La b¨²squeda de la felicidad
Tras la visita del Papa se ha vuelto a retomar el debate en torno a la familia. Las primeras bodas celebradas bajo la nueva ley han cumplido su aniversario, y, para demostrar que somos iguales, incluso algunos se han divorciado.
Me entristece la forma en que la Iglesia y algunos sectores cat¨®licos defienden la familia tradicional frente a los nuevos modelos. Puedo entender la preferencia por el modelo tradicional, pero no entiendo la insistencia en coartar la libertad. Los cat¨®licos en ocasiones hemos defendido lo equivocado. ?Lo estamos haciendo ahora? Para saberlo, lo primero es permitir que estos nuevos modelos se desarrollen, y ello supone una normalizaci¨®n absoluta de estas situaciones. Lo segundo es separar pol¨ªtica de religi¨®n y dejar a un lado el discurso demag¨®gico de los de siempre. De momento, y despu¨¦s de un a?o, est¨¢ demostrado que no ha pasado nada, la espada de Damocles no ha ca¨ªdo sobre Espa?a, los heterosexuales seguimos viviendo igual y los homosexuales viven mejor, ?cu¨¢l es el problema? Como cat¨®lico me han ense?ado a amar al pr¨®jimo como a m¨ª mismo y alegrarme de su felicidad. Creo firmemente que la b¨²squeda de la felicidad es una obligaci¨®n personal que todos tenemos. Cualquier movimiento en contra de esto es acercarse al lado negro de la vida y conlleva familias rotas, dobles vidas, doble moral y locuras insanas. La no b¨²squeda de la felicidad personal es un mal social. Es decir, obligar a una persona a no ser feliz es una necedad. Deber¨ªamos admitir de una vez que el derecho debe ser para todos igual y que importa m¨¢s la situaci¨®n personal que la orientaci¨®n sexual.
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