?Primera crisis de oferta y transformaci¨®n del modelo energ¨¦tico?
La energ¨ªa es considerada com¨²nmente como una variable estrat¨¦gica para el desarrollo. Es menos frecuente considerarla como un elemento clave en la integraci¨®n regional con la perspectiva de ampliaci¨®n de mercados y fomento, en ese nivel supranacional, de ¨¢reas de crecimiento sostenido.
Desde la primera crisis del petr¨®leo, las ¨²ltimas tres d¨¦cadas han revelado la importancia de la energ¨ªa en la estabilidad de las relaciones internacionales. Para los pa¨ªses productores, la energ¨ªa es sin duda un factor decisivo para su relevancia internacional. Ya desde los a?os ochenta, algunos l¨ªderes consideraban inevitable un desplazamiento del centro de gravedad del poder mundial hacia los pa¨ªses productores, desde los consumidores dependientes. Esta evidencia se ha hecho m¨¢s notable a¨²n con la desaparici¨®n de la pol¨ªtica de bloques y la incorporaci¨®n al mapa pol¨ªtico global de los nuevos grandes actores.
La econom¨ªa mundial depende en un 85% de los combustibles f¨®siles como fuente primera de generaci¨®n de energ¨ªa
Los sucesivos shocks petroleros pusieron en alerta las zonas m¨¢s desarrolladas del planeta, que empezaron a plantearse el ahorro energ¨¦tico y el desarrollo de energ¨ªas alternativas a las f¨®siles. Este fen¨®meno se ha visto acompa?ado de una oleada creciente de preocupaci¨®n por el medio ambiente, indiscutiblemente alterado por el uso masivo de estas energ¨ªas. A estos elementos propios de la naturaleza del mercado energ¨¦tico se a?ade la preocupaci¨®n por el agotamiento de los recursos disponibles.
Lo m¨¢s notable de este panorama es que la alarma peri¨®dica por la situaci¨®n de las energ¨ªas no renovables no ha movido a los principales actores -las econom¨ªas consumidoras m¨¢s desarrolladas- a fomentar consistentemente la investigaci¨®n y desarrollo sobre otras fuentes energ¨¦ticas para disminuir la dependencia del petr¨®leo. Pero tampoco ha producido inversiones capaces de responder a las demandas crecientes en el campo mismo del petr¨®leo y del gas, lo que ha derivado en el verdadero cuello de botella del crecimiento econ¨®mico global.
Si ante esta situaci¨®n podemos hablar de paradoja, refiri¨¦ndonos a los aspectos peculiares de una econom¨ªa que no premia los esfuerzos inversores de las grandes petroleras m¨¢s all¨¢ de los beneficios que deja el alza de los precios del crudo, tambi¨¦n es parad¨®jico que los Gobiernos, con las naturales excepciones, no est¨¦n preocupados de otra cosa que de los precios de la energ¨ªa, olvidando estrategias energ¨¦ticas sostenibles a medio plazo. Sostenibles desde el punto de vista econ¨®mico y desde el medioambiental. No hay que olvidar que la capacidad de los estados en los pa¨ªses consumidores netos, de percibir el impacto del encarecimiento de la energ¨ªa en la competitividad de sus econom¨ªas, se ve limitada por el hecho de que su volumen de recaudaci¨®n fiscal no se ve mermado, trasladando generalmente al sector privado de forma ¨ªntegra el efecto de dicho proceso.
Los pa¨ªses con estrategia energ¨¦tica, como Estados Unidos o China, est¨¢n tomando posiciones frente a los recursos actuales y futuros en las energ¨ªas no renovables, empleando recursos econ¨®micos, capacidad de influencia y/o potencia pura y dura, pero no est¨¢n haciendo un esfuerzo consistente para la investigaci¨®n y el desarrollo de otras energ¨ªas para sustituir a las actuales, ni siquiera para avanzar seriamente en la correcci¨®n de las externalidades negativas asociadas a algunas de las fuentes de energ¨ªa con mayor potencial.
