El exceso nunca est¨¢ de m¨¢s
Hay que militarizar agosto. No crean que me he vuelto pro Ra¨²l Castro -menudo bicho: recuerden su comportamiento cuando el caso Ochoa-, sino que pienso, bien al contrario, que un sistema de evacuaci¨®n militar
al servicio de un Gobierno democr¨¢tico resolver¨ªa de una pu?etera vez los problem¨¢ticos desplazamientos de vacaciones. Reci¨¦n llegada a Madrid procedente de Beirut y H¨¦rcules mediante, me encontr¨¦ con lo de El Prat y el consiguiente colapso de RENFE. Y s¨¦ de qu¨¦ hablo.
Precisamente hab¨ªa reservado para hoy -como homenaje a las v¨ªctimas del asalvajado aeropuerto de El Prat y de sus problemas colaterales- mi comentario del refrescante reportaje con el que abre su edici¨®n esta semana la revista ?Hola!, con fotos espectaculares que muestran al dise?ador italiano Roberto Cavalli -por el que siento especial ternura: fue el primero en contratar a Kate Moss tras el asunto de la coca- y a su joven esposa (se la va a buscar de su misma edad), Eva, a bordo de un modesto yate llamado El Tibur¨®n que, con 41 metros
Versace y sus vajillas parecen, en comparaci¨®n, un monje de Silos enmudecido y comiendo mendrugos ante Aznar
de eslora, "posee la tecnolog¨ªa m¨¢s avanzada, cambia continuamente de color seg¨²n la luz y entre los famosos que son invitados en verano est¨¢n David y Victoria Beckham". Les dar¨ªa las tetas por presenciar alguna conversaci¨®n entre los cuatro. Bueno, las tetas no, que el yate s¨®lo tiene 41 metros de eslora.
Si yo fuera ustedes, es decir, si yo fuera ustedes en trance de esperar tirados en el aeropuerto de El Prat o en una estaci¨®n de RENFE supersaturada de viajeros que desean salir de vacaciones y se encuentran con los servicios p¨²blicos atorados, no lo dudar¨ªa: c¨®mprense el ?Hola!
Y disfruten de unas vacaciones en el mar vicarias mientras a su alrededor los d¨ªas de merecido asueto van adquiriendo las trazas de una pesadilla. El Tibur¨®n les reconciliar¨¢ con la naturaleza humana y con el reparto equitativo de la riqueza.
Sobre todo no se pierdan el comedor de la embarcaci¨®n, que combina conchas de madreperla como tarjeteros con servilletas de imitaci¨®n de piel de leopardo. Es ideal para una vomitona en alta mar, que es lo que a m¨ª suele ocurrirme en los barcos motorizado (vengo de una saga de constructores de buques de vapor que tuvo su sede en Torrevieja, qu¨¦ le voy a hacer si no tolero el gas¨®leo).
Sin embargo, si hay mucha servilleta y mucho cojincillo que imita pieles, las mantas de martas cibelinas que la bella se?ora Cavalli lleva en su yate no son falsas, sino arrancadas a cibelinas vivientes. Pero hay que reconocerlo, con un buen fin: las tiene, dice la joven Eva, porque "en pleno mes de agosto, cuando miras la luna hace fr¨ªo". Y a?ade algo que yo ya hab¨ªa comprendido con echarle una simple y distra¨ªda ojeada al reportaje: "Para m¨ª, el exceso nunca est¨¢ de m¨¢s". C¨®mo, exceso. Si Versace y sus vajillas parecen, en comparaci¨®n, un monje de Silos enmudecido y comiendo mendrugos ante Aznar.
Decididamente, nos encontramos ante la frase del verano. "El exceso nunca est¨¢ de m¨¢s". Puede aplicarse a cualquier situaci¨®n y puede manejarla cualquier energ¨²meno que se sienta pose¨ªdo por el uso del poder, ya sea el de cortar una pista de vuelo o, en un plano m¨¢s borde, el de invadir un pa¨ªs o el de pronunciar con la boca llena la palabra mierda con que ha decidido bautizar todo lo que no comprende pero se propone aplastar. ?El exceso nunca est¨¢ de m¨¢s! Eso debi¨® de pensar el hombre que, en Granada y antes de suicidarse, mat¨® a su mujer -nunca les perdonar¨¦ a los asesinos ese error de tempo-, cosi¨¦ndola exactamente a 174 pu?aladas.
Pues bien, creo que si me excedo al pedir evacuaciones en lugar de viajes de vacaciones lo hago por su propio bien de ustedes. Llamen a donde corresponda, pregunten por el amable comandante Torres y su maravilloso grupo y que vayan con un H¨¦rcules a recogerles, est¨¦n donde est¨¦n. Les pondr¨¢n a salvo, se lo digo yo.
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