La ¨²ltima batalla de Castro / 2
Viv¨ª en La Habana durante el Periodo Especial. El Gobierno no ten¨ªa dinero para importar combustible; en las calles de la ciudad, las bicicletas sustituyeron a los coches, y hab¨ªa apagones diarios que pod¨ªan durar hasta 12 horas. Mucha gente no ten¨ªa para comer y viv¨ªa del plato m¨¢s b¨¢sico de la cocina cubana, ch¨ªcharo -papilla de guisantes majados- o de agua y az¨²car. El crimen aument¨® enormemente. Castro reaccion¨® permitiendo una cierta actividad de empresa privada y el uso legal del d¨®lar, adem¨¢s de abrir la isla al turismo de masas; unas medidas que salvaron al r¨¦gimen.
En el ¨²ltimo a?o, Castro -fortalecido por las entregas de petr¨®leo barato de Hugo Ch¨¢vez, el presidente de Venezuela, y por las inversiones chinas- ha gravado con un impuesto muy elevado las transacciones en d¨®lares. Como consecuencia, Cuba es mucho m¨¢s cara para los extranjeros, aunque los europeos que compran paquetes tur¨ªsticos siguen descansando en hoteles de playa con todo incluido, en los que tienen escaso contacto con los cubanos. Eso es lo que parece querer Castro. "A Fidel siempre le ha asqueado el turismo, porque fomenta la prostituci¨®n y aumenta las desigualdades sociales", me dijo Aurelio Alonso. "El turismo es perjudicial porque crea un contraste entre una poblaci¨®n que vive muy mal y otra que vive muy bien". En un discurso reciente, Castro habl¨® de los restaurantes privados de propiedad familiar t¨ªpicos de Cuba, los paladares -otra concesi¨®n del Periodo Especial-, y dijo: "S¨¦ que a nuestros vecinos del norte les duele, pero es muy posible que de aqu¨ª a unos a?os no queden paladares en Cuba".
Si est¨¢ al mando Ra¨²l, la moderaci¨®n no ser¨¢ lo m¨¢s habitual. Puede ser dogm¨¢tico y brutal
En el ¨²ltimo a?o Castro se ha fortalecido con el petr¨®leo barato de Hugo Ch¨¢vez
El a?o pasado, casi 3.000 cubanos fueron interceptados en el mar y repatriados
"En Cuba s¨®lo tenemos tres alternativas: robar, remar o joderse", me dijo una mujer
Fidelito es muy parecido a su padre, como el propio Fidel con 30 a?os menos
Las reformas del Periodo Especial las llev¨® a cabo Carlos Lage, el tercer miembro del equipo de relevo. Sin embargo, en los ¨²ltimos tiempos, da la impresi¨®n de que Lage est¨¢ marginado, al menos en la pol¨ªtica econ¨®mica; parece ser, seg¨²n me cont¨® una mujer perteneciente al Partido, que Castro la lleva personalmente. "Es algo que tiene a la gente preocupada, porque, como sabemos todos, la econom¨ªa no es precisamente lo que se le da mejor a Fidel".
Un diplom¨¢tico del Este de Europa me dijo: "Para m¨ª, el rasgo que distingue a esta dictadura" -y a?adi¨® r¨¢pidamente: "?Pero por favor, no emplee esa palabra!"- "es c¨®mo est¨¢ construyendo Fidel lo que vendr¨¢ despu¨¦s. Su problema era que, despu¨¦s de abrir la econom¨ªa en los a?os noventa, apareci¨® un nuevo estrato social, con opiniones pol¨ªticas propias y del que han salido dirigentes que sostienen esas opiniones. Despu¨¦s de cierta estabilizaci¨®n de la situaci¨®n econ¨®mica, los l¨ªderes cubanos empezaron a pensar en c¨®mo deshacerse de esos estratos sociales". Y concluy¨®: "Creo que todo esto lo est¨¢n haciendo para prepararse para los problemas sociales que ser¨¢n inevitables cuando muera Fidel".
