De juerga con los j¨®venes del Papa
Los chavales del encuentro de las familias convierten el cauce del Turia en una fiesta
"El plan est¨¢ muy claro. Vamos a ir. Unos colegas han estado intentando buscar algo de priva, algo tranquilito, normal. Vamos a estar ah¨ª, hablando, riendo cantando, gritando o revolc¨¢ndonos. Intentando no molestar a la pe?a que hay al lado y pas¨¢ndonoslo de puta madre, porque somos j¨®venes y es s¨¢bado noche". Pasan 20 minutos de la una de la madrugada y Pedro Costoya y Mariona Serret caminan hacia el viejo cauce del r¨ªo Turia, en Valencia. Hace una hora y media que Benedicto XVI ha terminado su intervenci¨®n en el acto festivo y testimonial del V Encuentro Mundial de las Familias, y ha llegado la hora de la fiesta. Pedro tiene 23 a?os, es donostiarra y trabaja en una agencia de publicidad. Su novia tiene 20 a?os y acaba de terminar Magisterio. Los dos son del Opus Dei y viven en Barcelona.
"?Los de la Obra, venga, animaros!", arenga uno de los 'kikos', que destacan por su energ¨ªa
El acto nocturno en el que ha intervenido el Papa acaba tarde y la misa del d¨ªa siguiente (la celebrada ayer) comienza temprano en el mismo lugar. As¨ª que decenas de miles de peregrinos han plantado sus tiendas, han montado sus igl¨²s, han hinchado sus colchonetas o han estirado sus esterillas y se disponen a pasar la noche al raso bajo los ¨¢rboles del Turia. Los primeros en acostarse son los ni?os y los ancianos, y despu¨¦s les llega el turno a los padres. En ese momento los j¨®venes, que son minor¨ªa, comienzan a moverse a un ritmo febril cauce arriba y cauce abajo, forman corros, los disuelven, se escuchan guitarras aqu¨ª y all¨¢, los grupos se mezclan, la gente se conoce. La fiesta ha comenzado y a veces es ruidosa, pero sin estridencias. No hay litros de alcohol, ni grandes botellones, ni drogas. Todos se respetan.
"?Los de la Obra, venga, animaros!". El mensaje va dirigido al grupo de Pedro y Mariona, que ha reunido unas cuantas latas de cerveza y se ha integrado en otro m¨¢s amplio. La arenga la da la gente del Camino Neocatecumenal, los kikos, que destacan por su n¨²mero y por su energ¨ªa, aparentemente ilimitada. A lo largo del antiguo cauce, en las aceras de la Alameda y en uno de los puentes van creando grandes corros de baile formados en c¨ªrculos conc¨¦ntricos que ellos llaman "rondos". Cantan, bailan, sudan, tocan guitarras y tambores. La m¨²sica es repetitiva y su efecto hipn¨®tico. Representa "el salto del cordero. Como Jesucristo, que es el cordero degollado", explica, casi sin voz, Jos¨¦ Francisco P¨¦rez, estudiante de Ingenier¨ªa de 20 a?os, que ha llegado a Valencia desde Murcia, integrado en un grupo de 450 personas. Jos¨¦ Francisco tiene pensado no dormir y aguantar el ritmo "nada m¨¢s que con frutos secos, agua y alegr¨ªa".
Hablar de sexo no es un tab¨² para la mayor¨ªa de los j¨®venes. Aunque Mariona deje claro que ella y su novio son "coherentes con el catecismo", y que no necesitan relaciones prematrimoniales. Una cosa, en cualquier caso, es el sexo, y otra muy distinta el flirteo, los juegos de miradas y la tensi¨®n que flota en los grupos. No hay muchas, pero las hay, parejas que se besan en p¨²blico. Cuando lo hacen, quiz¨¢ por la hora, nadie les llama la atenci¨®n. Es el caso de Andr¨¦s, sevillano de 15 a?os, y de Eva, ilicitana, tambi¨¦n de 15 a?os, que no pertenecen a ning¨²n movimiento y han llegado a Valencia con sus parroquias.
Son las tres de la madrugada y la fiesta contin¨²a en el r¨ªo. Arriba, en cambio, los porteros de los locales de la zona de C¨¢novas, la m¨¢s cercana a esa parte del Turia, ni se han enterado. "No ha entrado ni uno", dice uno de ellos. "Es el peor fin de semana del a?o".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.