Hay vida despu¨¦s de Octavio Paz
Una antolog¨ªa, afirmaba Jorge Cuesta en el pr¨®logo de la suya dedicada a la poes¨ªa mexicana moderna, "es un lugar donde s¨®lo puede figurarse". Aparecer en una selecci¨®n es, desde luego, mejor que perpetrarla, mejor que trazar el muestrario de lo que se supone representativo para la creaci¨®n de un pa¨ªs. Y a¨²n parece m¨¢s rentable no aparecer en absoluto, no estar en ella, como no lo est¨¢ Octavio Paz en la que publica Hiperi¨®n y que, reuniendo la producci¨®n de 1950 hasta 2005, en un rasgo de audacia excluye la escritura del poeta m¨¢s reconocido y reconocible de M¨¦xico.
Con ese primer gesto distinti-
TIGRE LA SED. Antolog¨ªa de la poes¨ªa mexicana contempor¨¢nea, 1950-2005
Recopilaci¨®n de V¨ªctor Manuel Mendiola, Miguel ?ngel Zapata y Miguel Gomes
Hiperi¨®n. Madrid, 2006
462 p¨¢ginas. 22 euros
vo, la antolog¨ªa recupera as¨ª la idea del g¨¦nero como una forma de ejercicio cr¨ªtico: antologar no sirve sino en la medida en que discrimina, escinde, aparta o separa dentro de una krinein directa, literal y decisiva sobre sus materiales. Lo peculiar, sin embargo, del proceso radica en que es el elemento excluido el que habr¨ªa legitimado esa pr¨¢ctica con su parad¨®jica concepci¨®n del escribir mexicano en tanto "tradici¨®n de la ruptura".
Para Paz, el hacer nacional, desde la irrupci¨®n modernista y la reivindicaci¨®n de la vanguardia, queda marcado por el comportamiento que lo escinde entre la revoluci¨®n permanente y el cambio concebido como continuidad. Eliminar sus versos de la l¨ªnea po¨¦tica, rupturista y conservadora a la vez, que ¨¦l entroniza como caracter¨ªstica de lo mexicano cumplir¨ªa con su propio precepto, llevando al extremo su vindicaci¨®n subversiva.
Por eso, Paz preside in ausentia una antolog¨ªa que se aventura a partir sin ¨¦l, incorpor¨¢ndolo, no obstante, por el camino de no hacerlo. S¨®lo as¨ª, consigue aceptarlo como origen absoluto para la producci¨®n que recopila, tanto m¨¢s constituyente cuanto m¨¢s perdido, con todo el poder referencial de una omisi¨®n fundante. Como indica en su brillante estudio inicial el cr¨ªtico venezolano Miguel Gomes, Paz informa la poes¨ªa que viene tras ¨¦l en M¨¦xico y en toda Am¨¦rica de este modo contradictorio y, por tanto, altamente eficaz.
De su legado, la poes¨ªa mexicana hereda justo los instrumentos para divergir y distanciarse de ¨¦l, hereda el movimiento que la diferencia y las preocupaciones a las que responde con una originalidad siempre variable: la minuciosidad con que aborda su tarea, el profesionalismo de la expresi¨®n, la escritura como indagaci¨®n, el entronque con la historia y la vocaci¨®n universalizadora de su actitud. En una especie de globalizaci¨®n cultural en que ya incurriera Paz, la l¨ªrica ¨²ltima de M¨¦xico maneja todas las tendencias, los ritmos, las coordenadas ajenas con una extranjer¨ªa insistente que la vuelve todav¨ªa m¨¢s ella misma.
En torno a esos rasgos here-
dados y modificados con la contradanza del continuismo y la variante, los ant¨®logos explican su n¨®mina de nombres evocados. Si hay voces que se echan de menos -como en toda antolog¨ªa faltan poetas que construyen el claroscuro del acervo incluido-, tambi¨¦n hay bastantes que se agradecen por digno ejemplo de un trabajo notable, cuyos signos de genialidad eran visibles en ese padre y dios tutelar del que emana desgaj¨¢ndose.
El recorrido por esa riqueza que nos ofrece Tigre la sed reserva sorprendentes hallazgos y valiosas precisiones: es un recorrido, pero tambi¨¦n un diagn¨®stico, un retrato, una separaci¨®n cr¨ªtica que esboza madurez.
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