El sujeto
Podr¨ªa pensarse que Joseba Egibar es un personaje retro. Sigue siendo, sin embargo, presidente del PNV en Guip¨²zcoa, por lo que no conviene desde?ar sus opiniones. Estas no se caracterizan por su variedad, y giran por lo habitual en torno a tres conceptos con los que se ha elaborado un discurso a cuya omnipresencia entre nosotros ha contribuido de forma decisiva. Estos tres conceptos son: sujeto pol¨ªtico, capacidad de decisi¨®n y conflicto.
Resulta dif¨ªcil establecer prioridades entre ellos, puesto que los tres se solapan y no son sino derivaciones de un axioma a cuya sola luz adquieren su significado: Euzkadi, hoy Euskal Herria, es la patria de los vascos. Ese ser¨ªa el sujeto pol¨ªtico, que, en tanto que tal, deber¨ªa tener capacidad de decisi¨®n, y que, en la medida en que no lo tiene, constituye un conflicto irresuelto. Todo tan condicional como su axioma de partida, puesto que entre el si fuera (la patria) y el es, el ¨²nico v¨ªnculo de necesidad lo establece el conflicto. En el origen, en realidad, no est¨¢ la patria sino el conflicto, aunque en la concatenaci¨®n narrativa ¨¦ste se coloque al final. Ese es el hecho crudo que da plausibilidad al deseo, de ah¨ª que haya que inventarlo si es necesario y que, desde luego, haya que mantener viva su llama hasta el final.
En el universo plat¨®nico egibariano, el conflicto est¨¢ m¨¢s all¨¢ del ente, es m¨¢s real que cualquier apariencia
Por eso a Joseba Egibar no le gusta c¨®mo est¨¢ llevando Zapatero el proceso en curso, "una adormidera pol¨ªtica con la que trata de anestesiar a este pueblo y hacerle despertar gozosamente en una Espa?a constitucional, con la historia de que hay un proceso de paz en marcha y de que ETA deja las armas". Ya ven que ni la Espa?a constitucional, ni el gozo de los ciudadanos, ni la misma ETA le merecen mayor consideraci¨®n ante lo que ¨¦l considera esencial.
Que despache con desd¨¦n el gozo de los ciudadanos me parece comprensible en alguien con alma de caudillo. Las patrias se construyen con sangre -con conflicto, dir¨ªa ¨¦l-, como le le¨ª declarar hace ya alg¨²n tiempo en una entrevista a otro miembro de su partido, sangre que ¨¦l evitaba construyendo guerritas con soldaditos de plomo. ?M¨¢s luz!, que dir¨ªa Goethe, ante semejantes lumbreras. Pero dejemos a un lado el gozo, y sorteemos igualmente el desprecio que le merece a este campe¨®n de los sujetos pol¨ªticos la Espa?a constitucional.?Y ETA, cuyo final le parece una historia como el cuento de Caperucita?
ETA siempre fue una expresi¨®n del conflicto, lamentable, eso s¨ª, pero nada m¨¢s que una expresi¨®n. Si desaparece ahora, pues, estupendo, pero por ello no se habr¨¢ modificado lo esencial si el conflicto perdura. Lo transcendente nunca se agota en una de sus manifestaciones. Habr¨¢ quien se pregunte que por qu¨¦ entonces tanta premura en vincular el final de ETA, si es s¨®lo un avatar desdichado, con la resoluci¨®n del conflicto. Si lo que desaparece no agota la naturaleza de aquello de lo que es expresi¨®n, no cuesta concluir que habr¨¢ siempre motivo para que esa naturaleza siga viva, sin dejar resquicio alguno al gozo, y para que exija su resoluci¨®n. Habr¨¢ otro momento o, mejor dicho, siempre habr¨¢ momento, de modo que la necesidad de que sea ahora cuando haya de alcanzarse el final deseado, ahora que puede estar por concluir esa manifestaci¨®n desdichada, fatal, no deseada del conflicto esencial, puede suscitar fundadas sospechas. ?No ser¨¢ que la manifestaci¨®n ETA del conflicto es, en realidad, el conflicto mismo en tanto que su expresi¨®n ¨²nica, y dado que el conflicto s¨®lo puede existir como manifestaci¨®n?
Con esto, naturalmente, no quiero dar a entender que Joseba Egibar desee que ETA perdure si su disoluci¨®n va a suponer que el conflicto quede horro de cualquier expresi¨®n que lo haga evidente. No, en absoluto, nada m¨¢s lejos de mi intenci¨®n. En el universo plat¨®nico egibariano, el conflicto est¨¢ m¨¢s all¨¢ del ente, y a ¨¦l, como a san Agust¨ªn, le basta con la introspecci¨®n para saber que el conflicto est¨¢ en ¨¦l y que, por tanto, es m¨¢s real que cualquier apariencia. ?l es un funcionario del conflicto, forma parte de su sanedr¨ªn, y esa su condici¨®n de juez le salva de ser parte de cualquier desdicha. No est¨¢ por encima del Bien, pero s¨ª, siempre, por encima del Mal.
Su problema reside en que no le basta con ser ¨¦l un sujeto pol¨ªtico que es, adem¨¢s, un conflicto. No, ¨¦l necesita el reconocimiento de otro sujeto pol¨ªtico m¨¢s amplio tan conflictivo como ¨¦l y que d¨¦ satisfacci¨®n a su deseo. Por eso necesita bronca, a la que denomina "socializar el proceso de paz". Si la expresi¨®n derivada escupe sangre, no es algo que a ¨¦l vaya a afectarle. Desde su emp¨ªreo, dejar¨¢ que esas cuestiones las resuelva la teodicea. ?l a lo suyo.
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