Odiseo en M¨¦rida
Escrita hace unos dos mil setecientos a?os por un poeta y narrador del que no sabemos nada, salvo que era un genio y que para componer su poema se vali¨® de mitos, historias y leyendas que desde hac¨ªa siglos vagabundeaban por las islas y orillas del Mediterr¨¢neo, La Odisea es, m¨¢s todav¨ªa que La Il¨ªada, el texto literario y la fantas¨ªa m¨ªtica que funda la cultura occidental.
Ninguna otra ficci¨®n, ni las m¨¢s ricas y hechiceras invenciones que han jalonado la larga historia de ese abigarrado conjunto de lenguas, pa¨ªses, costumbres, tradiciones y creencias que constituyen esa civilizaci¨®n, ha mantenido, por tanto tiempo y con tanta fuerza, su car¨¢cter emblem¨¢tico, ni conservado una lozan¨ªa tan constante, ni ha fascinado una y otra vez a tantas generaciones, incit¨¢ndolas a traducirla, adaptarla, recrearla e interpretarla para p¨²blicos y lectores, oyentes y espectadores tan diversos, como la gesta de Odiseo. Viejos y ni?os, pensadores profundos y analfabetos, eruditos y so?adores, todas las variantes de la especie humana han acompa?ado de alguna manera, en una o en varias o en todas las aventuras que vivi¨®, al h¨¦roe aqueo de la guerra de Troya al que una y otra vez el vengativo Poseid¨®n cierra el trayecto de retorno a ?taca, en los diez a?os que dura su regreso a su peque?o reino de aldeanos y de cabras, una islita perdida en el mar J¨®nico, y compartido con ¨¦l las fant¨¢sticas pruebas que debe vencer antes de llegar a reunirse con Pen¨¦lope y recuperar su reino.
?Qu¨¦ explica ese extraordinario poder de convocaci¨®n y de supervivencia? Ante todo, la calidad de su factura literaria, desde luego. El poema hom¨¦rico parece escrito hoy d¨ªa por un fabulador que domina todos los secretos del arte de contar y que ha asimilado, en su sabidur¨ªa de narrador, todas las t¨¦cnicas y experimentos formales, desde la invenci¨®n de un tiempo propio para su historia hasta las m¨¢s atrevidas mudanzas del punto de vista del narrador, y los cambios de nivel de realidad que crean, para la historia de Odiseo, un mundo total y m¨²ltiple, hecho de historia y fantas¨ªa, de memoria y sue?o, de delirio y testimonio. Pero estas son consideraciones para lectores intelectuales, es decir, una minor¨ªa insignificante, no para el inmenso p¨²blico que se asquea de los canibalismos de Polifemo, se fascina con la hechicera Circe, se aterra con los monstruos marinos Escila y Caribdis, o se enamora de la c¨¢ndida Nausica.
Para ese p¨²blico, el mundo de Odiseo, elaborado con la m¨¢s refinada materia verbal y la sabidur¨ªa de un soberbio contador, es sobre todo una manera de vivir y de ser, un prototipo en el que ve reflejado algo que representa no lo que es, sino, m¨¢s bien, lo que no es y le gustar¨ªa ser. ?Qui¨¦n y c¨®mo es Odiseo? A simple vista, un aventurero curtido en las artes de la guerra, que destac¨® por su audacia y valent¨ªa en la guerra de Troya, y que, ayudado por dioses como Palas Atenea y Hermes, se enfrenta y vence a enemigos brutales como el C¨ªclope, o sutiles y atractivos, como las sirenas, y, al mismo tiempo que lucha, padece, ve desaparecer a todos sus compa?eros, goza y se divierte con las bellas mujeres -inmortales y mortales- que caen rendidas a sus pies y con sus propias haza?as, que, luego de vivirlas, conserva en la memoria para poder contarlas despu¨¦s. ?Y con qu¨¦ verba y elocuencia!
Porque ¨¦se es tambi¨¦n un rasgo central de la personalidad del h¨¦roe de La Odisea y, acaso, el principal, es decir, m¨¢s importante que la de guerrero y protagonista de haza?as vividas: la de contador de historias. ?Vivi¨® de veras Odiseo las historias maravillosas que cuenta a los deslumbrados feacios en la corte del rey Alcino? No hay manera objetiva de saberlo. Pudiera ser que s¨ª y que su excelente memoria y su habilidad narradora simplemente enriquecieran sus credenciales de hombre de acci¨®n. Pero podr¨ªa ser, tambi¨¦n, que fuera un genial embaucador, el primero de esa interminable estirpe de fabricantes de mentiras literarias, tan bellas y seductoras que los lectores y oyentes las vuelven a veces verdades, creyendo en ellas: los fabuladores. Hay muchos indicios, en el poema, de que Odiseo cuenta falsedades, se contradice en lo que cuenta y da versiones distintas de un mismo hecho o personaje a p¨²blicos distintos. Si eso fuera as¨ª, y Odiseo, antes que un h¨¦roe en la vida lo fuera de la imaginaci¨®n, ?se empobrecer¨ªa acaso? En absoluto: simplemente la que cuenta ser¨ªa una historia distinta de aquella en la que ¨¦l hac¨ªa de protagonista y transcriptor; en ¨¦sta, el rey de ?taca ser¨ªa el ilusionista, el creador.