La econom¨ªa mundial depende en un 85% de los combustibles f¨®siles como fuente primaria de generaci¨®n de energ¨ªa. La utilizaci¨®n de la capacidad productiva (el grifo) se encuentra en niveles m¨¢ximos, y esto hace pensar que incrementos adicionales de la oferta descansen en el ¨¦xito de las nuevas inversiones prospectivas. Esto, cualquiera que sea el escenario que se maneje (salvo el de estancamiento econ¨®mico o shock tecnol¨®gico significativo), supondr¨¢ un tensionamiento de los precios del crudo y sus productos derivados a¨²n dif¨ªcil de valorar. Lo que nos sit¨²a en la primera crisis de oferta energ¨¦tica de la era industrial.
El escenario descrito, y su solidez m¨¢s all¨¢ de consideraciones puramente coyunturales, han hecho aflorar nuevamente el debate sobre la capacidad de otras fuentes de energ¨ªa de contribuir a relajar las tensiones sobre el actual modelo energ¨¦tico. La forma de resolverlo puede estar en determinar qu¨¦ programas est¨¢n lo suficientemente maduros como para entrar en escena en condiciones de competitividad que los haga viables para sustituir a las fuentes dominantes.
La evidencia apunta a que la conjunci¨®n de dos factores -mejora tecnol¨®gica y tensi¨®n sobre los precios de los combustibles f¨®siles- sit¨²a a las llamadas energ¨ªas renovables cada vez m¨¢s cerca de su consolidaci¨®n como alternativa en el mercado energ¨¦tico global por su capacidad de competir consistentemente con las fuentes de generaci¨®n convencionales, sin entrar a valorar desde el primer momento su menor impacto ambiental.
Estas mejoras ya se ponen de manifiesto en el avance del peso de estas energ¨ªas en la producci¨®n agregada -13% aproximadamente- y para las que es de esperar un crecimiento exponencial en los pr¨®ximos veinte a?os, a tenor de los datos de los ¨²ltimos diez, donde tomando como ejemplo la energ¨ªa e¨®lica, ¨¦sta ha multiplicado su potencia instalada 24 veces. Esta tendencia se ver¨¢ reforzada a medida que se asuma la persistencia del escenario actual, al tiempo que el llamado coste de transici¨®n se ver¨¢ tambi¨¦n minimizado en la medida en la que se asuma la necesidad de incorporar en los precios el coste ambiental de las energ¨ªas convencionales f¨®siles, eliminando la distorsi¨®n del actual marco competitivo.
A las consideraciones de competitividad hay que a?adir la de seguridad cuando la discusi¨®n se realiza en torno a la energ¨ªa nuclear.
La energ¨ªa nuclear constituye probablemente la f¨®rmula que m¨¢s resistencia sigue generando. Sin embargo, ¨¦sta se apoya fundamentalmente en dos argumentos. Por un lado, la seguridad de las centrales y los riesgos sobre su entorno inmediato. Y por otro, las dificultades para el almacenamiento de los residuos generados en el proceso y su larga vida radiactiva.
La oportunidad coyuntural del debate adquiere verdadero sentido si se tiene en consideraci¨®n que la seguridad de las instalaciones ha alcanzado t¨¦cnicamente niveles m¨¢s que aceptables -muy pr¨®ximos a la certeza- y, lo que resulta determinante de que existe un espacio para su consideraci¨®n como alternativa para equilibrar la composici¨®n del balance energ¨¦tico, es la constataci¨®n de que ha habido s¨®lidos avances tecnol¨®gicos en materia de eliminaci¨®n de residuos radiactivos en su casi totalidad.
Por lo tanto, la verificaci¨®n de estos dos elementos as¨ª como la intensificaci¨®n de los esfuerzos en investigaci¨®n y desarrollo, si existe t¨¦cnicamente el espacio para ir m¨¢s all¨¢ incluso en la correcci¨®n de estas externalidades, dar¨ªa consistencia y recorrido a la recuperaci¨®n de la energ¨ªa nuclear como fuente de generaci¨®n.
El mix energ¨¦tico y su composici¨®n, como v¨¢lvula de escape de las tensiones sobre la sostenibilidad del desarrollo, vendr¨¢ determinado probablemente por la presi¨®n ejercida sobre el modelo del actual escenario de dependencia. Tal vez se est¨¦ en condiciones de que esta realidad se invierta.
Eric Bergasa. Analista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.