Las contradicciones de la sociedad cubana son evidentes e inquietantes. Las antenas parab¨®licas est¨¢n prohibidas, pero muchos las instalan en secreto y, con frecuencia, sintonizan emisoras anticastristas de Miami. Las prostitutas que se congregaban en las calles de La Habana en los peores momentos de los a?os noventa son hoy menos visibles, pero, a pesar de las duras acciones policiales, siguen existiendo. Una tarde, fui a un popular local nocturno de La Habana que se encuentra enfrente de la sede del Comit¨¦ Central del Partido Comunista Cubano, al otro lado de la Plaza de la Revoluci¨®n. Estaba lleno de j¨®venes jineteras -el nombre con el que se las conoce- con sus novios extranjeros, en general, italianos o espa?oles mucho mayores que ellas. Una chica que me pregunt¨® si quer¨ªa una "cita" parec¨ªa tener 15 a?os o menos.
Visit¨¦ a una veterana militante del Partido y mientras tom¨¢bamos zumo de tamarindo en su terraza se quej¨® largamente del ¨²ltimo empe?o de Castro, una grandilocuente campa?a de ahorro de energ¨ªa que, entre otras cosas, pretende suministrar a todos los hogares cubanos ollas a presi¨®n fabricadas en China. "Despu¨¦s de 47 a?os de revoluci¨®n, ?nos dan ollas a presi¨®n?", dijo con amargura. Y ni siquiera eran gratis. "La energ¨ªa es su obsesi¨®n m¨¢s reciente, y, como en todas las dem¨¢s obsesiones que ha tenido" -y enumer¨® algunas de las m¨¢s quijotescas, como el fracasado esfuerzo de criar una "supervaca" en los a?os ochenta-, "no tenemos m¨¢s remedio que seguirle la corriente".
Me dijo que ya es hora de que Castro se retire. "Cuando veo a Fidel hablando hoy d¨ªa, es como si estuviera viendo a mi abuelo que habla y habla sin ning¨²n motivo concreto. Ya no tiene nada que decir. Y es una pena inmensa", sigui¨®. "La gente sigue respet¨¢ndole, aunque ya no le escucha. Despu¨¦s de ¨¦l no hay nadie m¨¢s. As¨ª que sus sucesores ser¨¢n m¨¢s abiertos, porque tendr¨¢n que hacerlo, no son est¨²pidos".
Un domingo por la tarde fui al Parque Lenin, a las afueras de La Habana. Actuaba un grupo de salsa para un p¨²blico de 400 o 500, sobre todo j¨®venes, que bailaban y beb¨ªan cerveza en vasos de papel. Al terminar el concierto, unos 200 chicos emprendieron a pie el camino de vuelta a la ciudad.
Hab¨ªa una furgoneta de la polic¨ªa aparcada en mitad del camino, con una docena de agentes de uniforme azul alrededor. De pronto, uno de ellos golpe¨® a un adolescente con la porra. Otros agentes se le unieron y empezaron a patear y golpear al chico. Le arrastraron hasta el furg¨®n y le arrojaron a la parte trasera. Varios j¨®venes se tapaban el rostro y se alejaban a trompicones, y me di cuenta de que los agentes les hab¨ªan echado spray de pimienta a los ojos.
En cinco minutos, los polic¨ªas golpearon y detuvieron a ocho o nueve j¨®venes, ninguno de los cuales hab¨ªa hecho -que yo hubiera visto- nada para provocarlos. La gente se limitaba a mirar o se alejaba para apartarse de los agentes. Pregunt¨¦ a un hombre qu¨¦ hab¨ªan hecho los j¨®venes y me dijo, en voz baja: "Nada. Seguramente, alguien delat¨® a uno de ellos. Los polic¨ªas est¨¢n tratando de demostrar qui¨¦n manda. Siempre hacen lo mismo".
