Palestino hasta que se demuestre lo contrario
Hoy me encontr¨¦ con un amigo que no ve¨ªa desde hac¨ªa un a?o y 25 d¨ªas. Estrechamos las manos y nos congratulamos mutuamente por el encuentro fortuito. Su semblante hab¨ªa cambiado, su barba ya no cuadraba su cara como antes, con una l¨ªnea en cada mejilla pacientemente trazada delante del espejo, sus p¨¢rpados hab¨ªan ennegrecido y su piel curtida recordaba a la del que acaba de realizar un largo viaje por mar. Cuando le pregunt¨¦ cu¨¢ndo hab¨ªa salido de prisi¨®n me sorprendi¨® el dato exacto e inmediato: 25 d¨ªas. Uno se imagina que la libertad no se cuenta, que las muescas paralelas y la diagonal que las tacha son h¨¢bitos carcelarios del que conoce su sentencia y colecciona el tiempo pasado para abstraerse del que resta por pasar.
Yo llevo 12.548 d¨ªas en libertad, calculados a base de multiplicaciones, sumas y restas, y, a no ser que infrinja la ley y un tribunal demuestre lo contrario a mi inocencia, tengo muchas posibilidades de seguir no contando los d¨ªas. A diferencia de mi amigo, que fue liberado despu¨¦s de un a?o de detenci¨®n administrativa en varias prisiones israel¨ªes sin cargos y sin juicio. Lo arrestaron los militares en una carretera, como a muchos otros, sencillamente por ser palestino. Y como es pr¨¢cticamente imposible demostrar que uno no es de su lugar de origen, declararse no palestino hasta que se demuestre lo contrario es in¨²til, por no decir absurdo. As¨ª que primero se lo llevaron a la c¨¢rcel del N¨¦guev, tristemente c¨¦lebre por ser uno de los peores lugares que a uno le pueden tocar. Luego lo trasladaron a una habitaci¨®n de dos metros cuadrados con la luz encendida a todas horas, un zumbido constante que le imped¨ªa conciliar el sue?o y las espor¨¢dicas palizas de sus guardianes israel¨ªes.
Me contaba que, desde la victoria de Ham¨¢s y la suspensi¨®n de los fondos de ayuda bilateral, el presupuesto de la ANP no alcanza para el pago de los 1.000 ILS mensuales que antes otorgaba a las familias de los palestinos en prisi¨®n, y que la desesperaci¨®n hab¨ªa arrastrado a algunos de sus compa?eros a ofrecer la venta de sus propios ¨®rganos para poder enviar algo de dinero a casa.
Dada la cobertura medi¨¢tica que recibe este conflicto, muchos de los que trabajamos en Palestina nos preguntamos a menudo c¨®mo hay que contar lo que aqu¨ª sucede para que en Occidente la imagen de Israel sea la que dicta su sistem¨¢tica violaci¨®n de derechos y libertades.
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