Luisa Fernanda desde los setos
5.000 personas llenan la plaza de Oriente para ver gratis en pantalla grande una zarzuela
La representaci¨®n de la zarzuela Luisa Fernanda por Pl¨¢cido Domingo, clausura de la temporada del Teatro Real y retransmitida en una pantalla gigante en los jardines de la Plaza de Oriente, fue anoche un ¨¦xito de p¨²blico y ambiente. Los espectadores, sentados al fresco y disfrutando del espect¨¢culo gratuitamente, se llevaron adem¨¢s la sorpresa de poder disfrutar de una breve actuaci¨®n en directo del tenor en los balcones del teatro durante el entreacto.
La representaci¨®n comenz¨® a las 21.30, y a las seis de la tarde la gente empez¨® a ocupar las mil sillas que el Ayuntamiento hab¨ªa colocado frente al teatro. "Yo me he venido con la sillita del c¨¢mping desde Alcobendas. Por si acaso. As¨ª ten¨ªa sitio en la primera fila seguro", revelaba ?ngela G¨®mez media hora antes del comienzo de la retransmisi¨®n.
El espect¨¢culo era en diferido. Hab¨ªa empezado una hora y media antes en el interior del Teatro Real. La edad media de la concurrencia: 50 a?os largos. Alg¨²n joven. Pocos modernos. Una china vendiendo abanicos.
A las nueve y media comienza la retransmisi¨®n. La plaza est¨¢ abarrotada. Unas 5.000 personas. La gente se acomoda entre los matorrales. "Ya ves, aqu¨ª, en el palco", comenta una pareja mayor que ha encontrado un hueco entre dos setos. "Mira, mira... Pl¨¢cido", le dice Maribel a Amable, su esposo. "Es magn¨ªfico", contesta ¨¦l. "Hombre, yo era m¨¢s de Alfredo Krauss", replica ella con la boca peque?a.
Detr¨¢s, una se?ora protesta. "Es que no veo nada, ya est¨¢ bien", les dice a la pareja. Ellos la ignoran, pero la mujer sigue con su batalla. Empieza a dar empujoncitos desde su silla de c¨¢mping. Se declara amargada. Amable se pone nervioso y deja de hacer honor a su nombre: "?Usted ha venido aqu¨ª a escuchar o a molestar?".
En la pantalla empieza el cortejo de Luisa Fernanda. Dos hombres la pretenden. Un liberal y un mon¨¢rquico. Un tri¨¢ngulo amoroso con mucho potencial para acabar mal. "Eso todav¨ªa pasa", le dice Rosi, una espectadora a su marido. ?l asiente. "Cu¨¢nto tiempo sin verte, Luisa Fernanda", dice el mon¨¢rquico. "Desde la ¨²ltima vez, si no te enga?o", le responde la susodicha.
En uno de los laterales de la plaza se produce una prueba de amor. Nacho, de 21 a?os, acompa?a a su novia Nerea, de 20. "A m¨ª no me gusta. Es por ella", dice. La chica sostiene un bocadillo liban¨¦s y contempla encantada. "Ayer tambi¨¦n la vi en TVE", confiesa.
En ese momento termina la primera parte. Entreacto. En el interior del teatro ha terminado la funci¨®n. Y la sorpresa. Salen los actores a saludar y Pl¨¢cido se arranca con el p¨²blico enfervorecido. Primero Las sombrillas; exitazo. Luego, tras varios ruegos, Los vareadores. "Menudo detallazo", le suelta un padre a su hija.
Tras el entreacto el p¨²blico aguant¨® en las sillas o acomodado entre los matorrales, y sigui¨® sin perder detalle el espect¨¢culo. "Es que es una suerte, yo tengo 60 a?os y estoy viuda, y con lo que tengo no me llega para ir al teatro. Tendr¨ªan que hacer estas cosas m¨¢s a menudo". Mientras tanto, en la pantalla, Pl¨¢cido cada vez tiene menos posibilidades con Luisa Fernanda. Hasta que se le escapa y se va con el mon¨¢rquico. Termina la retransmisi¨®n y los fuegos artificiales que salen desde la fachada del teatro y desde el Palacio Real inundan el cielo de Madrid.
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