Kassel en Castilla
La historia puede resultar productiva como es el caso de esta exposici¨®n dedicada a los 50 a?os de la Documenta de Kassel, que justifica bien el subt¨ªtulo de Archivo en movimiento por las posibilidades que ofrece de releer y de reinterpretar el pasado de un evento que ninguno de quienes lo han dirigido quisieron enclaustrar en su d¨ªa en formas fijas y atemporales. Tampoco lo han querido Michael Glasmeier y Karin Stongel -los comisarios de esta muestra-, quienes, aparte de ofrecer en 11 salas una documentaci¨®n sobre un proyecto concebido desde el inicio como documenta -o sea, como documentaci¨®n sobre el arte contempor¨¢neo-, han pedido a otros tantos artistas alemanes que reinterpreten con un trabajo espec¨ªfico el legado de cada edici¨®n. Y a esta buena disposici¨®n hacia la actualizaci¨®n del pasado se ha unido Javier Panera, director de Da2, quien ha dise?ado una muestra de medio centenar de las pel¨ªculas y los v¨ªdeos m¨¢s notables exhibidos en las Documenta 5, 6, 8, 10 y 11, que mejora el trabajo de Glasmeier y Stongel, con uno de los cap¨ªtulos m¨¢s apasionantes de Kassel.
50 A?OS DE LA DOCUMENTA
Domus Artium 2002
Salamanca
Hasta el 17 de septiembre
En este contexto es bien comprensible que los comisarios de Archivo en movimiento hayan encargado a Roger Buergel el ensayo de evaluaci¨®n hist¨®rica de la primera edici¨®n de la Documenta, dirigida por quien fuera tambi¨¦n su fundador: el profesor Arnold Bode. El fundador y el director de la pr¨®xima documenta, la 12, se encuentran as¨ª, en un di¨¢logo de ultratumba, en las p¨¢ginas de un ensayo que incluye una cuidadosa reconstrucci¨®n del concepto y del montaje de esa primera edici¨®n. "Yo simplemente quiero hacer notar", afirma en uno de los pasajes, "que los or¨ªgenes de esta exposici¨®n no yacen en un pasado abolido y distante". Esos or¨ªgenes se cifran, seg¨²n Buergel, en tres aspectos caracter¨ªsticos de la cultura moderna: las rupturas, la contingencia y la puesta en escena. Los tres agenciados con especial eficacia por Bode. Y los tres condensados en la puesta en escena que condensa y formaliza a los otros dos y que sirve, adem¨¢s, como el hilo de Ariadna que impide extraviarse en el laberinto de contingencias y rupturas que es la historia de la Documenta de Kassel. Bode mont¨® la primera edici¨®n proponiendo al p¨²blico y no al individuo como el verdadero sujeto de la experiencia est¨¦tica, entendida a su vez como "la experiencia de objetos cuya identidad no puede ser identificada", realizada en un contexto expositivo que suspende cualquiera de las preconcepciones que normalmente nos permiten hablar de algo o comunicarnos con algo. Y eso fue lo que sigui¨® haciendo la Documenta en sus sucesivas ediciones.
La documenta entonces se asumi¨® como el medio y el laboratorio de una experiencia est¨¦tica multitudinaria de esa extra?eza del arte, cuyos diversos conceptos y modalidades han sido explorados por todos los directores que ha tenido la misma. El arte moderno -a cuyas ra¨ªces dedic¨® la primera Documenta el profesor Bode- resultaba extra?o en una Alemania donde los nazis lo hab¨ªan condenado muy poco tiempo atr¨¢s por "degenerado", expuls¨¢ndolo de la escena p¨²blica. En la quinta edici¨®n el director fue Harald Szeeman, que incorpor¨® piezas procedentes de la publicidad, la propaganda pol¨ªtica, el kitsch o la imaginer¨ªa religiosa que casi nadie estaba dispuesto a reconocerles todav¨ªa el estatus art¨ªstico.
Ediciones posteriores cultivaron tanto las mutaciones polim¨®rficas del propio arte como la tendencia del mismo a fagocitar todo lo que va encontrando a su paso. Entre los directores siguientes figuran Manfred Schneckenburger (con protagonismo de Joseph Beuys), Rudi Fuchs (destac¨® Miquel Barcel¨®), de nuevo Schneckenburger, Jan Hoet convirti¨® en la 9 el arte en una fiesta popular, en la 10 Catherine David cuestion¨® los agujeros negros de la globalizaci¨®n y en la 11 Okwi Enwesor puso el acento en la poscolonizaci¨®n. ?D¨®nde lo pondr¨¢ Roger Beurgel? ?En la productividad de la historia?
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