"Me he vuelto a equivocar"
Riis, director de Sastre, admite su error mientras los t¨¦cnicos se culpan de favorecer involuntariamente a Landis
El atocinamiento generalizado de los directores deportivos de la ¨²ltima generaci¨®n era motivo de acalorado debate al final de la etapa que hab¨ªa visto la gran haza?a del Tour, gentileza de la rabia del campe¨®n Landis, favorecida por el tancredismo de unos cuantos t¨¦cnicos que confunden hombr¨ªa con frialdad y cara de p¨®ker.
"Pero, ?para qu¨¦ narices est¨¢n los directores?", exclama Mauro Gianetti, ex ciclista suizo, m¨¢nager del Saunier-Duval. "Parece que s¨®lo saben llevar el volante, dar agua y hablar por el pinganillo...". Gianetti, un neutral en este Tour, est¨¢ furioso no porque a ¨¦l le fuera algo en la etapa, que no le iba; no porque tenga algo en contra de Landis, que, oficialmente, no lo tiene, sino porque como aficionado, como profesional del asunto, sent¨ªa que un gran d¨ªa de ciclismo, uno de los m¨¢s grandes de los ¨²ltimos Tours, hab¨ªa quedado empa?ado en cierta medida por la torpeza de sus cong¨¦neres.
O, como lo resumi¨® con m¨¢s gracia, con m¨¢s alegr¨ªa, Juan Fern¨¢ndez, director de la antigua generaci¨®n, t¨¦cnico del Phonak de Landis, y que, por lo tanto, no es neutral, aunque s¨ª maestro en el arte de aguantar al m¨¢ximo sin mover pieza: "Yo iba mirando la tele en el coche y no me lo pod¨ªa creer. Los dem¨¢s equipos, el CSC, el T-Mobile, dejaban al Caisse d'?pargne que se fundiera y mientras tanto, Floyd aumentaba su ventaja. 'Que sigan as¨ª, que sigan as¨ª', rezaba. Y me frotaba las manos".
Los voluntarios y curiosos an¨®nimos que se sumaron al debate aportaban a gritos el nombre de los culpables: los avances tecnol¨®gicos. "La culpa es de Armstrong.Tantos a?os seguidos ganando han generado una escuela de directores que s¨®lo saben ir a rueda. Que proh¨ªban el pinganillo. Y las pantallas de televisi¨®n en los coches. Y el aire acondicionado. Y los tel¨¦fonos m¨®viles. Todos dan una imagen distorsionada de la realidad. Y los directores ya no se hablan de coche a coche. No se miran a los ojos. No se enteran de cu¨¢ndo se mienten unos a otros".
"El ciclismo hay que verlo en directo", corrobora Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri, de la vieja escuela. "Los gestos, las miradas de los corredores, dicen m¨¢s que los vatios que gastan o sus pulsaciones. Como siempre se cita en todas las escuelas, Bartali s¨®lo estaba pendiente de las piernas de Coppi. Cuando ve¨ªa que se le hinchaba la vena a su gran rival sab¨ªa que iba a atacar, y ya estaba preparado para responder. De todas maneras, este Tour ha sido tan raro, ha habido tantas jugadas dudosas, que creo que todos los directores tenemos que entonar el mea culpa".
Pero tampoco. Hasta ayer, la mayor infamia contra la profesi¨®n de director deportivo, la gran mancha negra, era la manera en que Roland Berland, director del Peugeot de Robert Millar hab¨ªa dejado que Perico, entre el granizo, la lluvia y la niebla del descenso de Navacerrada, le levantara una Vuelta a Espa?a que dominaba por m¨¢s de seis minutos en 1985. "Pero lo de Riis este Tour lo supera", recalca Eusebio Unzue, director de Pereiro y, por lo tanto, lejos de ser neutral, m¨¢s bien todo lo contrario. "Hace una semana contribuy¨® a resucitar a Pereiro, que estaba muerto, a media hora. Y ayer le regal¨® el Tour a Landis al no ayudarnos a llevar la carrera cuando se lo ped¨ª. Yo, de ser Carlos Sastre, no sabr¨ªa qu¨¦ pensar...".
Riis, ganador del Tour de 1996 como corredor y t¨¦cnico del CSC, un equipo que quiere colocar como ejemplo mundial, hab¨ªa declarado la v¨ªspera que era tarde para arrepentirse de haber contribuido a la resurrecci¨®n de Pereiro, y ayer reconoci¨® su error sin ambages. "Me he vuelto a equivocar", dijo el dan¨¦s, cuya t¨¢ctica tambi¨¦n arruin¨®, priv¨® de valor, el ¨²ltimo ataque de Sastre. "Primero no pens¨¦ que Landis pudiera aguantar tanto, y luego jugu¨¦ con el T-Mobile de Kloden a ver qui¨¦n aguantaba m¨¢s sin moverse. Pero Landis se nos fue. Ahora ganar¨¢ el Tour". Los alemanes, el t¨¢ndem Valerio Piva-Mario Kummer, unos directores acostumbrados a la dictadura de la fuerza: sus equipos act¨²an como rodillos y acaban ahorcados en su propia fuerza, como mostraron el gran d¨ªa de los Pirineos, el gran aceler¨®n de Kessler que ahog¨® a Kloden. Ayer, se justificaban: "Es que Kloden no estaba bien, como ya se vio al final. La culpa, en todo caso, no es nuestra".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.