De la lucha de clases a la lucha de frases

El PSPV-PSOE de Joan Ignasi Pla ha culminado estos d¨ªas su selecci¨®n de candidatos a las principales capitales valencianas. La cabeza de cartel ya est¨¢ hecha, con Pla como candidato a la presidencia de la Generalitat, Carmen Alborch a la alcald¨ªa de Valencia, Etelvina Andreu a la de Alicante y Juan Mar¨ªa Calles a la de Castell¨®n. Dos veteranos y dos nuevos en la plaza. ?Y por qu¨¦ esta selecci¨®n de candidatos? Pues ya se sabe que los designios del se?or son inescrutables en el seno del PSPV, porque hasta el momento se desconoce que hayan hecho una selecci¨®n teniendo en cuenta el posicionamiento de los electores. El PP aplaza su decisi¨®n oficial al 31 de septiembre, aunque apostar¨¢ sobre candidatos que, al menos, ofrecen varias victorias electorales.

Los especialistas en procesos electorales dicen que hay tres sistemas para convencer a los ciudadanos en unas elecciones. Uno: confiar en que el elector se comporte como un ser reflexivo. Dos: que el candidato sea guapo, simp¨¢tico, conocido, valorado y sepa recabar la confianza del elector. Y tres: aplicar un cierto orden impredecible que siembre el caos en el proceso electoral y confiar en el llamado efecto mariposa. Y, pese a todo esto, se puede fracasar. Ejemplo: Gore frente a Busch.

?Qu¨¦ m¨¦todo utilizar¨¢ Pla para ganar en las elecciones del 2007? Por ahora s¨®lo parece que ha hecho suya una consigna muy popular en las campa?as sudamericanas: "De la lucha de clases a la lucha de frases". Y rodea sus acciones de frases altisonantes que movilizan el ansia de su feligres¨ªa pero no recoge votos de los electores desorientados. Igual conf¨ªa en que sea el PP quien las pierda.

El PSOE decidi¨® a partir del a?o 2000 renunciar a la propuesta de "todo est¨¢ mal". Frente al "todo va bien" de Aznar, Zapatero entr¨® en un juego constructivo que le dio mejor resultado que la negatividad permanente sobre las que cabalgaban Almunia y Borrell. La ¨²ltima intentona en esta direcci¨®n fue la de Rafael Simancas para las elecciones a la Asamblea de Madrid y fue un rotundo fracaso. Pese a todo lo que pas¨® con el tr¨¢nsfuga Tamayo, lo madrile?os huyeron de la confusi¨®n catastrofista del eslogan socialista y se fueron hacia "el buen gobierno" que promet¨ªa una Esperanza Aguirre vestida de blanco.

Pero Pla se empe?a en utilizar la tradici¨®n socialista y acude a la estrategia de Simancas, a¨²n a sabiendas de que puede darle escaso resultado. ?Le cabe otra alternativa? Etelvina Andreu, Juan Mar¨ªa Calles o Carmen Alborch tienen un nivel de conocimiento y notoriedad muy bajo en sus respectivas demarcaciones y no cabe grandes dosis de reflexi¨®n en el electorado valenciano. Queda s¨®lo confiar que los elementos impredecibles de la teor¨ªa del Caos cambien el sentido del voto. Y en eso est¨¢n.

Eso, necesariamente, obliga a resaltar el c¨®digo negativo de la actuaci¨®n pol¨ªtica del gobierno Camps y las alcald¨ªas del PP. Y por eso tienen especialistas buscando las tripas a la gesti¨®n municipal de Luis D¨ªaz Alperi, Rita Barbera y Alberto Fabra. Dinero y motivos para la tarea no les faltar¨¢. Pero pueden equivocar el tiro. Porque los mismos expertos que definen los tres m¨¦todos para ganarse el voto, explican que no se puede ir en contra de la percepci¨®n que quiere sentir el grupo de indecisos que siempre ha decidido la mayor¨ªa en la Comunidad Valenciana. Y ojo, estamos ante una sociedad hedonista a la que no le gusta que le amarguen la fiesta todos los d¨ªas. S¨®lo lo justo.

Los candidatos de Pla (y tambi¨¦n de Jordi Sevilla) no despiertan emociones, ni en su haber aportan grandes capacidades pol¨ªticas o como gestores, por mucho que gusten a su feligres¨ªa. Eso s¨ª. Aportan el respaldo de una marca: el PSOE de Zapatero, que en estos tiempos es mucho. Por eso mucho me temo que el recurso va a ser la teor¨ªa del caos, lo que no resulta lo m¨¢s aconsejable para un proceso en el que quien decide es el llamado voto fr¨¢gil, al que menos le gustan los ruidos excesivos. Es un problema cuando los candidatos est¨¢n elegidos s¨®lo a gusto del partido.

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