Jornada de entierros en Gaza
Samir Okal sepulta a su esposa, a su hija de cuatro a?os y a su beb¨¦ tras un ataque israel¨ª
Gaza enterr¨® ayer 24 cad¨¢veres. Y cinco m¨¢s sepultar¨¢ hoy, despu¨¦s de que una mujer de 75 a?os falleciera por la metralla de un proyectil israel¨ª cuando estaba en su casa, en el campo de refugiados de Yabalia, y de que tres j¨®venes perdieran la vida frente a los blindados en un barrio de la capital de la franja. El quinto, el ¨²nico miliciano, muri¨® en un tiroteo en un puesto de control en el sur de Jerusal¨¦n.
Pero nadie sufri¨® tanto como la familia Okal. Samir, un obrero de 36 a?os, mostraba abatimiento, y tambi¨¦n furia, en el hospital Shifa. Su hija Sumaya, de 13 a?os, yace desde el mi¨¦rcoles aquejada de muerte cerebral en una cama tras otro brutal ataque israel¨ª; su esposa, Asma, muri¨®; otra de sus peque?as, Mariam, de 4 a?os, pereci¨®. Y el mismo destino corri¨® Shahed (miel en ¨¢rabe), su beb¨¦ de ocho meses. Y as¨ª casi todos los d¨ªas desde el 25 de junio, cuando un comando palestino captur¨® a un soldado jud¨ªo al que mantiene cautivo. La venganza israel¨ª no hace distingos: civiles y milicianos pagan por igual. La cifra de muertes supera ya las 150. Los heridos -s¨®lo ayer 15- se cuentan por centenares.
El Ej¨¦rcito israel¨ª interfiere las radios palestinas y anuncia qu¨¦ edificio bombardear¨¢
S¨®lo se habla de destrucci¨®n en Gaza. El martes, los funcionarios cobraron medio salario. No cobran sus mensualidades desde hace cinco meses, desde que la comunidad internacional impusiera un bloqueo econ¨®mico al Gobierno palestino tras el triunfo del movimiento islamista Ham¨¢s en las elecciones de enero. "Antes se hablaba de los sueldos. Pero ahora es tiempo de funerales. Adem¨¢s, la gente no tiene nada que hacer. S¨®lo sentarnos a escuchar el estruendo de las bombas. Ni siquiera las facciones andan pele¨¢ndose", comenta ir¨®nico por tel¨¦fono un lugare?o.
En el sepelio de los Okal, el im¨¢n asegur¨® que "nadie est¨¢ al margen de las amenazas israel¨ªes, que todos pueden ser alcanzados en cualquier lugar". Gaza es un gueto -cerrado a cal y canto por las tropas hebreas- que s¨®lo los prebostes de la anterior Autoridad Nacional Palestina, miembros de Fatah, el partido del presidente, Mahmud Abbas, pueden abandonar.
Sin apenas luz desde hace un mes, despu¨¦s del bombardeo de la ¨²nica central el¨¦ctrica, no se puede ver la televisi¨®n la mayor parte del d¨ªa. Achicharrados por el est¨ªo, la inmensa mayor¨ªa no disfruta de aire acondicionado. Ni de ventiladores. Nada hay que hacer, y permanecer en casa es agobiante.
Una diversi¨®n macabra comienza a ganar adeptos. Cientos de personas se amontonan a las puertas del hospital Shifa a la espera de la llegada de las ambulancias con los heridos o muertos a manos de la aviaci¨®n o la artiller¨ªa israel¨ªes. Con el o¨ªdo puesto en la radio, los palestinos celebran y se felicitan por las bajas causadas por Hezbol¨¢ al Ej¨¦rcito hebreo en el frente liban¨¦s. Aunque a trav¨¦s de las ondas llegan noticias muy alarmantes.
Los militares interfieren emisoras para anunciar, con mensajes en ¨¢rabe, que los vecinos de tal inmueble disponen de un lapso reducido de tiempo para abandonarlo. Sucedi¨® ayer con los vecinos de los edificios adyacentes al Colegio de Agricultura en Gaza. Dejaron viviendas a toda prisa presas del p¨¢nico. Aguardaron varias horas y el edificio no fue bombardeado. Pero regresar supone un trago amargo. Porque otras veces la casa amenazada s¨ª es atacada. Le ocurri¨® a Omar al Mamluk, quien, seg¨²n informa Reuters, recibi¨® una llamada por tel¨¦fono el mi¨¦rcoles en su domicilio. "?Qu¨¦ IDF [Fuerzas de Defensa de Israel, en sus siglas en ingl¨¦s]? ?Es una broma?", contest¨® a una llamada del Ej¨¦rcito. "No bromeamos con nadie", afirm¨® el soldado. La vivienda fue reducida a escombros.
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