Temor a la influencia pol¨ªtica de Hezbol¨¢
Las fracturas de la sociedad libanesa afloran bajo la marea de solidaridad que ha unido a todos contra Israel
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Decenas de j¨®venes, chicos y chicas de todas las comunidades religiosas, se afanan en la Universidad de Saint-Joseph preparando paquetes de ayuda para el sur de L¨ªbano y para quienes han huido de los bombardeos israel¨ªes. "Es otra forma de resistir: defendiendo la identidad libanesa", asegura Riad al Asad, el coordinador del centenar de ONG que participan en el esfuerzo. Pero tras esta imagen de solidaridad nacional empiezan a aflorar las fracturas de la sociedad libanesa. "No quiero que este pa¨ªs se convierta en una rep¨²blica isl¨¢mica", se?ala Jad Akhaui, expresando el miedo de muchos libaneses al triunfo de Hezbol¨¢.
"Nos sentimos rehenes de ambas partes: de Hezbol¨¢, porque ha iniciado una guerra que ni quer¨ªamos ni nos ha consultado, y de Israel, porque ha culpado al Gobierno liban¨¦s, que no tiene nada que ver", dice Akhaui, uno de los impulsores de la revoluci¨®n de los cedros y que ahora ha puesto sus dotes de publicista al servicio del Gobierno de Fuad Siniora. Akhaui, como la mayor¨ªa de quienes apoyaron aquella protesta, teme que Hezbol¨¢ salga reforzado de su desaf¨ªo a Israel y quiera ver reflejado su triunfo en la escena pol¨ªtica libanesa.
"Queremos ser como el resto del mundo, pero ?c¨®mo vamos a desarrollarnos cuando tenemos gente con una mentalidad del siglo XV?", se queja C. Z., una profesora de baile que preferir¨ªa que la gobernara Israel antes que Hezbol¨¢. "Si llegan a hacerse con el poder, se acabar¨¢ el bailar y nadie podr¨¢ volver a tomar una cerveza en L¨ªbano", manifiesta, sin dejarse convencer por las palabras de Hasan Nasral¨¢. El l¨ªder de Hezbol¨¢ ha dicho que "no hay que tener miedo de [su] victoria porque ser¨¢ la de todos los libaneses".
C. Z. es una cristiana maronita y su actitud podr¨ªa explicarse en las divisiones sectarias que han marcado la historia reciente de este pa¨ªs. Durante la guerra civil (1975-1990), parte de la comunidad cristiana (liderada por el luego asesinado presidente Bachir Gemayel) se aline¨® con los esfuerzos de Israel para expulsar a la OLP de L¨ªbano. Pero en esta ocasi¨®n, las diferencias desbordan esas l¨ªneas. Muchos libaneses de clase media que han logrado salir adelante gracias al renacimiento econ¨®mico de los ¨²ltimos a?os se declaran hartos de la guerra y responsabilizan a Hezbol¨¢.
La situaci¨®n es m¨¢s grave ahora en la medida en que las ra¨ªces son m¨¢s profundas. El objeto de las discrepancias no es una entidad extranjera como la OLP, sino que el conflicto gira en torno a un grupo liban¨¦s que para buena parte de la poblaci¨®n (no exclusivamente chi¨ª) representa la resistencia nacional a la opresi¨®n y la interferencia extranjera en sus asuntos.
"No son los chi¨ªes contra el resto de las comunidades", dice Raed Charafeddine, sobrino del im¨¢n Musa S¨¢der (figura clave del chi¨ªsmo liban¨¦s que desapareci¨® en Libia en 1978) y representante de un chi¨ªsmo ilustrado cuya existencia pasa a menudo inadvertida. Charafeddin discrepa de quienes atribuyen las distintas posiciones a una fractura socioecon¨®mica.
"L¨ªbano est¨¢ dividido en dos campos pol¨ªticos, uno pro y otro anti-Estados Unidos. Los intereses de los primeros coinciden en parte con los de Israel (acabar con Hezbol¨¢), y los segundos se hallan m¨¢s pr¨®ximos de Ir¨¢n y Siria", defiende este analista.
Sin embargo, todas esas divisiones se superponen en cierta medida. El sur chi¨ª, m¨¢s religioso y menos favorecido en lo econ¨®mico, y su prolongaci¨®n en los suburbios meridionales de Beirut (adonde su poblaci¨®n ha emigrado) son claramente m¨¢s pro-Hezbol¨¢ que la regi¨®n central del pa¨ªs, m¨¢s urbana y desarrollada, donde se concentran la mayor¨ªa de sun¨ªes, drusos y cristianos. Las disensiones se hicieron evidentes el a?o pasado cuando cientos de miles de libaneses (musulmanes y cristianos) se manifestaron contra la interferencia siria tras el asesinato del primer ministro Rafik Hariri. La llamada revoluci¨®n de los cedros fue contestada de inmediato por Hezbol¨¢.
La brutalidad de la respuesta israel¨ª a la captura de los dos soldados por Hezbol¨¢ s¨®lo ha congelado moment¨¢neamente esa pugna. Los dirigentes pol¨ªticos no est¨¢n capitalizando la expresi¨®n espont¨¢nea de solidaridad que se ha producido en todo el pa¨ªs con los afectados por los bombardeos. Su lenguaje se ha endurecido y muchos libaneses temen que, cuando finalmente llegue el alto el fuego, sus diferencias se traduzcan en un nuevo enfrentamiento interno. "Ha sido una oportunidad perdida", concluye Charafeddin.
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