La guerra en L¨ªbano alumbra un nuevo Oriente Pr¨®ximo
El cierre en falso del nuevo conflicto armado en la zona refuerza el tri¨¢ngulo Hezbol¨¢-Ir¨¢n-Siria
Ofrecieron a la gente transporte gratuito, repartieron pastelillos y refrescos en los lugares de trabajo y promovieron manifestaciones al grito de Al¨¢ uakbar" (Dios es el m¨¢s grande). De tal guisa celebraron los jomeinistas iran¨ªes a comienzos de esta semana el alto el fuego en L¨ªbano. Mahmud Ahmadineyad, el presidente de la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n, proclam¨® vencedor del conflicto a Hezbol¨¢, el movimiento pol¨ªtico, social y militar de los chi¨ªes libaneses que Teher¨¢n patrocina desde los ochenta, y lo mismo hicieron Hasan Nasral¨¢, l¨ªder de Hezbol¨¢, y Bachar el Asad, presidente de Siria. ?Exageraciones orientales? No, a tenor de la pr¨¢ctica totalidad de los analistas consultados. Si la ¨²ltima guerra en L¨ªbano ha tenido ganadores, ¨¦stos han sido Hezbol¨¢ por sobrevivir, Siria por salir del purgatorio pol¨ªtico en el que estaba desde hac¨ªa un a?o e Ir¨¢n por afianzar su papel como potencia regional.
Israel no ha logrado sus objetivos: ni ha liberado a sus soldados ni ha desarmado a Hezbol¨¢
Si el ¨²ltimo choque ha tenido alg¨²n ganador, ha sido la milicia chi¨ª, por sobrevivir
Este verano Nasral¨¢ ha desplazado a Bin Laden como icono popular en el mundo musulm¨¢n
Con la guerra Ir¨¢n ha ganado semanas decisivas para avanzar en su programa nuclear
Quiz¨¢ la guerra fue planeada al alim¨®n por EE UU e Israel, como afirma Seymour Hersh en la ¨²ltima edici¨®n de The New Yorker. En cualquier caso, fue "brutal, inmoral y tremendamente desproporcionada", seg¨²n Patrick Seale, un periodista y escritor brit¨¢nico veterano de Oriente Pr¨®ximo. Sus objetivos proclamados eran, recuerda Seale, "destruir o debilitar seriamente a Hezbol¨¢, instalar en Beirut un Gobierno af¨ªn a Israel y Estados Unidos y acorralar a los padrinos de Hezbol¨¢, Ir¨¢n y Siria. Pero ha ocurrido exactamente lo contrario". O por decirlo como el editorial de The Economist: "Si Israel deseaba noquear a Hezbol¨¢, ha fracasado. Si Estados Unidos deseaba que, al noquear a Hezbol¨¢, Israel le ayudara a debilitar a Ir¨¢n, puede estar decepcionado". Nasral¨¢ es, seg¨²n el semanario brit¨¢nico, el ganador de esta ronda.
El balance provisional de p¨¦rdidas humanas y da?os materiales es dur¨ªsimo. Las cuatro semanas de campa?a han dejado m¨¢s de 1.100 civiles libaneses muertos, m¨¢s de 4.000 heridos y un mill¨®n de desplazados, am¨¦n de da?os en infraestructuras p¨²blicas y viviendas privadas valorados en miles de millones de d¨®lares. Israel, por su parte, llora la muerte de un m¨ªnimo de 117 soldados y 39 civiles, y ha sufrido p¨¦rdidas econ¨®micas valoradas en un 1% de su PIB. ?Cu¨¢ntos han sido los muertos de Hezbol¨¢? Unos 80, seg¨²n el Partido de Dios; unos 530, seg¨²n las Fuerzas Armadas israel¨ªes.
El lunes, Bush reapareci¨® en Washington y declar¨® p¨²blicamente que el perdedor era Hezbol¨¢. Aparentemente, era el mismo Bush incombustible que, en mayo de 2003, se disfraz¨® de piloto de guerra y desde la cubierta del portaaviones Abraham Lincoln pregon¨® su gran victoria en Irak. Aparentemente, porque, seg¨²n inform¨® The New York Times el martes, el presidente de EE UU, en un almuerzo celebrado en el Pent¨¢gono, confes¨® su "frustraci¨®n" por c¨®mo van las cosas en Irak, por la ineficacia del primer ministro iraqu¨ª Nuri al Maliki y por la incesante erosi¨®n del apoyo de los norteamericanos a la aventura en la antigua Babilonia. Bush, seg¨²n el diario neoyorquino, expres¨® su extra?eza por el hecho de que miles de chi¨ªes iraqu¨ªes hubieran participado en Bagdad en un mitin de apoyo a Hezbol¨¢ y de condena a Israel y Estados Unidos.
