Dos suizos y un tri¨¢ngulo
Los suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron (Basilea, 1950) se hicieron famosos a principios de los noventa por la exquisita piel con la que sab¨ªan envolver sus edificios. As¨ª, forrado de tiras de cobre, un molesto centro de control ferroviario pasaba a convertirse en una enigm¨¢tica escultura. Y en un almac¨¦n de caramelos, una fachada de cristal serigrafiado se transformaba en un velo misterioso. Misterio, texturas, figuras geom¨¦tricas puras y acabados de orfebre. Esos componentes les reportaron fama internacional. Y con esa base, despegaron. Pero fueron sus ideas las que los situaron entre los mejores proyectistas del mundo. Todav¨ªa en los noventa, lograron una entrada triunfal en Estados Unidos al construir para las bodegas Dominus, en California, un prisma tumbado, apenas un escal¨®n en el paisaje levantado a base de piedras bas¨¢lticas apresadas en una malla met¨¢lica. Las piedras, de lejos, parec¨ªan pertenecer al lugar. De cerca, permit¨ªan que las barricas envejecieran ventiladas.
En 2000, la idea de vaciar la sala de turbinas de la Tate Modern y levantar el techo de la antigua central el¨¦ctrica dot¨® al proyecto londinense del espacio m¨¢s famoso del competitivo mundo de los museos contempor¨¢neos y cerr¨® su ¨¦poca discreta. Recibieron el m¨¢ximo galard¨®n al que puede optar un arquitecto, el Premio Pritzker, y les llegaron encargos de todo el planeta. Herzog lo contaba a este peri¨®dico al cruzar el umbral de los 50 a?os: les hab¨ªa llegado el momento de arriesgar. Y arriesgaron. De las texturas exquisitas pasaron a las formas ins¨®litas, y al reconocimiento cr¨ªtico se a?adi¨® la popularidad universal de la que gozan hoy. Convirtieron en globo el estadio que construyeron en M¨²nich para el ¨²ltimo mundial: una piel pl¨¢stica de almohadones de EFTE (etil-tetra-fluor-etileno) lo hace parecer leve durante el d¨ªa y monumentalmente festivo cuando est¨¢ iluminado. Una propuesta de ligereza que han vuelto a explotar para el futuro estadio ol¨ªmpico de Pek¨ªn: un enorme cesto met¨¢lico que parece tejido como un nido. Adem¨¢s, el a?o pasado consiguieron en el Museo de Young, en San Francisco, que un tri¨¢ngulo que brota del bosque parezca sujetarse sobre un solo v¨¦rtice. En Espa?a, siguiendo la estela de rehabilitaci¨®n industrial que firmaron para la Tate, la sede del Caixaf¨®rum en Madrid ser¨¢ el museo m¨¢s vanguardista del paseo del Prado. En Tenerife ganaron el concurso para reordenar una zona del puerto y en Jerez de la Frontera hicieron lo propio dise?ando la Ciudad del Flamenco entre muros perforados en celos¨ªa. En Barcelona, entre tanto, tumbaron un descomunal tri¨¢ngulo equil¨¢tero que, a pesar de las cr¨ªticas, se convirti¨® en el emblema del F¨®rum 2004. Ahora Londres espera su propio juego de tri¨¢ngulos: desencajado, ambiguo y ambivalente. Arriesgado.
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