Voces profundas del Misisipi
Las ra¨ªces del 'blues' y el 'rock and roll' se palpan en Nashville y Memphis
En el centro mismo de la leyenda americana hay un delta. Y un r¨ªo y esclavos que escriben y cantan la historia que sus amos olvidan. El r¨ªo se llama Misisipi, y el delta empieza un poco m¨¢s arriba de la ciudad de Vicksburg, un antiguo campo de batalla de la guerra civil. La frontera entre el mundo blanco y limpio de las plantaciones al estilo de Lo que el viento se llev¨® y el mundo marcadamente negro y pobre del blues y sus leyendas se llama Catfish Row. Toma su nombre del pez gato, un pescado de agua dulce que se come aqu¨ª a destajo. En Catfish Row se encuentra la legendaria iglesia del reverendo Dennis con sus carteles de todos los colores, sus t¨®temes vud¨² que sirven de perfecta introducci¨®n al mundo siempre sorprendente del delta.
El mundo de los cuentos de Eudora Welty, de las novelas de Faulkner o de las obras de teatro de Tennessee Williams, que en todo momento se hacen aqu¨ª carne, hueso y paisajes. Esa mezcla extra?a de miseria y milagros que est¨¢ en el coraz¨®n de todas las leyendas norteamericanas. Los negros que esperan en los porches de sus casas los cheques de la seguridad social que alivian sus variadas invalideces, los blancos que riegan sus jardines, los ¨¢rboles, los pantanos, y los perros vagos, las iglesias bautistas al borde de la carretera, al lado de gasolineras abandonadas, que atienden la necesidad apremiante de creer en milagros, todo aqu¨ª sobrevive al tiempo, todo canta esas tristes canciones de blues a veces tan alegres que cambiaron el mundo sin lograr cambiar la vida de estos negros que viven al sur de toda esperanza.
El primer pueblo del delta es Greenville, un suburbio sin centro que subsiste gracias a un casino flotante, pero que tiene sin embargo el m¨¢s famoso restaurante de la zona. El Doe's Eat Place no es ni lujoso ni ex¨®tico, sirve el mismo pan de ma¨ªz, el mismo pollo frito, las mismas costillas con salsa barbacoa que miles de otros locales del sur. ?Las mismas? No, las mejores, tanto que el ex presidente Clinton, antes y despu¨¦s de ser gobernador de la vecina Arkansas, hac¨ªa desv¨ªos para comer aqu¨ª.M¨¢s all¨¢ de Greenville, por fin, el r¨ªo Misisipi abandona por un rato la m¨ªtica carretera 61 (que une Nueva Orleans y Minneapolis y que es el coraz¨®n mismo de la m¨²sica americana). A ambos lados del camino se extienden infinitos campos de algod¨®n y ma¨ªz que los propios granjeros incendian, interrumpidos por mercadillos abandonados, moteles y malls de carretera con la tienda Winn-Dixie, todo ba?ado por una cierta lentitud que hace saborear el tiempo y sentir la fatalidad con que se repite.
Un traje a 100 d¨®lares
Y de pronto, llegamos a Cleveland, donde se puede comprar un traje con corbata, camisa y pa?uelo brillantes por 100 d¨®lares. Despu¨¦s, Indianola, donde el antiguo conductor de tractores B. B. King naci¨® y vuelve todos los a?os a cantar en honor de Medgar Evers, linchado por ser negro en una laguna cercana. Y despu¨¦s Clarksdale, algo as¨ª como la capital del Delta Blues, la ciudad en que se hicieron hombres y m¨²sicos John Lee Hooker, Sam Cooke, Jackie Brenston y Ike Turner, y donde muri¨® Bessie Smith despu¨¦s de un calvario de hospital en hospital, donde no quer¨ªan atenderla por ser negra.
Clarksdale resume todo el encanto del Delta Blues. El cielo interminable, las cafeter¨ªas semiclausuradas, un pueblo de gente generosa y amable anclado en los a?os cincuenta. Las casas de empe?os, las tiendas de tercera mano, los muebles cojos en las vitrinas, los negros en los porches, y de pronto, delante de la tienda Blue Stone, un negro ps¨ªquicamente discapacitado que toca una guitarra mientras su suntuosa voz parece cantar la verdad misma.