Deteng¨¢monos un momento en Irak. El pasado julio, el mes en que Israel inici¨® su campa?a libanesa, murieron violentamente en Irak unos 3.500 civiles, lo que supuso una media de m¨¢s de 100 al d¨ªa. En el conjunto de los siete primeros meses de este a?o, 18.000 civiles iraqu¨ªes han muerto acuchillados, tiroteados o por explosiones. En Irak ni hay paz ni nada que se parezca a un Estado de derecho. El Kurdist¨¢n lo dominan los grupos independentistas, la zona sun¨ª est¨¢ alzada en armas contra los norteamericanos y en la chi¨ª mandan las milicias emparentadas con Ir¨¢n y Hezbol¨¢. En Irak se est¨¢n librando dos guerras al un¨ªsono: una contra la ocupaci¨®n norteamericana y otra entre sus comunidades. Razones hay para que el Herald Tribune escribiera el jueves en su editorial: "Mantener el rumbo hasta que el presidente Bush deje el cargo dentro de 29 meses no es una opci¨®n. En realidad, ni tan siquiera se sabe cu¨¢l es el rumbo de EE UU". Volvamos a L¨ªbano. Israel no ha conseguido ninguno de los objetivos que esgrimi¨® para la guerra: ni han sido liberados sus dos soldados capturados por Hezbol¨¢ el 12 de julio, ni la milicia chi¨ª ha sido desarmada, ni su l¨ªder, Nasral¨¢, ha perecido. La guerra de L¨ªbano ha evidenciado los l¨ªmites del poder militar israel¨ª del mismo modo que la de Irak lo ha hecho con los l¨ªmites del estadounidense. Carcaje¨¢ndose del gran Oriente Pr¨®ximo con el que so?aban Bush y los neoconservadores -un Oriente Pr¨®ximo de pa¨ªses ¨¢rabes y musulmanes democr¨¢ticos y aliados de Estados Unidos-, el presidente iran¨ª Mahmud Ahmadineyad y el sirio Bachar el Asad han saludado esta semana el alba de lo que han llamado "un Nuevo Oriente Pr¨®ximo" dibujado por la resistencia de Hezbol¨¢ frente a Israel.
M¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica de Teher¨¢n o Washington, estamos ante un Oriente Pr¨®ximo a¨²n m¨¢s inseguro, m¨¢s inestable y m¨¢s radical. La resoluci¨®n 1701 del Consejo de Seguridad, la del alto el fuego en L¨ªbano, prev¨¦ el despliegue de una fuerza internacional de 15.000 soldados al sur del r¨ªo Litani, una especie de tamp¨®n entre Hezbol¨¢ e Israel. Es, dice el ex presidente de EE UU Jimmy Carter, "otra tirita" para los profundos males de Oriente Pr¨®ximo.
Dentro de tres semanas se cumplir¨¢ el quinto aniversario de los atentados terroristas en Washington y Nueva York que conmovieron al mundo. No cabe duda de que EE UU goza hoy de mayor seguridad dentro de sus fronteras nacionales, pero la violencia se ha extendido como mancha de aceite por el resto del planeta. Los norteamericanos no han vuelto a ser v¨ªctimas de ning¨²n otro ataque terrorista como el del 11-S, pero s¨ª los han padecido Espa?a, Reino Unido, Marruecos, Turqu¨ªa, Arabia Saud¨ª, Irak, Egipto, India, Indonesia... Peter Bergen, el periodista de la televisi¨®n norteamericana que en 1997 entrevist¨® a Bin Laden en Afganist¨¢n, cree que Al Qaeda es hoy tan poderosa o m¨¢s que hace cinco a?os. Para empezar, su ideolog¨ªa milenarista se ha extendido a decenas de grup¨²sculos islamistas en todo el planeta, grup¨²sculos que, como en el 11-M espa?ol, pueden actuar de modo aut¨®nomo. Pero, adem¨¢s, Bin Laden y su lugarteniente Al Zawahiri siguen en libertad y con capacidad de comunicarse.