Los espectadores podr¨ªan estar mucho menos contenidos cuando falte Castro. Durante el verano de 1994, en pleno apogeo del Periodo Especial, despu¨¦s de unos choques entre las autoridades y gente que intentaba emigrar, cientos de hombres y chicos causaron disturbios en el Malec¨®n. Castro acudi¨® al lugar y se adentr¨® en la mel¨¦e, rodeado por sus numerosos guardaespaldas. Los manifestantes ten¨ªan piedras y ladrillos, pero cuando vieron a Castro los dejaron caer y aplaudieron. El tumulto, que hab¨ªa ido peligrosamente en aumento, empez¨® a disiparse. Despu¨¦s de que Castro se fuera lleg¨® la polic¨ªa antidisturbios, camiones enteros de hombres armados con porras, procedentes de una brigada selecta de trabajadores, que persiguieron, golpearon y detuvieron a los manifestantes que quedaban.
Resulta dif¨ªcil imaginar a cualquiera de los posibles sucesores de Castro con la autoridad para dar un paso semejante, y un brote de ese tipo podr¨ªa extenderse al resto de la isla si no se controlara o si las fuerzas de seguridad tuvieran una reacci¨®n desmesurada. Si est¨¢ al mando Ra¨²l, la moderaci¨®n no ser¨¢ lo m¨¢s habitual. A pesar de su fama de ser una persona c¨¢lida, Ra¨²l puede ser impulsivo, dogm¨¢tico y, en ocasiones, brutal. En 1959 supervis¨® la rendici¨®n de Santiago, la segunda ciudad de Cuba, mientras Castro avanzaba hacia La Habana. All¨ª, en la acci¨®n de represalia m¨¢s destacada tras la victoria de la guerrilla, Ra¨²l presidi¨® la ejecuci¨®n de m¨¢s de 70 soldados y oficiales, que fueron ametrallados y arrojados a una fosa. Hace menos tiempo, en 1996, Ra¨²l organiz¨® una purga de intelectuales del Partido a los que acus¨® de estar contaminados por "ideas capitalistas".
En los ¨²ltimos a?os, Castro ha aumentado el n¨²mero de polic¨ªas en La Habana y les ha ofrecido sueldos equivalentes a los que ganan los m¨¦dicos. Muchos polic¨ªas est¨¢n sacados de las provincias rurales del Este de Cuba, en las que el gobierno cuenta con grandes apoyos, y sufren el desprecio de los habaneros, m¨¢s cosmopolitas.
Tras los disturbios de 1994, Castro alivi¨® en parte la presi¨®n sobre el r¨¦gimen al permitir temporalmente que saliera gente por mar. Hasta 30.000 cubanos intentaron llegar a Florida en el plazo de tres semanas, en la que se denomin¨® crisis de los balseros. Para impedir otro ¨¦xodo mar¨ªtimo, EE UU increment¨® considerablemente la cuota de inmigraci¨®n legal para los cubanos e instituy¨® una pol¨ªtica de pie seco, pie mojado, consistente en que se deporta a los que los guardacostas interceptan en el mar y se deja permanecer a los que consiguen llegar a tierra firme. As¨ª se redujo durante un tiempo el n¨²mero de emigrantes, pero, el a?o pasado, casi 3.000 cubanos fueron interceptados en el mar y repatriados; el doble que en 2004. Tanto en Cuba como en EE UU existen temores de que la inestabilidad social tras la muerte de Castro pueda provocar una inmensa oleada de emigraci¨®n. Algunas hip¨®tesis plantean que podr¨ªa emplearse como excusa para justificar la intervenci¨®n militar estadounidense.
Hoy son muchos los j¨®venes cubanos que no sue?an m¨¢s que con emigrar. En mi ¨²ltimo viaje, un veterano miembro del Partido confes¨® que hab¨ªa ayudado a su propio hijo a marcharse. "Contamos con muchos j¨®venes muy buenos, pero no les gusta que les manden", dijo. "Y me temo que la revoluci¨®n no ha aprendido todav¨ªa que las conciencias de los dem¨¢s no necesitan ser administradas".
