P¨¢nico transatl¨¢ntico

La polic¨ªa y los servicios de informaci¨®n del Reino Unido, con cooperaci¨®n internacional, han abortado una cadena de atentados terroristas que habr¨ªan horripilado al mundo tanto o m¨¢s, si cabe, que el ataque contra las Torres Gemelas y el Pent¨¢gono del 11 de septiembre de 2001. Con la detenci¨®n de al menos 24 presuntos implicados en una trama que presuntamente pretend¨ªa hacer estallar aviones de pasajeros en pleno vuelo, los agentes brit¨¢nicos han abortado lo que sus superiores calificaron de "inminente matanza de dimensiones inimaginables".

Seg¨²n lo conocido ayer, este grupo terrorista -cuya vinculaci¨®n con Al Qaeda es, como suele ocurrir en estos casos, imprecisa- planeaba derribar sobre el Atl¨¢ntico entre 6 y 10 aviones comerciales. La mera idea de que un n¨²mero indeterminado de aeronaves desaparecieran simult¨¢neamente en medio del mar refleja de forma brutal las dimensiones de semejante atentado. El presidente Bush lo atribuy¨® ayer de forma categ¨®rica a los "fascistas isl¨¢micos", pero eludi¨®, una vez m¨¢s, cualquier alusi¨®n a la necesidad de una pol¨ªtica m¨¢s integradora de las comunidades isl¨¢micas en las sociedades occidentales. La eficacia policial es imprescindible frente a la minor¨ªa fan¨¢tica, pero tambi¨¦n lo es evitar la adhesi¨®n a esa minor¨ªa de una parte de la poblaci¨®n de origen musulm¨¢n que habita en nuestras ciudades. Es evidente que en esto hay un fracaso.

Si el ataque a las Torres Gemelas ten¨ªa una profunda carga simb¨®lica, la ruptura del eje y la comunicaci¨®n transatl¨¢nticos tendr¨ªa unos efectos psicol¨®gicos devastadores. De momento, la operaci¨®n antiterrorista de ayer gener¨® un inmenso caos en los aeropuertos no ya de Londres y Estados Unidos, sino de todo el hemisferio occidental. Centenares de miles de pasajeros vieron frustrados sus planes de viaje, rotas sus expectativas de reencuentro familiar o destrozados sus contactos de negocios. Pese a todo, soportaron ejemplarmente tanta incomodidad, conscientes de la amenaza terrorista. La Bolsa volvi¨® a revelarse como un baremo de la estabilidad emocional de las sociedades modernas y todos volvimos a sentir esa profunda vulnerabilidad. Alarma el hecho de que, como parece, los detenidos en Londres son en su mayor¨ªa del Reino Unido, como los autores de los brutales atentados de julio de 2005. Las sociedades democr¨¢ticas y abiertas han de ser conscientes de que, dentro y fuera de su seno, surgen enemigos que se alimentan de nuestras debilidades y contradicciones para sembrar el dolor, el caos y el terror indiscriminado.

Ayer, la polic¨ªa brit¨¢nica, en cooperaci¨®n con otras polic¨ªas de sociedades democr¨¢ticas, abort¨® un disparate de dimensiones planetarias cuyo objetivo era instalarnos, una vez m¨¢s, en el terror y hacernos menos libres en la medida que m¨¢s vulnerables. Parece que esta vez han fracasado. Y debemos estar decididos a que siempre sea as¨ª, por mucho que lo intenten.