El 28 de julio, la cadena de televisi¨®n ¨¢rabe Al Yazira difundi¨® parcialmente un v¨ªdeo de Al Zawahiri con comentarios sobre la guerra de L¨ªbano. Vestido con una chilaba gris y un turbante blanco, y con una decoraci¨®n que inclu¨ªa una foto de las Torres Gemelas ardiendo el 11-S, Al Zawahiri exhort¨® a todos los musulmanes a alzarse "contra los sionistas y los cruzados". "?Convert¨ªos en m¨¢rtires!", exclam¨®. Son palabras muy inquietantes porque a Al Qaeda hay que tomarla al pie de la letra.
Al pie de la letra quiere decir que Al Qaeda, por medios propios o a trav¨¦s de sus asociados o seguidores aut¨®nomos, intenta siempre materializar sus amenazas. Y tambi¨¦n quiere decir, como observa Peter L. Bergen en su libro Guerra Santa, SA, que esta red de asesinos milenaristas no est¨¢ en guerra contra la pornograf¨ªa, el juego, el alcohol y las drogas en los pa¨ªses occidentales -"eso", dice Bergen, "se lo dejan al fundamentalista cristiano Jerry Falwell"-, sino "contra la pol¨ªtica norteamericana en Oriente Pr¨®ximo". Lo que a Bin Laden y los suyos les obsesiona no son las fiestas mundanas en Los ?ngeles, sino la actuaci¨®n militar norteamericana e israel¨ª en lugares como los territorios palestinos, L¨ªbano, Arabia Saud¨ª e Irak.
En cualquier caso, este verano Nasral¨¢, el l¨ªder de Hezbol¨¢, ha desplazado a Bin Laden como icono popular en el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n. Y ello porque los milicianos de Hezbol¨¢ le han plantado cara al Tsahal, el Ej¨¦rcito israel¨ª, evidenciando disciplina, combatividad y eficacia a la hora de usar el armamento que reciben de Ir¨¢n v¨ªa Siria. Seg¨²n los testimonios publicados en la prensa israel¨ª, los soldados del Tsahal se enfrentaban en el sur de L¨ªbano a gente que, siguiendo la t¨¢ctica guerrillera cl¨¢sica, les dejaba pasar para sorprenderles luego por la espalda y desaparecer con rapidez. En muchas ocasiones, los israel¨ªes se encontraron bajo una breve pero intensa lluvia de fuego, que inclu¨ªa misiles anticarro guiados por l¨¢ser Sagger, de fabricaci¨®n iran¨ª, que pod¨ªan penetrar el blindaje de los hasta ahora todopoderosos Merkava.
Sabi¨¦ndose impotente ante la aviaci¨®n israel¨ª, Hezbol¨¢ se hab¨ªa preparado para afrontar una ofensiva terrestre. Hab¨ªa construido en el sur de L¨ªbano una amplia red de b¨²nkeres subterr¨¢neos resistentes a los bombardeos a¨¦reos y equipados con sistemas de v¨ªdeo que permit¨ªan vigilar los alrededores. La guerra a¨¦rea que el general Dan Halutz, jefe del Estado Mayor israel¨ª, pensaba que iba a ser suficiente no funcion¨®. Israel tuvo que bajar a tierra y pagar el precio de un elevado n¨²mero de bajas.
Lo sorprendente para numerosos especialistas militares occidentales es que Israel haya olvidado dos grandes lecciones de los a?os ochenta. Una, la tenaz resistencia que opuso el Ir¨¢n de Jomeini al Irak de Sadam, muy superior militarmente. La otra, la propia experiencia desastrosa de Israel en L¨ªbano. Israel invadi¨® ese pa¨ªs en 1982, con el objetivo de destruir a la OLP de Arafat, cosa que no consigui¨® enteramente. En cambio, la invasi¨®n supuso el nacimiento de Hezbol¨¢ como movimiento pol¨ªtico, social y militar de los chi¨ªes del pa¨ªs de los cedros. Finalmente, en el a?o 2000, Israel tuvo que retirarse por completo de L¨ªbano dada la encarnizada oposici¨®n de Hezbol¨¢.
