Museo a cielo abierto en la Puerta del Sol
Un proyecto de la Comunidad permitir¨¢ ver, bajo vitrales, las ruinas del Buen Suceso
La Puerta del Sol dispondr¨¢ de un museo arqueol¨®gico a cielo abierto a ras del suelo. Desde ¨¦l se podr¨¢n observar, bajo amplios vitrales transl¨²cidos, los cimientos mamposteros y sillares hallados recientemente intactos procedentes de la iglesia renacentista del Buen Suceso. Se trata de uno de los templos predilectos de la corte desde la Edad Media hasta mediado el siglo XIX, en que fue demolido.
El hallazgo, acaecido el 7 de junio de manera inesperada pues se cre¨ªa que las ruinas tambi¨¦n hab¨ªan desaparecido, surgi¨® durante las obras de excavaci¨®n de las galer¨ªas para allegar el ferrocarril hasta el centro mismo de la ciudad. Los cimientos del Buen Suceso surgieron bajo la zona oriental de la Puerta del Sol, apenas a un metro y medio de profundidad. Componen una trama p¨¦trea que dibuja el basamento de disposici¨®n troncoc¨®nica del templo. La traza de la iglesia se atribuye al arquitecto Juan de Herrera, autor con Juan Bautista de Toledo del monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
Una vez integradas en el museo a cielo abierto, las ruinas ser¨¢n visibles a pie de calle por los peatones. As¨ª lo planea el Gobierno regional a trav¨¦s de la Direcci¨®n General de Patrimonio Cultural, que rige Francisco Javier Hern¨¢ndez. Las gestiones para la construcci¨®n de este mirador arqueol¨®gico ya han comenzado. Seg¨²n la misma fuente, no hay impedimento expl¨ªcito de parte del Ministerio de Fomento, que rige la construcci¨®n del ferrocarril subterr¨¢neo, ni del Ayuntamiento, que obstaculice su prosecuci¨®n.
No obstante, el emplazamiento exacto y las dimensiones de los futuros vitrales se hallan a¨²n en fase de estudio y calibraci¨®n, ya que los vestigios arqueol¨®gicos encontrados permiten descubrir nuevas sendas de la cimentaci¨®n en afloramientos consecutivos e incesantes, se?ala el director general.
El futuro museo, de una superficie aproximada a un cuadrado de una treintena de metros de lado, se extender¨¢ desde la fachada del edificio coronada por el anuncio de un vino jerezano, donde estuvo el hotel Par¨ªs al este de la Puerta del Sol, hasta la primera o la segunda de las d¨¢rsenas de las paradas de autobuses que hasta ahora all¨ª se hallaban.
Por esta raz¨®n, la apertura del mirador implicar¨¢, con certeza, el reacomodo de las terminales de autobuses que tienen en la Puerta del Sol sus cabeceras. En cuanto al metro o el ferrocarril, cuya construcci¨®n ha hecho aflorar las ruinas del Buen Suceso, la Comunidad de Madrid no ve objeci¨®n t¨¦cnica ya que "los restos han aflorado casi a ras del suelo y no afectar¨¢n de manera directa a las galer¨ªas", dice Hern¨¢ndez.
La idea de abrir un mirador cenital versado hacia la entra?a hist¨®rica de Madrid "forma parte de un plan m¨¢s amplio, extensible a otros puntos del casco hist¨®rico, que persigue evocar la memoria arqueol¨®gica del centro de la ciudad", explica Francisco Javier Hern¨¢ndez. "El centro carece hasta el momento de referencias arqueol¨®gicas visibles, salvo en dos o tres enclaves concernientes a la muralla ¨¢rabe y a un par de iglesias, pero son posibles nuevas ampliaciones", destaca. El valor de las ruinas reside en que el templo del Buen Suceso, contiguo a un hospital de indigentes del mismo nombre erigido en 1529, fue anteriormente durante la Edad Media una ermita y, poco a poco, fue cobrando importancia hasta convertirse en la iglesia predilecta de la Casa Real y de la corte.
El aparejador
Adem¨¢s de Juan de Herrera, en la edificaci¨®n intervino posteriormente el aparejador de la plaza Mayor, David Sillero y tambi¨¦n Francisco de Mora, cabeza de una familia de alarifes en la que figur¨® Juan G¨®mez de Mora, autor de la c¨¢rcel de Corte, hoy ministerio de Asuntos Exteriores, y del palacio de la plaza de la Villa.
Lo m¨¢s destacado de la iglesia del Buen Suceso, desde el punto de vista estil¨ªstico, es que fue la primera de las madrile?as que dispuso de un conjunto de elementos tect¨®nicos -como cuatro columnas toscanas, que se conservan en el Museo Municipal- y ornamentales de arte cl¨¢sico, que le convirtieron en emblema del Renacimiento en Madrid. Y ello pese a que, cuando fue reedificado como templo, a fines del siglo XVI, la ciudad a¨²n no hab¨ªa adquirido una envergadura capitalina congruente con la pujanza imperial espa?ola.
El an¨¢lisis de los hallazgos de la Puerta del Sol prosigue. Los arque¨®logos han optado por mantener la disposici¨®n hallada. Las conversaciones con el Ayuntamiento y con el Ministerio de Fomento sobre el patrimonio arqueol¨®gico encontrado corroboran el protagonismo en su custodia por parte del Gobierno regional, que acaricia la extensi¨®n de proyectos semejantes a otros enclaves c¨¦ntricos de parecida riqueza patrimonial.
De una idea medieval
La idea de abrir miradores sobre las ruinas arqueol¨®gicas, que parece cargada de actualidad, se remonta sin embargo a la Italia bajomedieval. Su despliegue coincidi¨® con numerosos hallazgos de ruinas de la civilizaci¨®n romana imperial en el subsuelo de las principales ciudades de la pen¨ªnsula it¨¢lica.
Gracias a la informaci¨®n suministrada por aquellos hallazgos, una generaci¨®n de artistas pudo instruirse en los c¨¢nones del clasicismo y, de ellos pertrechada, protagonizar la revoluci¨®n human¨ªstica que abri¨® paso al Renacimiento.
La entidad arqueol¨®gica de Madrid se configur¨® hist¨®ricamente en torno a los yacimientos de la ribera del Manzanares, los cerros de la Gavia y Batallones y el lugar de Casa Montero, de una extraordinaria riqueza, pero de cu?o paleontol¨®gico.
La afecci¨®n por aproximarse mediante vitrales a los restos arqueol¨®gicos medievales o renacentistas no surge en Madrid hasta hace apenas una d¨¦cada, en enclaves como el estacionamiento subterr¨¢neo de la plaza de Oriente -tras la contestada y pol¨¦mica destrucci¨®n de la Casa del Tesoro- o en las ruinas de la iglesia de Santa Mar¨ªa, junto al v¨¦rtice de la calle Mayor con la de Bail¨¦n. No lejos de este enclave, en la plaza de Ramales, vestigios de otra iglesia, la de San Juan, que albergara los restos del pintor Diego Vel¨¢zquez, muestran al p¨²blico parte de sus entra?as, destripadas por la piqueta en el siglo XIX.
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