrepentirse", dicen. "Despu¨¦s es para toda la vida". Raquel cuenta que el marido de una amiga suya le fue infiel la noche de bodas. Es un golpe de efecto para sus compa?eros, pero al final explica que su amiga le perdon¨® "y ahora incluso tienen un hijo".
Sin m¨¢s incidentes, la caravana de Can¨¢ llega al kil¨®metro 175 de la A-3 (autov¨ªa de Valencia). Primera y ¨²nica parada en un aut¨¦ntico oasis repleto de peregrinos. En el aparcamiento se juntan 30 autobuses y no hay forma de entrar en el ba?o ni de tomar un caf¨¦. Pero al menos el contacto entre el grupo parece reavivar las fuerzas: Jorge vuelve al autocar y hace sonar el himno espa?ol en el transistor. Es una versi¨®n con letra
de la ¨¦poca franquista.
Prosigue el viaje, ahora con m¨²sica, mientras los girasoles miran al sol a la altura de Atalaya del Ca?avate (Cuenca). Comienza una ronda de chistes verdes, que deriva en an¨¦cdotas, al tiempo que atr¨¢s intentan arrancarse con canciones del tipo Cordero de Dios y Santo, santo. Al hablar de un beso apasionado, una de las chicas le recrimina a su pareja: "?Cari?o, que vamos a ver al Papa!". Es tiempo de sintonizar la Cope (emisora de la Conferencia Episcopal). Hay aplausos con la noticia del aterrizaje del Papa. Y sin darse cuenta tambi¨¦n ellos est¨¢n llegando al final del trayecto, en la localidad de Torrent (Valencia).
Una marea amarilla ataviada con las camisetas oficiales del Encuentro de las Familias baja de los autocares. Camino al metro, un grupo de chavales de Can¨¢ descubre una bandera pirata, se calzan un tricornio y lanzan el brazo al aire con el saludo fascista, para hacerse la foto.
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