El Partido de Dios ha conseguido ahora un nuevo triunfo pol¨ªtico. Su popularidad se ha disparado en L¨ªbano, y no s¨®lo entre la comunidad chi¨ª. Muchos libaneses cristianos y musulmanes sun¨ªes contrarios a esa organizaci¨®n se ven ahora obligados a apoyar su patri¨®tica oposici¨®n al invasor. Castigado por m¨²ltiples conflictos b¨¦licos durante tres lustros, L¨ªbano hab¨ªa reconstruido en los ¨²ltimos a?os sus ciudades y sus infraestructuras y hab¨ªa logrado un cierto modus vivendi entre sus m¨²ltiples facciones religiosas y pol¨ªticas, que al menos no expresaban sus diferencias a tiros. "Pero L¨ªbano es un delicado mosaico en el que si mueves una pieza, terminan movi¨¦ndose todas", subraya Tom¨¢s Alcoverro, decano de los periodistas espa?oles en Oriente Pr¨®ximo y corresponsal de La Vanguardia en Beirut. Y se pregunta: "?Qu¨¦ ocurrir¨¢ ahora? ?Se reabrir¨¢n los conflictos internos? ?Volver¨¢ a dividirse el pa¨ªs en distintos feudos? ?Regresar¨¢ Siria?".
Con 1,4 millones de almas, los chi¨ªes son ahora la comunidad demogr¨¢ficamente m¨¢s numerosa de L¨ªbano. Es f¨¢cil imaginar que terminen reclamando un papel m¨¢s importante en esas instituciones libanesas, cuyos puestos principales se reparten los cristianos maronitas y los musulmanes sun¨ªes. En cuanto al desarme de Hezbol¨¢, es altamente improbable, seg¨²n Alcoverro. "?Qui¨¦n le pone el cascabel al gato? ?El Gobierno y el Ej¨¦rcito de L¨ªbano? ?La futura fuerza multinacional?". Lo mismo piensa otro gran especialista en L¨ªbano y Oriente Pr¨®ximo, el periodista y escritor brit¨¢nico Robert Fisk. "Hay", dice Fisk, "tantas posibilidades de que Hezbol¨¢ se sienta obligado a cumplir las resoluciones 1559 y 1701 sobre su desarme como de que Israel acepte la resoluci¨®n 242 del Consejo de Seguridad de la ONU que le exige la retirada de los territorios ¨¢rabes que conquist¨® en 1967". Y en todo caso, Hezbol¨¢, si la presi¨®n es mucha, puede terminar integrando a sus milicias en el Ej¨¦rcito regular liban¨¦s, del mismo modo que su rama pol¨ªtica est¨¢ integrada en las instituciones del Estado liban¨¦s.
Entretanto, la Siria de Bachar el Asad, el presidente que hered¨® el cargo de su padre, ha conseguido un gran respiro. Antes de este conflicto, Asad estaba aislado y a la defensiva. Muchos libaneses, muchos ¨¢rabes y la mayor¨ªa de la comunidad internacional le consideraron responsable del asesinato del ex primer ministro liban¨¦s Rafik Hariri. Bush y el presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, actuaron en sinton¨ªa y Siria se vio obligada a retirarse oficialmente de L¨ªbano. Pero, como la de Afganist¨¢n, aquella fue otra buena misi¨®n abandonada en sus primeras fases. En vez de reforzar a las autoridades libanesas frente a Siria -y frente a Hezbol¨¢-, los norteamericanos volvieron a lo suyo.
Esta semana, Asad se ha jactado de que la resistencia de Hezbol¨¢ haya "roto el mito del invencible Ej¨¦rcito de Israel" y tambi¨¦n ha proclamado el nacimiento de "un Nuevo Oriente Pr¨®ximo". Vuelve a sentirse seguro. Y vuelve a reclamar la retirada israel¨ª del territorio sirio de los Altos del Gol¨¢n, contemplada en la resoluci¨®n 242 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Para el Ir¨¢n de los ayatol¨¢s este conflicto tambi¨¦n ha sido como agua de mayo. Su influencia entre los chi¨ªes de Irak y de L¨ªbano ha salido reforzada, ha ganado semanas decisivas para avanzar en su programa nuclear y ha conquistado legitimidad ante muchos ¨¢rabes y musulmanes para hacerlo. Ir¨¢n argumenta que si Israel puede permitirse invadir impunemente cualquier pa¨ªs vecino es precisamente porque tiene el monopolio de las armas nucleares en Oriente Pr¨®ximo.
