Entre el castillo y la marisma
Gautegiz-Arteaga discurre entre el castillo de la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napole¨®n III, y Kanala, lugar natal de Mortero, Muskullu y Martanga, conocidos comos "los tremendos", aquellos marinos que protagonizaron la novela costumbrista de Juan de Irigoyen Guerricabeitia, publicada en 1936. Junto a significarse por esos dos t¨®picos rom¨¢nticos por excelencia, el de la aristocracia decadente y la aventura corsaria, Gautegiz-Arteaga es tambi¨¦n uno de los municipios incluidos en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, uno de los espacios naturales m¨¢s atractivos de Euskadi, sobre todo desde que se ha recuperado la ola izquierda de Mundaka.
A¨²n no exisit¨ªa la Unesco, pero en 1856 el entorno de la r¨ªa de Gernika hab¨ªa cautivado a la emperatriz Eugenia de Montijo, de ascendencia vizca¨ªna. El motivo: haber dado a luz a un pr¨ªncipe que llevaba sangre de Vizcaya en sus venas el 16 de marzo de ese a?o, raz¨®n que llev¨® a las Juntas Generales del territorio a regalarle la torre de Arteaga. Y a aquella dama bella, de ojos melanc¨®licos, seg¨²n las cr¨®nicas, le falt¨® tiempo para enviar a un prestigioso equipo de colaboradores hasta lo que quedaba del torre¨®n para levantar en su solar un castillo rom¨¢ntico en toda regla.
Napole¨®n III y Eugenia de Montijo no vieron nunca el palacio que mandaron construir
Que su inter¨¦s no era mera ret¨®rica lo comprobaron los junteros en diciembre de ese 1856 cuando se present¨® en Bilbao Couvrechef, joven arquitecto de los sitios imperiales, enviado para recuperar el castillo y sus tierras. El romanticismo que impregnaba el proyecto trascendi¨® a los implicados y, as¨ª, el primero en sucumbir a la manera rom¨¢ntica es el propio Couvrechef de unas fiebres perniciosas cuando ya llevaba bien adelantadas las obras.
Le sustituy¨® otro joven arquitecto, Ancelet, quien concluy¨® el castillo en 1860, al tiempo que el jardinero real, un tal Newman, terminaba el dise?o de los parques que le rodeaban. Los vecinos de Gautegiz-Arteaga pudieron contemplar c¨®mo se hab¨ªa respetado, siempre que se pudo, la vieja estructura de sus muros, as¨ª como algunas troneras. En el resto de la construcci¨®n, el dise?o tom¨® un marcado estilo neog¨®tico, con sus arcos y ventanas ojivales. Tampoco falta un soberbio escudo de armas sobre la puerta principal, que da acceso al primero de los cinco pisos, adem¨¢s del s¨®tano donde estaba la cocina.
Napole¨®n III y su esposa no llegaron a ver nunca el palacio. Como si fuesen protagonistas de esa leyenda rom¨¢ntica que hab¨ªa anunciado la muerte de Couvrechef, en 1870 abdicaba el emperador y se proclamaba la rep¨²blica en Francia. Por si fuera poco, nueve a?os despu¨¦s, el hijo que hab¨ªa motivado el regalo, Eugenio Luis Juan Jos¨¦ Bonaparte, cae mortalmente herido durante la guerra de los zul¨²es con el ejercito ingl¨¦s, al que se hab¨ªa alistado aquel joven pr¨ªncipe que contaba con la ciudadan¨ªa vizca¨ªna.
La imprenta recogi¨® con profusi¨®n los detalles de esta tragedia, igual que decenios m¨¢s tarde un barrio de Gautegiz volv¨ªa a la letra impresa con Los tremendos de Kanala. Subtitulada "novela vizca¨ªna del mar", presenta una costa ajena por completo al actual desarrollo urban¨ªstico que ha reventado puertos como el de Bermeo o peque?as localidades como la que nombra la obra.
A¨²n hoy, Kanala aporta otra mirada a esa r¨ªa de Gernika que a partir de 1984 comenz¨® a ofrecer un inter¨¦s nuevo, m¨¢s apegado a los estudios medioambientales que a las habituales industrias del estuario o a las aficiones playeras. Es el observatorio de la orilla izquierda de Urdaibai, que ya en la desembocadura presenta la playa de Laga y, siguiendo la carretera, el municipio de Ibarrangelua y su barrio de Akorda.
Los protagonistas de la novela, Mortero, Muskullu y Martanga, son hombres de otra ¨¦poca, de aquellos que se embarcaban a Manila, La Habana, Liverpool o Nueva Orleans. Mientras se pasea por la marisma, tras haber le¨ªdo las andanzas de estos bravos marinos, no resta sino la nostalgia de aquella vida arriesgada, que ahora se ha quedado para las aves y dem¨¢s especies del estuario.
H¨¢bitat de estuario y encinar
C¨®mo llegar: Gautegiz-Arteaga, a la orilla de la r¨ªa de Gernika, es una peque?a localidad con una distribuci¨®n lineal a la orilla de la carretera. Desde Bilbao y San Sebasti¨¢n hay que tomar la A-8 o la N-634 hasta Amorebieta. Desde aqu¨ª, por la BI-635 se llega a Gernika, de donde sale la BI-638, que pasa por Gautegiz y sigue hasta Kanala.
Alojamiento: La localidad ofrece uatro casas de agroturimo: Ozollo (tel. 94 6251013), Ugaldeberri, en Kanala (94 6256577), Txopebenta (94 6254923) y Urresti (94 6251843), estos ¨²ltimos en el barrio de Sendokiz. Y, por supuesto, el Castillo de Arteaga (94 6270440, www.castillodearteaga.com).
Comer: El castillo ofrece un buen restaurante. En el pueblo, el bar Barri (94 6257640), el Egala (94 6255281) o el Kanala, en el barrio hom¨®nimo (94 6253390). Ya en Gernika, la oferta es amplia: Baserri Maitea (94 6253408) Arrien (94 6250641), Zallo Barri (94 6251800), Zimela (94 6251012).
Actividades: Gautegiz-Arteaga forma parte de la reserva de Urdaibai. Desde el castillo o Kanala parten itinerarios para conocer la reserva (ver www.urdaibai.org). Hay que destacar el h¨¢bitat marisme?o, con cientos de especies, magn¨ªficamente detalladas en los folletos y dem¨¢s publicaciones sobre el parque natural. Y no hay que olvidarse del encinar cant¨¢brico, por el que seguramente dejaron su huella los tremendos de Kanala. Este bosque, rareza vegetal donde las haya en el Norte peninsular, cubre adem¨¢s del promontorio de Ogo?o, sobre Elantxobe, el crester¨ªo que flanquea la r¨ªa sobre Kanala, al que se puede acceder desde Akorda, de donde parte el camino a la ermita de San Pedro de Atxarre.
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