A vueltas con el agua
El problema de la escasez de agua, agravado por el desarrollo urban¨ªstico salvaje y la sobreexplotaci¨®n de los acu¨ªferos, requiere planificaci¨®n, ahorro y mucha cooperaci¨®n interterritorial. A esto ¨²ltimo parece que hemos renunciado en Espa?a, convirtiendo el agua en bandera para la lucha partidista entre comunidades. Estos d¨ªas, la ministra de Medio Ambiente ha exigido a las comunidades de Valencia y Murcia unas medidas que los ejecutivos correspondientes se han tomado como una agresi¨®n.
La cosa viene de lejos; como m¨ªnimo, desde la segunda legislatura de Aznar, cuando el PP convirti¨® el trasvase del Ebro en una apuesta irrenunciable, frente a la resistencia de los gobiernos (y las poblaciones) de Arag¨®n y Catalu?a. La fuerza movilizadora de la demanda de "agua para todos" se plasm¨® en una multitudinaria concentraci¨®n en Valencia en marzo de 2003 convocada con todo tipo de medios p¨²blicos. El uso propagand¨ªstico del asunto lleg¨® a producir episodios tan chuscos como la ficticia inauguraci¨®n de las obras del trasvase en plena campa?a electoral de 2004. Tras la victoria de Zapatero y el abandono del trasvase, el PP acogi¨® la alternativa del PSOE para el d¨¦ficit h¨ªdrico de la costa levantina (apuesta por las desaladoras y modernizaci¨®n de los regad¨ªos) como una afrenta y convirti¨® la demanda de agua en instrumento victimista para fustigar al adversario pol¨ªtico. Es un arma coyuntural, cuya efectividad probablemente decline a medida que comiencen a funcionar algunas de las plantas desalinizadoras y las infraestructuras previstas en el Plan Agua.
En ese contexto se ha vuelto al esc¨¢ndalo de estos d¨ªas, con todo su penoso aspecto de trifulca entre partidos excitados por la perspectiva de las elecciones auton¨®micas del a?o pr¨®ximo. En realidad, Narbona no pide nada extra?o ante la dura sequ¨ªa: un decreto auton¨®mico que establezca limitaciones a los usos no esenciales del agua, similares a las existentes en otras comunidades. Una negativa tan vehemente como la que ha cosechado se explica, sin embargo, porque son tan escasos los recursos h¨ªdricos como abundante la demagogia. Pero el mensaje fundamental en estos momentos ante problema tan perentorio est¨¢ en que todas las comunidades entiendan que existe un bien com¨²n superior y que, al igual que con los juegos de los blindajes de los r¨ªos, tiene que darse la primac¨ªa del Estado a la hora de adoptar decisiones.
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