Antes de que termine agosto, Ir¨¢n debe responder a la resoluci¨®n del Consejo de Seguridad que le insta a detener su programa de enriquecimiento de uranio o enfrentarse a sanciones econ¨®micas. En sus declaraciones de los ¨²ltimos d¨ªas, a Ahmadineyad se le ha visto poco dispuesto a dar su brazo a torcer. Ah¨ª, adelanta el analista norteamericano Ian Bremmer, tenemos el germen de una inminente crisis internacional. ?Qu¨¦ har¨¢n Estados Unidos e Israel ante una negativa iran¨ª? ?Le declarar¨¢n la guerra? ?Bombardear¨¢n sus instalaciones nucleares? El ingl¨¦s Paul Rogers, especialista en la Universidad de Bradford, cree que incluso la segunda de las opciones es "mucho m¨¢s problem¨¢tica" tras lo ocurrido en L¨ªbano. "Si el Ej¨¦rcito israel¨ª ni tan siquiera ha podido derrotar en L¨ªbano a una guerrilla de unos cuantos miles de hombres", observa.
?Qu¨¦ har¨¢n Rusia y China en caso de un enfrentamiento abierto entre EE UU e Ir¨¢n? Hasta ahora esos dos pa¨ªses han sido reacios a una excesiva presi¨®n sobre los ayatol¨¢s. En cuanto a la Uni¨®n Europea, la guerra de L¨ªbano ha confirmado clamorosamente su inexistencia pol¨ªtica. Tony Blair ha hecho desaparecer al Reino Unido de la escena pr¨®ximo-oriental y, en general, de la escena internacional, como escribi¨® recientemente en Financial Times el ex embajador sir Rodric Braithwaite. Londres es ahora un mero auxiliar pol¨ªtico y militar de Washington. El resto tambi¨¦n es triste. Aunque Chirac haya conseguido h¨¢bilmente un cierto protagonismo para Francia en la aprobaci¨®n de la resoluci¨®n del Consejo de Seguridad sobre L¨ªbano, su pa¨ªs -al igual que Alemania o Espa?a- s¨®lo puede tener una influencia seria en el mundo en un marco europeo. Y este marco no existe.
El 11-S provoc¨® una manifiesta moderaci¨®n por parte de Ir¨¢n y Siria, que no pusieron el menor obst¨¢culo a la campa?a en Afganist¨¢n, como se?alan Stephen Biddle y Ray Takeyh, miembros del Consejo de Relaciones Exteriores, uno de los m¨¢s prestigiosos think-tanks norteamericanos. El error, a?aden, fue que Bush ni terminara el trabajo en Afganist¨¢n, donde est¨¢n reapareciendo con fuerza los talibanes y Al Qaeda, ni se tomara en serio la soluci¨®n del tumor primario en Oriente Pr¨®ximo: el conflicto israel¨ª-palestino. En vez de eso, se embarc¨® en el desastre iraqu¨ª. El resultado es que nunca, desde el final de la II Guerra Mundial, la influencia pol¨ªtica y moral de Estados Unidos en el mundo ha sido tan escasa.
"Al final, todos los caminos de Oriente Pr¨®ximo conducen a Palestina, y todos los conflictos en esta regi¨®n seguir¨¢n abiertos mientras no se resuelva el problema de Palestina", dice Charles Glass, periodista y escritor de doble nacionalidad brit¨¢nica y norteamericana especializado en Oriente Pr¨®ximo desde 1973, y que fue uno de los rehenes occidentales capturados en L¨ªbano por el grupo terrorista Yihad Isl¨¢mica en los a?os ochenta. Y las cosas en Palestina van mal, muy mal. Sirva un dato: 38 ni?os palestinos murieron violentamente en Gaza el pasado julio, seg¨²n Unicef. La miserable franja de Gaza sigue bajo el asedio militar israel¨ª, al tiempo que, seg¨²n Ghasan Jatib, una veterana voz de la izquierda secular palestina, "la victoria de Hezbol¨¢ ha reforzado en las filas palestinas a los que privilegian la resistencia militar frente a las v¨ªas pol¨ªticas".