Randy Alonso Falc¨®n, de 36 a?os, es uno de los personajes m¨¢s conocidos en la Batalla de las Ideas. Alonso, presentador de la tertulia pol¨ªtica La Mesa Redonda Informativa, pertenece a la direcci¨®n nacional de la Uni¨®n de Juventudes Comunistas (UJC) y es miembro del Mando Central de la Batalla de las Ideas. Todo el mundo le llama Randy.
Conoc¨ª a Alonso, un hombre bajo de aspecto afable y rostro lleno de marcas de viruela, una ma?ana del pasado mes de abril delante del Tribunal Anti-imperialista. Me indic¨® la m¨¢s reciente innovaci¨®n del Tribunal, el Monte de las Banderas, un grupo de 138 m¨¢stiles de acero de 30 metros que se alzan sobre una serie de pedestales de cemento y en los que ondean banderas negras que impiden ver la Secci¨®n de Intereses desde la calle. El Monte de las Banderas fue la respuesta de Castro despu¨¦s de que el encargado de negocios estadounidense instalara, en enero, un letrero electr¨®nico en las ventanas de la Secci¨®n que ofrec¨ªa informaciones sin censurar durante las 24 horas del d¨ªa. Para hacer sitio para las banderas, los cubanos se apropiaron del aparcamiento de los estadounidenses. "Claro que s¨ª, si nos van a joder, les joderemos nosotros tambi¨¦n", explic¨® Alonso.
Salimos en coche de La Habana para ir a la Villa Panamericana, un complejo de instalaciones deportivas construido en 1991 para acoger los Juegos Panamericanos. Un edificio se hab¨ªa convertido en la Escuela de Trabajadores Sociales. Puesta en marcha en 2000 y destinada a j¨®venes desfavorecidos -y con posibilidades de ser antisociales-, la escuela ha producido ya m¨¢s de 10.000 graduados, y los alumnos salidos de ella constituyen el n¨²cleo de los batallones de Trabajadores Sociales. Alonso explic¨® que los que dirigen la Batalla de las Ideas deciden d¨®nde desplegar los batallones despu¨¦s de estudiar "sondeos de opini¨®n" secretos. "Todos los d¨ªas recibimos 5.000 opiniones de todo el pa¨ªs", me dijo. "No es una encuesta. Hay activistas que oyen lo que se dice y nos lo remiten con las palabras exactas". Estos sondeos, si es que se pueden llamar verdaderamente as¨ª, son una de las fuentes de informaci¨®n preferidas de Castro.
En la escuela, un edificio grande y prefabricado de hormig¨®n, vimos a Enrique Cabezas G¨®mez, el director, que es uno de los protegidos de Castro. Nos invit¨® a un sal¨®n de recepciones con tres de sus estudiantes y empez¨® una disquisici¨®n sobre el papel de la escuela en la Batalla de las Ideas. Habl¨® sin pausa durante tres horas.
Mientras hablaba, los estudiantes escuchaban en silencio. Era dif¨ªcil juzgar su entusiasmo. Cabezas mencion¨® que hace poco, cuando Castro, dentro de una campa?a contra la corrupci¨®n en la Batalla de las Ideas, sustituy¨® a los empleados en las gasolineras cubanas por trabajadores sociales, ¨¦stos descubrieron que hab¨ªan existido sobornos y robos sistem¨¢ticos. Algunos cubanos con los que habl¨¦ pronosticaron que es cuesti¨®n de tiempo que los propios trabajadores sociales se corrompan tambi¨¦n. En general, no cre¨ªan que la campa?a anti-corrupci¨®n fuera a funcionar, porque los numerosos ardides elaborados por los cubanos para sobrevivir est¨¢n demasiado arraigados. Uno me dijo que, cuando el Gobierno logr¨® una flota de camiones de carga equipados con GPS para impedir los desv¨ªos, los conductores aprendieron a usar condones llenos de agua para inhabilitar los dispositivos. Un diplom¨¢tico de Europa Occidental que me confirm¨® esta historia a?adi¨® que su mayor preocupaci¨®n respecto al futuro de Cuba es la perspectiva de que surja una poderosa red de mafias criminales, como ocurri¨® en los antiguos Estados socialistas del Este de Europa.
