G¨¹nter-44
A los 15 a?os, G¨¹nter Grass intent¨® enrolarse voluntariamente en los submarinos del Ej¨¦rcito alem¨¢n, pero fue rechazado por su corta edad. No obstante, en septiembre de 1944, semanas antes de cumplir los 17 a?os, el futuro escritor fue llamado a filas. Al borde del colapso, la Alemania nazi reclutaba desesperadamente a casi cualquier var¨®n de entre 16 y 60 a?os. Grass fue incorporado a una unidad de las Waffen-SS -el brazo militar de la organizaci¨®n nazi dirigida por Himmler-, herido y capturado luego por soldados norteamericanos. Estos hechos son comunes a las biograf¨ªas de cientos de miles de alemanes de la generaci¨®n de Grass. Grass no era un nazi y no se incorpor¨® voluntariamente a las SS, e incluso aunque hubiera sido as¨ª, no es posible ignorar que era un adolescente.
El problema empieza por el hecho de que Grass s¨®lo haya revelado esta parte de su biograf¨ªa este verano, como anticipo de la publicaci¨®n de su libro de memorias Pelando la cebolla. Puesto que no hay mayor gravedad en estos hechos de adolescencia, ?por qu¨¦ el premio Nobel de literatura no los ha contado con naturalidad en el m¨¢s de medio siglo transcurrido desde entonces? ?Por qu¨¦ no ha aprovechado para hacerlo en sus cientos de libros, entrevistas en prensa y televisi¨®n y conferencias? ?Por qu¨¦ no se lo dijo a su bi¨®grafo, Michael J¨¹rg? Alguien podr¨ªa arg¨¹ir que quiz¨¢ Grass pensara que estos hechos no eran relevantes, pero es algo dif¨ªcil de aceptar para un autor que, desde la publicaci¨®n de El tambor de hojalata en los a?os cincuenta, ha destinado buena parte de su obra literaria y de su actividad ciudadana a reflexionar sobre la Alemania nazi y las complicidades de las que se benefici¨®.
Durante d¨¦cadas, Grass ha denunciado con vehemencia que millones de alemanes, por inter¨¦s, seducci¨®n o cobard¨ªa, apoyaran a Hitler o cerraran los ojos ante sus tropel¨ªas. Es eso lo que hace dif¨ªcil de entender su largo silencio y lo que provoca malestar entre sus muchos admiradores dentro y fuera de Alemania. Simpatizante de las pol¨ªticas socialdem¨®cratas y las causas pacifistas, Grass ha venido siendo considerado una autoridad moral cada vez que opinaba sobre asuntos controvertidos, como la reunificaci¨®n alemana, la situaci¨®n en Cuba, la globalizaci¨®n y un largo etc¨¦tera. Hubiera sido deseable que alguien con esa autoridad fuera un poco m¨¢s transparente sobre aspectos de su pasado claramente relacionados con el tipo de personaje p¨²blico que se ha construido.
M¨¢s vale tarde que nunca, y el propio Grass admite que este asunto le provocaba un "sentimiento de culpa" y le pesaba como "una ignominia". En cualquier caso, su tardanza en desvelar un hecho biogr¨¢fico relevante no invalida la calidad de su obra literaria ni la justicia de las causas que ha defendido y defiende. Esa tardanza s¨®lo confirma que nadie es perfecto, que todos somos humanos; a veces, demasiado humanos.
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