Nueve d¨ªas a merced de las llamas iniciadas en Cerdedo
Los montes de Pontevedra vivieron ayer su jornada m¨¢s tranquila desde el inicio de la oleada de incendios. En este escenario de relativa calma, la Xunta anunci¨® la extinci¨®n del fuego m¨¢s grave ocurrido en esta provincia, iniciado en el concello de Cerdedo y que lleg¨® como si hubiera p¨®lvora en el suelo hasta Pontevedra. Un trayecto de 30 kil¨®metros en los que murieron tres personas. Ha costado nueve d¨ªas acabar con un incendio que se fue ramificando y avivando por el viento y el calor.
La borrachera de kil¨®metros de destrucci¨®n, ¨¢rboles ca¨ªdos, ausencia de animales, se?ales de tr¨¢fico oxidadas... y de ceniza a lo largo de la carretera que une Pontevedra y Ourense estremece. La suciedad se pega al calzado y la ropa como si de un nuevo chapapote se tratara. Lume, nunca m¨¢is (Fuego, nunca m¨¢s) es el nuevo lema. El mismo esp¨ªritu que se vivi¨® tras el hundimiento del petrolero Prestige frente a las costas gallegas en noviembre de 2002. En una cuneta de la N-541, v¨ªa convertida en s¨ªmbolo de la hecatombe gallega, dos mujeres murieron el primer d¨ªa de la cat¨¢strofe. Perdieron la visibilidad por la humareda y trataron de huir peg¨¢ndose al quitamiedos. Por desgracia, ¨¦ste les jug¨® una mala pasada al conducirlas hacia un tramo de carretera antigua de la que no pudieron escapar. Las fallecidas eran Celia Golmar, de 75 a?os, y Marisa Castro, de 50, madre e hija que se dirig¨ªan a Pontevedra. Dos d¨ªas m¨¢s tarde, un hombre de Fragas, en el concello de Campo Lameiro, tambi¨¦n perdi¨® la vida por el fuego que comenz¨® en Cerdedo. Se llamaba Manuel Parada. Era el enterrador del pueblo, un se?or de 74 a?os "con una gran vitalidad", seg¨²n sus vecinos.
El Gobierno de Galicia vigila que las brasas del incendio que termin¨® con las vidas de Celia, Marisa y Manuel no se aviven. No en vano, en muchas zonas brota una neblina del suelo, a¨²n candente. En las carreteras de Pontevedra ya no hay problemas y es menos habitual avistar un incendio. El cielo est¨¢ despejado, aunque todav¨ªa aparecen nubes de ceniza. Desde el puente de Rande en Vigo se avistan las islas C¨ªes, algo impensable hace unos d¨ªas. La belleza de este pa¨ªs ha quedado seriamente da?ada, pero, igual que sucedi¨® con el Prestige, los gallegos han respondido muy bien y no han perdido su amabilidad. En Pontevedra parece que la guerra va cayendo de parte de los sensatos. Huele menos a eucalipto quemado. Pero un par de columnas de humo surgidas repentinamente a seis kil¨®metros de Pontevedra recuerdan que algunos, todav¨ªa, quieren seguir destruyendo Galicia. La guerra no ha terminado.
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