El algod¨®n y el az¨²car que sol¨ªa producir la ciudad ya no es rentable, as¨ª que Clarksdale trata de vivir del blues. En eso le ha ayudado uno de sus hijos m¨¢s ilustres: Morgan Freeman. Un actor de car¨¢cter que ha abierto dos clubes en la ciudad, cerca de la l¨ªnea de tren desierta. Ha contribuido tambi¨¦n generosamente a construir el Museo del Blues, a convertir en lugar de peregrinaci¨®n el local de la m¨ªtica WROX radio, reactivando as¨ª el blues alley, la callejuela perdida entre los dep¨®sitos de algod¨®n donde John Lee Hooker y Muddy Waters compet¨ªan, a ver qui¨¦n contaba con m¨¢s dolor y gracia los abandonos, las mujeres crueles, asesinatos y plegarias.
Despu¨¦s de Clarksdale, el ambiente del delta se extiende unos kil¨®metros m¨¢s en medio de los casinos de Tunica, hasta encontrar su apoteosis en Memphis. Un lugar donde el blues se encontr¨® con el country de la cercana Nashville, capital del Estado de Tennessee. De ese encuentro naci¨® Elvis Presley, el hijo pobre del vecino y perdido pueblo de Tupelo, que eligi¨® Memphis como su cuartel general. El rey nunca dej¨® su Versalles del sur. Aunque muerto, sigue estando en todas partes. En los guetos, detr¨¢s de las v¨ªas del tren, en el centro reci¨¦n reinaugurado (gracias a la aportaci¨®n de FedEx, que tiene en Memphis su sede central) y, por supuesto, en la discogr¨¢fica Sun Records y en Graceland, su mansi¨®n, dos paradas imprescindibles de cualquier peregrinaje presleriano. Sus excentricidades (a ojos de hoy, bastante austeras y medidas) lucen en Graceland en el techo cubierto de alfombra shag, la pared de televisores sintonizados en distintos canales que miraba al mismo tiempo, la explosiva tapicer¨ªa a base de terciopelo y sat¨¦n, y sus aviones particulares.
Elvis es el dios blanco de una ciudad mayoritariamente negra. En la reci¨¦n rehabilitada y muy tur¨ªstica Beale Street se encuentra el Lorraine Hotel, en el que Martin Luther King, hijo, fue asesinado. Cada manzana de esta calle es un cap¨ªtulo en la historia del blues, del jazz o del soul. Memphis la secreta, aparentemente banal, pero llena de capas, de librer¨ªas, de tiendas de discos, de clubes, es el v¨¦rtice ideal de ese tri¨¢ngulo de las Bermudas en que toda huella del optimismo americano se ha perdido. Hay que acercarse al Misisipi que abraza a Memphis, mostr¨¢ndose como nunca gigantesco, pardo, inabordable, para comprender por qu¨¦ aqu¨ª los esclavos crearon, para generaciones de fan¨¢ticos musicales, una forma ¨²nica de libertad.
Rafael Gumucio (Santiago de Chile, 1970) es autor de las novelas Memorias prematuras y Comedia nupcial (Debate)
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos- El r¨ªo Misisipi, el m¨¢s largo de Estados Unidos, se extiende por m¨¢s de 3.700 kil¨®metros entre el norte de Minnesota y Nueva Orleans.C¨®mo llegar- La mayorista Catai Tours (www.catai.es; en agencias) ofrece un viaje fly and drive de 12 d¨ªas a lo largo del Misisipi, a partir de 1.237 euros por persona, m¨¢s tasas y suplementos de gasolina. Salidas diarias desde Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia y M¨¢laga. Recogida y devoluci¨®n de veh¨ªculo en Nueva Orleans. Kilometraje ilimitado.Informaci¨®n- Embajada de Estados Unidos en Espa?a (www.embusa.es).- www.visitmississippi.org.- www.mrcusa.com.- P¨¢gina web de enlaces relacionados con el r¨ªo: www.greatriver.com.
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