La brevedad de un genio

Leer a Tolst¨®i en este siglo XXI lleno de fan¨¢ticos y descre¨ªdos es un ejercicio admirable. Pocas veces se da en un escritor de talento una mezcla tan apabullante de literatura y doctrina. Por lo general, el escritor doctrinario hace literatura did¨¢ctica, que es una literatura de segunda; sin embargo, la literatura ejemplarizante ha existido siempre: desde los cuentos populares o los h¨¦roes m¨ªticos estamos acostumbrados a la presencia de historias y personajes ejemplares. Pero a partir del "ense?ar deleitando" que propugn¨® sir Philip Sidney, la escritura ejemplarizante fue desliz¨¢ndose hacia la lecci¨®n moral y el didactismo de los buenos principios. En todo el XIX no ha habido escritor m¨¢s doctrinario que Tolst¨®i, como en el XX no ha habido escritor m¨¢s did¨¢ctico que Bertolt Brecht. El segundo logr¨® una s¨ªntesis admirable, el primero se limit¨® a juntar doctrina y literatura sin cortarse un pelo. Le¨ªdo ahora, uno se queda estupefacto al comprobar que Tolst¨®i no necesitaba de s¨ªntesis alguna, le bastaba con exponer y escribir: su formidable potencia literaria pod¨ªa con todo.

Y eso es lo que constata el lector actual. No est¨¢n los tiempos para que alguien venga a decirte que lo ¨²nico importante es la b¨²squeda de la verdad, que Dios aprieta pero no ahoga, que la bondad y la rectitud son deseables, que el pecador ha de purgar sus pecados... y hete aqu¨ª que Tolst¨®i lo hace y nos deja sobrecogidos. En realidad, como ocurre siempre, es la capacidad de exponer con profundidad lo complejo del alma humana lo que de verdad sostiene estos relatos y ante quien posee esa capacidad al extremo que la posee Tolst¨®i no cabe sino la rendici¨®n. Una rendici¨®n honorable, pues nos deja llenos de felicidad e inteligencia. Nada mejor que la opini¨®n de Turgu¨¦nev, recogida en la contraportada de este volumen, para entender el porqu¨¦ de su potencia literaria: "Tolst¨®i es un gigante entre los dem¨¢s escritores. Un elefante entre los dem¨¢s animales".

El libro contiene una selec

ci¨®n de relatos breves de Tolst¨®i (es decir, quedan excluidas las novelas cortas como La muerte de Iv¨¢n Ill¨ªch) y casi todos ellos pertenecen a su segunda etapa, la que sigue a la creaci¨®n de Ana Karenina. La selecci¨®n de su traductor, V¨ªctor Gallego, es excelente y no lo es menos su pr¨®logo al volumen: preciso y eficiente, propio de un verdadero conocedor. Ha tenido el acierto de comenzar con Las memorias del pr¨ªncipe Njli¨²dov, pues perteneciendo a la primera etapa, preludia la concepci¨®n del mundo que invade la segunda. Despu¨¦s escoge una serie de piezas formadas por f¨¢bulas y ap¨®logos tomados de sus libros de lecturas pedag¨®gicas y contin¨²a, esplendorosamente, por un conjunto de relatos de 1881 en adelante que, como se?ala con acierto, son comparables, en cuanto a vigor literario, a su mejor etapa novel¨ªstica.

Tolst¨®i fue un hombre realmente angustiado por el deseo de alcanzar la verdad y sus relatos se mover¨¢n entre el misticismo, la relaci¨®n del hombre con Dios y con el pecado y la b¨²squeda de la verdad como forma suprema de felicidad. Naturalmente, son temas que tensan la cuerda de la condici¨®n humana y ensartan en ella creaciones dram¨¢ticas excepcionales, aunque no falten ni el humor ni la capacidad de observaci¨®n de la vida cotidiana. Es esa capacidad de observaci¨®n, esa mirada selectiva que diferencia al gran escritor del mero relator de historias, la que se da en Tolst¨®i en grado sumo. Su fuerza expresiva reside, de una parte, en la minuciosa descripci¨®n de almas, vidas y paisajes, que no es mera acumulaci¨®n ni yuxtaposici¨®n de cosas y ademanes sino selecci¨®n riguros¨ªsima de ellos, tan rigurosa como abundante, por cierto, pues describe con todo detalle; y de otra, en su propia vida y temperamento, una agon¨ªa progresiva en busca del conocimiento de la verdad. Tolst¨®i es un cristiano sin iglesia que se revuelve contra la ignorancia, la intolerancia, la injusticia, contra los injustos y contra la vida misma. Ley¨¦ndolo, uno siente en el fondo de su escritura el fragor de la eterna lucha entre el bien y el mal.

Uno de los cuentos, El diablo,

publicado p¨®stumamente, es paradigm¨¢tico en cuanto a lo que contiene de lucha contra el destino, contra el mal y contra la propia naturaleza humana. El Yevgu¨¦ni Irt¨¦niev que lucha ante todo consigo mismo es un trasunto de la lucha del propio autor, incluyendo el tema de la sexualidad, tan relevante en este cuento. Pocas veces una obra maestra como este relato habr¨¢ penetrado tan adentro en las anfractuosidades del ser humano.

Pero es que este volumen contiene otros relatos grandiosos, entre los que destacan Historia de un caballo, El padre Sergio, Amo y criado o Divino y humano, todos ellos de alta temperatura dram¨¢tica. Y tambi¨¦n encontraremos divertidas y encantadoras f¨¢bulas ejemplares como Qu¨¦ hace vivir a un hombre, Los tres eremitas o un par de relatos que cabe calificar de perfectos: Despu¨¦s del baile, modelo de fusi¨®n entre intenci¨®n y escritura, y ?Cu¨¢nta tierra necesita un hombre?, modelo de fabulaci¨®n que integra la lecci¨®n moral y la convierte en la esencia misma del relato con admirable naturalidad.

Nobleza y potencia, esp¨ªritu y belleza, compasi¨®n y generosidad: estas seis cualidades bien podr¨ªan resumir la escritura del conde Tolst¨®i, ese formidable elefante en la selva de la Literatura.