Orgullo trans
Ella se levanta ahora con otra sensaci¨®n. Ya no es el peso de las s¨¢banas que se pegan como si quisieran tapar algo, las persianas bajadas para que no da?e la luz. Ahora las deja subidas toda la noche y, as¨ª, es la propia luz la que la empuja a levantarse de un salto con el que pronto est¨¢ en marcha al ba?o y a poner el agua para el caf¨¦. Acostumbrada desde hace tiempo a s¨ª misma, cada ma?ana recuerda ahora que va a poder acostumbrarse tambi¨¦n a resolver sus asuntos sin angustiosas y desoladoras explicaciones a los dem¨¢s. Porque los dem¨¢s son ahora, cuando menos, un mill¨®n m¨¢s que est¨¢ a su lado al despertar, como se levantaron con ella aquel s¨¢bado de julio para celebrar el D¨ªa del Orgullo Gay. Era, como en citas anteriores, una celebraci¨®n del futuro y, por vez primera, era una celebraci¨®n del pasado, pues se festejaba el primer a?o de igualdad legal para gays y lesbianas. Fue una manifestaci¨®n multitudinaria de alegr¨ªa y, tambi¨¦n, de apoyo al Gobierno que ha hecho posible este futuro. Y el suyo, el de ella. Pues este a?o ha sido el de la aprobaci¨®n de la Ley de Identidad de G¨¦nero, que permitir¨¢ a tantas personas dejar atr¨¢s para siempre ese pasado de angustia y desolaci¨®n. Este a?o, el orgullo era trans.
As¨ª que esta ma?ana ella piensa que podr¨¢ ir al aeropuerto y en el momento del embarque no tendr¨¢ que pasar por esa violenta situaci¨®n a la que nunca ha llegado a acostumbrarse, a pesar de que siempre ha mantenido la cabeza muy alta. Pronto su cara, su nombre y sus papeles ser¨¢n lo mismo, y todo ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil para todos. Ella podr¨¢ acceder con tranquilidad al avi¨®n y el personal de vuelo podr¨¢ franquearle tranquilamente el acceso y el resto del pasaje podr¨¢ tambi¨¦n cumplir con calma los tr¨¢mites oportunos, sin la absurda necesidad morbosa de ocuparse de otros asuntos que no sean los propios. Sin embargo, todos ellos (el personal de vuelo, sus compa?eros de viaje desconocidos) estar¨¢n ocup¨¢ndose, incluso sin saberlo, de lo m¨¢s importante de su vida, de la de ella. Y aunque de manera inmediata sea ella la principal beneficiaria de esa tranquilidad, ser¨¢n tambi¨¦n los dem¨¢s quienes se beneficien, porque la paz genera paz como la violencia genera violencia. Con esa calma contagiosa que har¨¢ mejor a la sociedad, ella se prepara el caf¨¦ y sonr¨ªe porque la gata ni siquiera se ha levantado a¨²n para acompa?arla en su trasiego por la casa. Tambi¨¦n ella, la gata, debe de sentir esa calma que se respira en la casa desde hace semanas.
Cuando, hace un a?o, el presidente Zapatero intervino en el Congreso tras la votaci¨®n que aprob¨® la ley de igualdad para gays y lesbianas, dijo que, a partir de entonces, nuestro pa¨ªs ser¨ªa m¨¢s decente. No fue una palabra tra¨ªda al azar, sino a conciencia. Se ha acusado tantas veces a gays y lesbianas de indecencia que hab¨ªa que poner las palabras en su sitio. Y las puso el presidente del Gobierno. Un a?o despu¨¦s, gracias a la Ley de Identidad de G¨¦nero, somos a¨²n m¨¢s decentes. Porque en Espa?a hay un porcentaje de la poblaci¨®n que es transexual, una diferencia de car¨¢cter gen¨¦tico que hace que sus portadores se sientan pertenecientes al sexo opuesto al de su cuerpo. Ella naci¨® atrapada en un cuerpo de hombre. Se trata de intentar comprender esa rareza, inconcebible para algunos. Y aun en el caso de ser incapaz de concebir tal diferencia, pensar que si las cosas son justas para una minor¨ªa discriminada lo ser¨¢n por definici¨®n para uno mismo y para todos. Los que se resisten a comprender ir¨¢n olvidando con el tiempo su resistencia.
Para cuando quieran darse cuenta, ya lo habr¨¢n olvidado por completo, porque las personas afectadas ser¨¢n mucho m¨¢s felices y su felicidad traer¨¢ tambi¨¦n a los preocupados una armoniosa despreocupaci¨®n.
Por eso he preferido que pasaran unas semanas y se apagara el eco de m¨¢s de un mill¨®n de personas inundando las calles de Madrid para hacer mi particular homenaje a los transexuales en el A?o del Orgullo Trans. Porque ahora es cuando la gata de ella no se levanta ya tan pronto por las ma?anas, porque ya no ha de estar alerta. Y ella podr¨¢ mirarse en el carn¨¦ plastificado mientras se despeja tomando un caf¨¦ en el sof¨¢. La que vea en la foto ser¨¢ la misma que despert¨® hace un rato, la misma que ver¨¢ despu¨¦s en el espejo del ba?o, la misma que ver¨¢ el personal de vuelo y el resto del pasaje cuando embarque m¨¢s tarde en un avi¨®n, rumbo a la dignidad.
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