La verdad es que basta asomarse a la vertiginosa bibliograf¨ªa generada por La Odisea paracomprender que siempre habr¨¢ argumentos suficientes para dar a ambas lecturas de su personaje central una gran fuerza persuasiva. Lo que quiere decir, entre otras cosas, que Odiseo es un personaje ambiguo, que no se deja encajonar en ninguna categor¨ªa r¨ªgida, que se escurre de toda tentativa de encasillarlo de una vez y para siempre en una personalidad un¨ªvoca. En verdad, esa ambig¨¹edad es lo m¨¢s atractivo que tiene: estar en el mundo objetivo de la realidad y en el subjetivo de la fantas¨ªa, en la historia y en el mito, en la mentira y la verdad, es decir, en lo vivido y lo so?ado a la vez.
Tal vez sea eso lo que desde hace casi tres milenios nos tiene sometidos al encantamiento de Odiseo. Pocas obras muestran y nos hacen vivir y comprender mejor, desde adentro, los poderes de la ficci¨®n para enriquecer la vida pedestre, la existencia municipal que es la de la inmensa mayor¨ªa de las gentes. Con el soberano de ?taca, navegante esforzado o palabrero simulador, la vida mediocre en la que estamos inmersos se abre de par en par y otra la reemplaza, de proezas y mudanzas inusitadas, de color y violencia, de delicadeza y maravilla, de ternura y pasiones desatadas. Una vida que es la de las peripecias inveros¨ªmiles que protagoniza o inventa Odiseo, y que, gracias a su poder de persuasi¨®n, resultan ciertas, puesto que, al leerlas u o¨ªrlas, las vivimos con ¨¦l.
El de La Odisea es un mundo de cuentos y de apetitos en libertad. Hombres y mujeres gozan comiendo, bebiendo, danzando, am¨¢ndose, tanto como oyendo a los aedos o bardos contarles historias ver¨ªdicas o fabulosas, ayudados con una c¨ªtara. En ese mundo no hay una frontera impermeable entre el cuerpo y el esp¨ªritu, ambos son el anverso y el reverso de lo humano y, por eso, los seres que han alcanzado a realizarse de manera m¨¢s cabal, como el h¨¦roe del poema, viven sumergidos en ambos, gozan de ambos como si esos dos mundos fueran inseparables, uno solo.
Entre las muchas cosas que ha sido, hay una constante en la cultura occidental: la fascinaci¨®n por los seres humanos que rompen los l¨ªmites, que, en vez de acatar las servidumbres de lo posible, se empe?an, contra toda l¨®gica, en buscar lo imposible. El Quijote es uno de los paradigmas de este hero¨ªsmo tr¨¢gico, de ese ideal que, aunque la cruda realidad lo haga a?icos, sigue all¨ª, estimul¨¢ndonos con su ejemplo a seguir intentando alcanzar lo inalcanzable. Tal vez alguien lo logre, alguna vez, como lo logr¨® Odiseo, en los albores de la historia. Y en todo caso, aun cuando aquello fuera una quimera, siempre queda la estratagema del viaje a la ficci¨®n -la mentira que se vive de verdad-, donde se pueden infringir todos los l¨ªmites, porque no hay l¨ªmites o porque, en ella, un ser mortal y fugaz, como el rey de ?taca, puede incluso derrotar a los dioses todopoderosos (por ejemplo, los que persiguen a Odiseo, Poseid¨®n y Helios Hiperi¨®n).
Este a?o, como una prueba m¨¢s de la inagotable fecundidad del poema hom¨¦rico para generar relecturas y versiones, el Festival de Teatro Cl¨¢sico, de M¨¦rida, en Extremadura, presenta cuatro espect¨¢culos, muy diferentes uno de otro, pero todos inspirados en La Odisea. El que yo he escrito se llama Odiseo y Pen¨¦lope, y es una versi¨®n minimalista de la historia cl¨¢sica, que los dos protagonistas cuentan, interpretan y leen, una vez concluida la matanza de los pretendientes y las siervas traidoras, en ?taca. Ambos personajes se metamorfosean sin cesar, sobre todo Pen¨¦lope, fieles en esto a una vocaci¨®n que parece ser la norma en la cultura helena primigenia, donde todos los seres, humanos, dioses y animales, padecen de inestabilidad ontol¨®gica y no son nunca lo que son para siempre, sino de manera provisional: todos viven varias vidas, como si fueran personajes y cosas de ficci¨®n.
El texto es fiel al esp¨ªritu del poema y recrea, en formato menor, los principales episodios del viaje de Odiseo, pero prescinde de la primera parte, el peregrinaje de Tel¨¦maco en busca de noticias de su padre, y de las ocurrencias que tienen lugar luego del reencuentro de Odiseo y Pen¨¦lope. Igual que en un espect¨¢culo anterior, La verdad de las mentiras, pero de manera m¨¢s org¨¢nica esta vez, he tratado de fundir el antiqu¨ªsimo arte de los contadores de cuentos, forma primera de la literatura y sin duda del teatro, con la representaci¨®n dram¨¢tica y la lectura p¨²blica, un quehacer sutil y creativo que la vida moderna tiende tristemente a desaparecer.
Tambi¨¦n esta vez he contado con dos colaboradores de excepci¨®n: el director Joan Oll¨¦ y Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n, a quienes se han sumado ahora, como escen¨®grafo, Frederic Amat y, en el dise?o de las luces, Lionel Spycher. Una peque?a aventura como ofrenda al primero de nuestros aventureros, un peque?o viaje en honor del gran viajero, un peque?o sue?o de amor al gran amador y al mejor so?ador de nuestra literatura.
? Mario Vargas Llosa, 2006. ? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario EL PA?S, SL, 2006.
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