En La Habana visit¨¦ a una pareja de cubanos a los que conozco desde hace muchos a?os y me qued¨¦ sorprendido al ver c¨®mo viv¨ªan. Hab¨ªan vendido varios de sus muebles y estaban muy delgados. Tienen sesenta y tantos a?os y cobran el equivalente a unos 60 d¨®lares mensuales; m¨¢s de lo que ganan casi todos los cubanos. La mujer me dijo: "Ya sabes que para vivir en Cuba s¨®lo tenemos tres alternativas, las tres R: robar, remar o rezingarse". Robar, remar -es decir, irse en barco a Florida- y rezingarse, que es un juego de palabras entre "resignarse" y "zingar", que en la jerga cubana es "joder", por lo que rezingarse significa literalmente "joderse uno mismo".
El 2 de junio, la v¨ªspera de que Ra¨²l Castro cumpliera 75 a?os, Granma public¨® un suplemento especial de ocho p¨¢ginas titulado Ra¨²l de cerca. El art¨ªculo inclu¨ªa encabezados como El Jefe, Valores Patri¨®ticos y Capaz, Responsable y Brillante. Uno de sus fragmentos describe a Ra¨²l como alguien "afable, afectuoso, humano, comprensivo; que sabe ser serio y exigente pero es, al mismo tiempo, amistoso y capaz de escuchar una historia o disfrutar de un chiste; un ser profundamente humano". Al final del art¨ªculo, Fidel explica por qu¨¦ debe sucederle Ra¨²l: "Le escojo no porque sea mi hermano, porque el mundo entero sabe cu¨¢nto odiamos el nepotismo, sino porque palabra de honor que le considero con las cualidades necesarias para sustituirme ma?ana si muero en esta lucha".
Un par de d¨ªas m¨¢s tarde, recib¨ª un correo electr¨®nico de un amigo de La Habana en el que me hablaba del suplemento: "Aqu¨ª todos piensan que esto significa que ha comenzado la campa?a electoral", es decir, la campa?a para preparar a los cubanos para la llegada de Ra¨²l al poder.
Ra¨²l no suele aparecer en p¨²blico con su hermano mayor. Nunca invita a los periodistas extranjeros a sus discursos, y nunca concede entrevistas. En mis visitas a Cuba a lo largo de los ¨²ltimos 15 a?os, he visto a Ra¨²l en persona una sola vez, durante la manifestaci¨®n anual del Primero de Mayo en la Plaza de la Revoluci¨®n, en 1993. Hab¨ªa subido con el resto del Politbur¨® al estrado y estaba cerca, pero no al lado, de Fidel. Mientras ¨¦ste observaba los actos, Ra¨²l conversaba con los dem¨¢s.
En aquellos tiempos exist¨ªa un manto de secretismo sobre el clan Castro. Casi ning¨²n cubano conoc¨ªa el nombre de la mujer de Fidel ni cu¨¢ntos hijos ten¨ªa. Sin embargo, posteriormente, varios miembros de la primera familia cubana han iniciado una especie de salida gradual a la luz que parece querer prepararse para que asuman funciones m¨¢s p¨²blicas. Dalia Soto del Valle, esposa de Castro desde hace unos 40 a?os (no est¨¢ claro si se casaron legalmente y cu¨¢ndo), ha adquirido m¨¢s visibilidad desde el caso de Eli¨¢n Gonz¨¢lez. Es madre de cinco de sus hijos: Alexis, Alexander, Alejandro (Castro est¨¢ fascinado con Alejandro Magno), Antonio y ?ngel. En el a?o 2000 almorc¨¦ con Antonio Castro, el mayor, en el hospital ortop¨¦dico de La Habana, donde estaba cumpliendo su periodo como residente antes de entrar a trabajar para la selecci¨®n de b¨¦isbol; era un hombre educado pero reservado. Se dec¨ªa que Alexis era el m¨¢s problem¨¢tico; pero hace un par de a?os empez¨® a aparecer en diversos actos como fot¨®grafo para Juventud Rebelde, el peri¨®dico de la UJC. Los hermanos menos conocidos son Alexander, que trabaja como c¨¢mara para la televisi¨®n cubana; Alejandro, que es programador de ordenadores; y ?ngel, el menor, del que no se conoce profesi¨®n.
