"El viento ha hecho que se quemase todo el sotobosque"

"No hab¨ªamos sufrido un incendio tan grande como ¨¦ste desde hac¨ªa por lo menos 30 a?os". Joan, vecino de Viladamat y de car¨¢cter jovial y campechano, expresaba as¨ª su preocupaci¨®n ante el incendio forestal que ayer devast¨® m¨¢s de 1.000 hect¨¢reas en la zona. Mientras el sol muestra ya s¨ªntomas de decadencia, Joan observa el helic¨®ptero de la Generalitat posado, como una lib¨¦lula gigante, en medio del campo de f¨²tbol del peque?o pueblo. Un estadio digno, con c¨¦sped natural.

Tres cr¨ªos, interesados tambi¨¦n por el f¨²tbol, se adentran en el terreno de juego bajo la atenta mirada de sus padres. Eva y Jos¨¦ son un matrimonio barcelon¨¦s que disfruta de unos d¨ªas de tranquilidad en Viladamat. Ayer, de madrugada, la calma se rompi¨® de golpe. "Mis t¨ªas ven¨ªan de cenar y vieron el incendio. Avisaron con el claxon a los vecinos, porque no hab¨ªa nadie en la calle. Me extra?¨® que la gente tardara tanto en reaccionar", explica Eva. Su marido relata que el momento de mayor tensi¨®n se vivi¨® de noche, por la altura y la extensi¨®n de las llamas que se levantaban, desafiantes, en el horizonte. "Los que peor lo pasaron fueron los de las casas de Palau Borrell: no se quemaron de milagro. Un hombre que ven¨ªa de L'Escala tuvo que sacar a su familia r¨¢pidamente", asevera Jos¨¦.

Pese al susto, Eva y Jos¨¦ piensan concluir sus vacaciones respirando aire puro en la villa ampurdanesa. No tomaron la misma decisi¨®n algunos clientes del hotel Albons, en el pueblo hom¨®nimo, a tres kil¨®metros escasos de Viladamat. De madrugada, las m¨¢s de 60 personas que dorm¨ªan en sus habitaciones fueron s¨²bitamente desalojadas. David, encargado del establecimiento, dice que la hora cr¨ªtica fue el mediod¨ªa: "Si la tramontana hubiera insistido cinco minutos m¨¢s, el fuego habr¨ªa llegado aqu¨ª".

Hacia las 16.30, los bomberos autorizaron a los clientes el regreso al hotel. S¨®lo la mitad volvi¨®. "Uno de ellos ten¨ªa un bautizo a mediod¨ªa, as¨ª que opt¨® por irse", explica Mar¨ªa Mart¨ªn, una de las recepcionistas.

La tarde fue m¨¢s relajada. Tras una intensa jornada de trabajo luchando contra las llamas, la cuadrilla de voluntarios formada por Gerard, Pep, Ricard y Jordi por fin descans¨®. A las 19.15 horas, los cuatro muchachos, vecinos de pueblos cercanos, se echaron en el c¨¦sped frente al edificio consistorial y sacaron de una gran caja de cart¨®n botellas de agua, bocadillos gigantes y melocotones frescos.

Pese a su experiencia como voluntarios, Jordi admite que la tramontana les jug¨® una mala pasada: "El viento entraba con fuerza, de cara, y en nuestra zona -la cola del incendio- eso ha provocado que se quemase todo el sotobosque". Pep, que como sus compa?eros tiene la cara, los brazos y la camiseta salpicados por la ceniza, se muestra entusiasta: "Cuando acabemos los bocadillos, volveremos a dar una vuelta para ver c¨®mo est¨¢ todo".