Despu¨¦s del caos
La responsabilidad activa de los trabajadores de tierra de Iberia (y, por pasiva, de sus sindicatos), que se amotinaron hace hoy una semana en el aeropuerto de Barcelona, dejando en la cuneta a m¨¢s de 100.000 personas, ha sido ya destacada. Ahora, los testimonios de los controladores a¨¦reos y el informe de la Guardia Civil han detallado los graves riesgos para la seguridad a¨¦rea que esa ocupaci¨®n implicaba, con decenas de aviones sobrevolando la zona sin poder aterrizar.
Pero tambi¨¦n es ins¨®lito que los directivos de la compa?¨ªa Iberia, para la que trabajaban los amotinados, no se hayan dignado ofrecer explicaci¨®n alguna sobre decisiones que se han revelado err¨®neas y han influido en el desenlace. La oferta presentada por esa compa?¨ªa al concurso para mantener la concesi¨®n de los trabajos en tierra (2.000 empleados) qued¨® la quinta de entre las ocho presentadas, y, seg¨²n los expertos, era evidente que no pod¨ªa ganar. A ese error de c¨¢lculo se uni¨® una mala comunicaci¨®n con los afectados, pues, seg¨²n los sindicatos, se les hizo creer que el resultado del concurso les condenaba al paro, pasando por alto que el convenio del sector garantizaba la subrogaci¨®n de contratos y que la propia empresa ten¨ªa la posibilidad -no ejercida hasta el mismo viernes- de pedir el autohandling (asistencia a los vuelos de la propia compa?¨ªa), lo que equival¨ªa a mantener el 75% de su plantilla en Barcelona.
Hubo tambi¨¦n error o desidia en la forma de encarar la negociaci¨®n, sin un responsable del nivel adecuado para tomar decisiones. Y la actuaci¨®n de la empresa, sin informar ni asumir siquiera la obligaci¨®n de dar un cepillo de dientes a quienes dej¨® en tierra, aument¨® la sensaci¨®n de abandono entre sus clientes.
Se ha criticado la ineficacia pol¨ªtico-policial para obligar a los amotinados a abandonar las pistas. Aunque no se trata de un asunto de certeza matem¨¢tica, se comprende la cautela con que actuaron los agentes, dadas las circunstancias: por el riesgo objetivo y porque no s¨®lo se trataba de desalojar a los huelguistas, sino de hacerles volver a sus puestos, sin lo que la normalidad no podr¨ªa recuperarse. La prevista comparecencia parlamentaria de los ministros de Interior y Fomento deber¨¢ aclarar si hab¨ªa alternativas realistas. Es cierto que el argumento de no intervenir para evitar males mayores puede interpretarse como una invitaci¨®n a m¨¦todos radicales para garantizarse la impunidad. Pero la apertura de diligencias penales por parte de una juez es una garant¨ªa contra esa impunidad. En todo caso, nada tan disparatado como la sugerencia de CiU, en plena efervescencia preelectoral, de que la soluci¨®n habr¨ªa sido la intervenci¨®n del Ej¨¦rcito.
El debate del mi¨¦rcoles en el Parlamento catal¨¢n deriv¨® hacia la vieja cuesti¨®n de la competencia en la gesti¨®n del aeropuerto. Para el Gobierno es insensato mezclar este asunto con la reciente crisis. Para los partidos catalanes, una gesti¨®n de proximidad habr¨ªa reducido los problemas. Replanteada en caliente, resulta una pol¨¦mica sin salida razonable, al activar prejuicios y apriorismos sobre cu¨¢l sea el mejor modelo hipot¨¦tico de gesti¨®n. Pero a¨²n resulta m¨¢s fuera de lugar que la oposici¨®n catalana acuse al Ejecutivo de la Generalitat de pasividad en un problema ante el que, hoy por hoy, carece de competencias efectivas.
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