Castro se divorci¨® de su primera esposa, Mirta D¨ªaz-Balart -madre de su primer hijo, Fidel- en 1955. Ella volvi¨® a casarse y lleva muchos a?os viviendo en Madrid, aunque viaja con frecuencia a Cuba a ver a su hijo. Nunca ha hablado p¨²blicamente sobre su ex marido, pero su sobrino, Lincoln D¨ªaz-Balart, que es un congresista republicano por Florida, es uno de los m¨¢s fervientes cr¨ªticos de Castro. Fidel Castro D¨ªaz-Balart, o Fidelito, es un f¨ªsico nuclear educado en la URSS y dirigi¨® la comisi¨®n de la energ¨ªa nuclear de Cuba hasta principios de los noventa, cuando se le apart¨® de su puesto; durante un viaje a Espa?a, Castro dijo que hab¨ªa echado a su hijo por su "incompetencia". Sin embargo, en los ¨²ltimos tiempos, Fidelito ha vuelto a aparecer, y ahora se dice que es uno de los asesores de su padre. En abril, una tarde, me encontraba en un restaurante de la Vieja Habana cuando lleg¨® un Lada conducido por un ch¨®fer y entr¨® en el local Fidelito. Llevaba barba y era muy parecido a su padre. Era como si fuera el propio Fidel Castro, con 30 a?os menos.
Castro tiene adem¨¢s una hija, Alina Fern¨¢ndez, producto de su relaci¨®n amorosa con una mujer de la buena sociedad, Naty Revuelta, a finales de los cincuenta. En 1993, Alina, que llevaba mucho tiempo alejada de su padre, huy¨® a Europa disfrazada y luego se estableci¨® en Miami, donde presenta un programa de radio, Simplemente Alina, dedicado a criticarle.
Ra¨²l Castro y su mujer, Vilma Esp¨ªn, que estudi¨® en el MIT y dirige la Federaci¨®n de Mujeres Cubanas, tienen cuatro hijos, y tambi¨¦n a ellos se les ha visto m¨¢s ¨²ltimamente. Cuando cen¨¦ con Ricardo Alarc¨®n esta primavera, me dijo que la hija mayor de Ra¨²l, Mariela Castro Esp¨ªn, que es sex¨®loga, hab¨ªa estado presionando a la Asamblea Nacional para que se reformen las leyes cubanas sobre transexuales y travestidos. "Me ha vuelto loco", dijo Alarc¨®n, entre risas.
Hab¨ªa o¨ªdo hablar del papel de Mariela como madrina de los transexuales y travestidos cubanos cuando asist¨ª a un espect¨¢culo de travestidos en la parte occidental de La Habana. La ocasi¨®n era el cumplea?os de Imperio, uno de los transformistas m¨¢s famosos de la isla, un mestizo delgado de treinta y tantos a?os. En una gran sala del piso de arriba hab¨ªa un bar en el que un centenar de gays aplaud¨ªan y tiraban besos mientras Imperio bailaba y hac¨ªa playback sobre canciones de Gloria Gaynor y Roc¨ªo Jurado. Me sorprendi¨® que se hiciera tan abiertamente; hab¨ªa estado en un espect¨¢culo de travestidos en La Habana a finales de los noventa, pero hab¨ªa sido clandestino. Hasta hace muy poco, los gays cubanos, y en especial los travestidos, sufr¨ªan el acoso de la polic¨ªa. Los amigos de Imperio me dijeron que el cambio se hab¨ªa producido gracias a Mariela Castro.
? 2006, Jon Lee Anderson. Este art¨ªculo apareci¨® por vez primera en The New Yorker. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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