Nada parece indicar que Israel vaya a escuchar el mensaje de uno de sus mejores novelistas y abordar una negociaci¨®n con los palestinos que conduzca a una soluci¨®n definitiva para el conflicto, basada en la coexistencia de dos Estados en Tierra Santa. Ese novelista, David Grossman, acaba de perder a un hijo en la guerra de L¨ªbano: el sargento Uri Grossman, de 20 a?os, que muri¨® cuando su tanque fue alcanzado por un misil anticarro. David Grossman apoy¨® al principio la nueva guerra de L¨ªbano, pero pronto se convenci¨® de su sangrienta inutilidad. Particip¨® en actos de protesta junto con los tambi¨¦n escritores Amos Oz y A. B. Yehoshua y public¨® en El PA?S un art¨ªculo en el que ped¨ªa que, antes de abordar el desaf¨ªo planteado por Hezbol¨¢, Israel resolviera su principal problema, el conflicto con los palestinos. Entonces le lleg¨® la noticia de la muerte de Uri.
Sondeos publicados esta semana por los diarios israel¨ªes Maariv y Yediot Ahronot muestran una fuerte ca¨ªda de popularidad del primer ministro, Ehud Olmert, y el ministro de Defensa, Amir Peretz. Pero caen por parecerles blandos a muchos de sus compatriotas. La mayor¨ªa de los israel¨ªes, seg¨²n esas encuestas, hubiera deseado continuar la campa?a hasta conseguir la liberaci¨®n de los dos soldados capturados por Hezbol¨¢.
Tambi¨¦n recibe fuertes cr¨ªticas el general Halutz, el jefe del Estado Mayor. Por haber vendido acciones en v¨ªspera de la campa?a b¨¦lica y por su ineficaz direcci¨®n de las operaciones militares. El martes, en un art¨ªculo publicado en la primera p¨¢gina del diario Haaretz, el especialista militar Aluf Benn calific¨® de "fracaso" la campa?a libanesa y efectu¨® 20 preguntas comprometedoras, que iban desde qui¨¦nes tomaron la decisi¨®n de atacar a Hezbol¨¢ hasta por qu¨¦ Halutz, procedente de la Fuerza A¨¦rea, pens¨® que los bombardeos a¨¦reos ser¨ªan suficientes. Halutz es un halc¨®n que en 2003 tild¨® de "traidores" a 27 pilotos de caza que anunciaron su negativa a bombardear zonas habitadas en los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza.
Desde el a?o 2000, tras el definitivo fracaso del proceso de paz con los palestinos nacido en Oslo, la pol¨ªtica de Israel est¨¢ basada en la idea de que ese pa¨ªs no tiene ning¨²n interlocutor serio para hacer la paz y de que, en consecuencia, debe imponer una y otra vez a los ¨¢rabes su aplastante superioridad militar. Sus retiradas de territorios ocupados -el sur de L¨ªbano en 2000 y Gaza en 2005- han sido unilaterales, mientras que afianzaba su posici¨®n en Jerusal¨¦n Este y Cisjordania y levantaba un muro de separaci¨®n con los territorios palestinos que no le interesan. El resultado ha sido que los moderados de la Autoridad Nacional Palestina, con el presidente Mahmud Abbas al frente, han sido marginados en beneficio de Ham¨¢s, el ganador de las elecciones palestinas.
Como la gran mayor¨ªa de los especialistas, Scott Ritter, que fue jefe de los inspectores de Naciones Unidas en Irak entre 1991 y 1998, piensa que la intervenci¨®n israel¨ª en L¨ªbano ha sido tan desastrosa como la norteamericana en Irak. Pero Ritter pone el acento en una importante diferencia entre uno y otro caso. "Un d¨ªa Estados Unidos se retirar¨¢ de Irak, como en su momento se retir¨® de Vietnam. Podr¨¢ poner as¨ª mucha tierra de por medio entre esa pesadilla y su propio territorio nacional. Pero Israel nunca podr¨¢ despegarse f¨ªsicamente de los libaneses y los palestinos. ?stos seguir¨¢n siendo sus vecinos". O sea que, como dice con pesimismo y probablemente lucidez Charles Glass, "hasta la pr¨®xima".
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