Zidane, l¨®gica del honor contra l¨®gica profesional
EL PA?S que no nos ha dado una versi¨®n suficiente de lo sucedido, se ha alineado con la posici¨®n pr¨¢cticamente un¨¢nime de los medios de comunicaci¨®n europeos, incluidos los franceses en la condena, sin atenuantes ni calificaciones, del cabezazo de Zidane a Materazzi en la final del Mundial de f¨²tbol del pasado domingo.
La raz¨®n m¨¢s esgrimida para esa inapelable reprobaci¨®n es la falta de profesionalidad de Zidane, ya que su conducta, dictada por razones personales, disminuy¨® las posibilidades de victoria de su equipo e infringi¨® las reglas de su profesi¨®n de futbolista. Tambi¨¦n el mal ejemplo -la violencia como recurso- que ha dado a una juventud que lo consideraba como su h¨¦roe. Sin que hayan faltado los posmodernos mof¨¢ndose de una reacci¨®n medieval basada en una antigualla como el honor que nadie sabe ya en qu¨¦ consiste. Ahora bien, si lo que aconteci¨® durante un partido de f¨²tbol hubiese acaecido en la calle o en un caf¨¦, una buena parte de la opini¨®n p¨²blica habr¨ªa aprobado que se defendiera la honra de la madre y de la familia recurriendo, a medios tan menores como un cabezazo. Que no se considere aceptable en este caso supone hacer prevalecer los intereses profesional-corporativos, de condici¨®n reglamentaria, sobre los valores ¨¦tico-familiares vinculados a la persona. ?Por qu¨¦ nadie ha elogiado que Zidane haya sacrificado la gloria de su despedida, el punto cenital de su carrera y su imagen de marca a la lealtad a unos principios y a unos afectos para ¨¦l innegociables? En cualquier caso la FIFA tiene la obligaci¨®n de restablecer el fairplay, esencia de cualquier actividad deportiva, en el mundo del f¨²tbol. Comenzando por darnos una versi¨®n real de lo acontecido tomando las medidas que de ello se deriven.
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