"La amenaza comunista al iniciode la Guerra Civil es un cuento chino"
Cuando el historiador brit¨¢nico Ronald Fraser (Hamburgo, 1930) habla de los dos a?os que dedic¨® a las entrevistas con las que arm¨® su libro sobre la guerra civil espa?ola es rotundo: "Fue la experiencia m¨¢s apasionante de mi vida profesional". Y explica que durante ese tiempo "viv¨ªa, respiraba y so?aba (muchas veces con pesadillas) el ambiente humano y pol¨ªtico de la guerra, las ilusiones y decepciones, las grandezas y bajezas de esos hombres y mujeres que nunca se hab¨ªan cre¨ªdo destinados a vivir un trance tan terrible. El terror de la represi¨®n, especialmente la del bando franquista, me impact¨® much¨ªsimo, como me impresion¨® la solidaridad de la que es capaz el ser humano en tiempos tan cr¨ªticos".
"La intransigencia era terrible. Es curioso, de todas formas, que nadie reconoci¨® haber matado nunca a nadie. Y eso era imposible"
"Uno entiende lo que fue la represi¨®n franquista tras la guerra cuando sigue la historia de un hombre que se escondi¨® 30 a?os para evitar que lo fusilaran"
Hace unos meses se ha reeditado otro de sus libros que dan cuenta de aquella ¨¦poca convulsa. Escondido. El calvario de Manuel Cort¨¦s (Cr¨ªtica) reconstruye la vida del alcalde socialista de Mijas (M¨¢laga) que se escondi¨® al terminar la guerra para evitar que lo fusilaran. Treinta a?os despu¨¦s, y cuando su vida ya no peligraba, sali¨® de su escondite. Fraser publicar¨¢ en oto?o La maldita guerra de Espa?a. Historia social de la guerra de la Independencia, 1808-1814 (Cr¨ªtica), la investigaci¨®n a la que ha dedicado 12 a?os.
Pregunta. Hace setenta a?os se produjo el golpe militar que condujo a la Guerra Civil. ?Qu¨¦ destacar¨ªa de los primeros momentos?
Respuesta. El odio. El tremendo odio que exist¨ªa, sobre todo en Andaluc¨ªa. Recuerdo lo que me cont¨® uno que se apunt¨® a Falange en cuanto se produjo la sublevaci¨®n. Poco despu¨¦s iba en un cami¨®n con sus camaradas de partido y vio un mont¨®n de cad¨¢veres de campesinos en la carretera, y empez¨® a rezar espont¨¢neamente. Uno de los suyos lo reprimi¨® de inmediato: "?Qu¨¦ haces rezando?, a ¨¦sos hay que matarlos a todos". La intransigencia era terrible.
P. ?La hab¨ªa en todos los bandos?
R. En todos. Es curioso, de todas formas, que en todas las entrevistas que hice para Blood of Spain [Recu¨¦rdalo t¨² y recu¨¦rdalo a los otros] nadie reconoci¨® haber matado nunca a nadie. Y eso era imposible. La memoria es siempre una construcci¨®n que cada cual hace para justificar su postura actual, y las experiencias que vas viviendo cambian la manera de ver el pasado. Hay determinadas cosas que se han hecho que se dejan de contar.
P. ?Es dif¨ªcil entonces llegar a la verdad de lo que ocurri¨® a partir de la historia oral?
R. Cuando se hace historia oral no se puede hablar de verdad objetiva. No funciona dentro de esos par¨¢metros, es otra cosa. De lo que se trata es de conseguir la verdad de la persona a la que tratas, no la verdad en s¨ª. Lo que yo quer¨ªa en mi libro era encontrar respuestas a determinadas preguntas. Quer¨ªa hacer una historia social de abajo, contar lo que pasaba con los m¨¢s pobres, con la gente an¨®nima. As¨ª que cuando hablaba con ellos no pretend¨ªa llegar a ninguna parte, no los forzaba. Ten¨ªa que dejarlos hablar, y te contaban una historia prefabricada, sin ninguna grieta, impoluta. Cuando ya hab¨ªan acabado era cuando tocaba preguntar sobre detalles, cuestiones concretas. Entonces llegabas m¨¢s lejos.
P. ?C¨®mo hizo el libro?
R. Lo empec¨¦ a mediados de los setenta, en pleno franquismo. Fui localizando poco a poco a las personas y cada una me llevaba a otra, y ¨¦sta, a la de m¨¢s all¨¢. Me mov¨ª por toda Espa?a y ten¨ªa miedo de que la polic¨ªa, que sabr¨ªa lo que estaba haciendo, me requisara las cintas, as¨ª que se las enviaba a un amigo en Francia. Fue muy bonito recuperar las experiencias de tantas personas que fueron tan valientes. Muchas de ellas estaban entonces en la clandestinidad. Lo que me interesaba era recuperar el entusiasmo de las primeras horas, el sue?o de hacer la revoluci¨®n y de ganar la guerra al mismo tiempo.
P. ?C¨®mo fue esa revoluci¨®n?
R. Fue colectivista, la hicieron los grupos vinculados a la CNT. Funcion¨® en muy pocos sitios. Era muy dif¨ªcil, por la ignorancia de los que la hac¨ªan. Uno de los responsables de una de estas colectivizaciones quer¨ªa que se llevaran las cuentas. No sab¨ªan c¨®mo hacerlas. Lo intentaron con hendiduras en unas ca?as, arregl¨¢rselas con un alambre y colillas de tabaco. Algunos hicieron la revoluci¨®n con entusiasmo, otros creyeron que hab¨ªan ido demasiado lejos.
P. ?Y los comunistas?
R. Si la revoluci¨®n no lleg¨® m¨¢s lejos fue por la oposici¨®n del Partido Comunista. Apenas ten¨ªa militantes al principio de la guerra. Decir que los militares dieron el golpe para evitar la amenaza comunista es un cuento chino. Lo que m¨¢s bien ocurri¨® fue que la sublevaci¨®n ayud¨® a que se produjera la revoluci¨®n anarquista. Hasta entonces s¨®lo hab¨ªa sido un sue?o, nunca pensaron que pudiera hacerse realidad, y de pronto vieron que era posible. Los comunistas, en cambio, segu¨ªan la pol¨ªtica de Stalin, la de acercarse a las democracias parlamentarias para defenderse de la amenaza fascista. Buscaban la uni¨®n de las clases obreras con la peque?a burgues¨ªa, la f¨®rmula del Frente Popular. Cuando hice las entrevistas, muchos comunistas reconocieron el terrible error de no haber buscado la unidad de las clases obreras. Algunos dijeron, incluso, que fue esa divisi¨®n la que produjo que descendiera el ¨ªmpetu revolucionario. Y si la gente pierde la ilusi¨®n de que su vida ser¨¢ mejor si obtiene la victoria, simplemente deja de luchar.
P. Escondido, su libro sobre el alcalde socialista de Mijas, propone otra mirada sobre aquella ¨¦poca.
R. En 1957 llegu¨¦ a Mijas. Quer¨ªa dedicarme a escribir novelas. Aprend¨ª espa?ol para tratar con la gente del lugar. Escuch¨¦ entonces cotilleos sobre un alcalde que hab¨ªa desaparecido despu¨¦s de la guerra, e incorpor¨¦ su peripecia en la historia que estaba escribiendo. En 1969 estaba en Londres, abr¨ª el Times, le¨ª en primera p¨¢gina la noticia sobre un tipo que hab¨ªa salido de la casa en la que llevaba escondido treinta a?os. Era Manuel Cort¨¦s, el alcalde socialista. Viaj¨¦ a Mijas, lo convenc¨ª para contar su historia.
P. ?Qu¨¦ fue lo que m¨¢s le impresion¨®?
R. El pavor. Uno entiende lo que fue la represi¨®n franquista al terminar la guerra cuando sigue la historia de un hombre que se escondi¨® para evitar que lo fusilaran y pas¨® treinta a?os desaparecido por voluntad propia.
P. La que peor tuvo que llevarlo fue su mujer...
R. La pude entrevistar despu¨¦s de insistir mucho. Su marido no quer¨ªa que hablara y estuvo presente casi siempre, incluso contestando lo que le preguntaba a ella. Pero un d¨ªa se aburri¨® y se fue, y ella explot¨®. Cont¨® su vida, y emergi¨® todo su coraje. Y el terror, el terrible terror que padeci¨® d¨ªa tras d¨ªa pensando que iba a ser descubierta, y que matar¨ªan a su marido.
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