El caldo de cultivo de la 'yihad' brit¨¢nica
El odio a Israel y EE UU convierte a j¨®venes musulmanes en 'quinta columna' contra Occidente
El lunes 14 de agosto, bajo el impacto todav¨ªa de la operaci¨®n terrorista desactivada por la polic¨ªa y los servicios secretos brit¨¢nicos en Londres y Birmingham, la secretaria de Estado para las Comunidades, Ruth Kelly, convoc¨® a los l¨ªderes isl¨¢micos del pa¨ªs para exigirles mayor control de los imanes extremistas que predican en algunas de las 1.632 mezquitas de Reino Unido. Sus interlocutores la escucharon con atenci¨®n, para contraatacar despu¨¦s con toda una bater¨ªa de reivindicaciones.
Syed Aziz Pasha, secretario general de la Uni¨®n de Organizaciones Musulmanas de Reino Unido e Irlanda, aprovech¨® para reclamar la implantaci¨®n de la shar¨ªa (ley isl¨¢mica), no en cuestiones penales, sino familiares, y solicitar que las fiestas del calendario isl¨¢mico sean oficiales para los musulmanes brit¨¢nicos. Un par de d¨ªas antes, la mayor¨ªa de los asistentes hab¨ªa firmado una carta responsabilizando a la pol¨ªtica exterior del Gobierno de la radicalizaci¨®n de los j¨®venes musulmanes de los suburbios. Una queja que se escucha en muchos sectores de la poblaci¨®n brit¨¢nica blanca, pero que resulta abrumadora y monocorde cuando se patean los suburbios del este de Londres, Birmingham, Manchester, Bradford o Rochdale.
"Los medios muestran a todos los musulmanes como terroristas", opina la psic¨®loga Sana Salem
"Estamos siendo perseguidos y se nos detiene sin pruebas", dice un joven isl¨¢mico
El paro afecta al 40% de los paquistan¨ªes, frente al 5,5% de desempleo oficial
Muchos musulmanes brit¨¢nicos no creen en la veracidad de las informaciones policiales
No lejos de Brick Lane, donde se concentra la comunidad londinense de Bangladesh, Yusuf atiende a una variopinta clientela en su agencia de viajes, especializada en visitas a la Meca. Vestido con la tradicional t¨²nica, y un chaleco oscuro de faldones largos, se cubre la cabeza con un gorro de punto, bajo el que asoma una cabellera larga y poco consistente, similar a su barba. Su indumentaria y su aspecto, sentado frente al ordenador, con el micr¨®fono en torno a la cabeza, es perfecto para una fotograf¨ªa. Pero no quiere fotos, ni tampoco dar su nombre completo, ni su edad. "Nada de datos personales", advierte educadamente. No es hora de significarse, aunque sea para un diario extranjero del que no ha o¨ªdo nunca hablar. "Estamos siendo perseguidos. Se nos vigila y se nos detiene sin pruebas".
Se refiere a los atentados a¨¦reos en cadena que la polic¨ªa declar¨® haber abortado el pasado 10 de agosto. Yusuf no se cree una palabra de todo esto. Pero por culpa de esas historias se siente vigilado en el metro, las pocas veces que abandona su reducto londinense en torno a Whitechapel Road. Aqu¨ª lo tiene todo a mano. Los amigos, el caf¨¦ Internet para ver las noticias que circulan por los blogs (bit¨¢coras colgadas en la red), y la mezquita del Este de Londres, con su centro isl¨¢mico adosado, una de las m¨¢s modernas y grandes del pa¨ªs.
"Cuando hay atentados o redadas como la del otro d¨ªa, los musulmanes lo pasamos muy mal", coincide Sana Salem, de 23 a?os, que vive tambi¨¦n en el este de esta gran babel multicultural que es la capital brit¨¢nica, con sus 7,2 millones de habitantes, casi un mill¨®n de ellos musulmanes, la mayor¨ªa de origen paquistan¨ª. De all¨ª procede la familia de Sana, que se licenci¨® hace poco en Psicolog¨ªa en el London University College, y ahora trabaja como mediadora familiar.
"Los fan¨¢ticos son una minor¨ªa que malinterpreta el Cor¨¢n. No se dan cuenta que al hacer da?o a los occidentales se hacen da?o a s¨ª mismos, porque son occidentales tambi¨¦n", dice. Un da?o agrandado por los medios de comunicaci¨®n, "que nos representan a todos los musulmanes como terroristas. Eso est¨¢ marcando a la generaci¨®n m¨¢s joven, que se siente marginada". Ella tiene parientes en Pakist¨¢n y en Estados Unidos. Pero la nueva situaci¨®n de sospecha est¨¢ volviendo la convivencia imposible. "Es sencillamente espantoso", dice Sana, que se cubre con el chador de la cabeza a los pies.
Muchas chicas musulmanas de su edad y su nivel cultural visten como ella, con las variaciones obligadas dependiendo de la secta a la que pertenezcan -casi todas ellas sun¨ªes-. Por ejemplo Yasmin Hussain, trabajadora del centro de mujeres Jegolarian, que se dedica a organizar cursillos de todo tipo para las mujeres del este de Londres. "Hay clases de yoga, de nataci¨®n, hasta se ense?a como manejar ordenadores", dice Yasmin, que atiende la administraci¨®n por las ma?anas. S¨®lo tiene 22 a?os, y es madre de una ni?a de dos. Por el centro circulan mujeres enlutadas, algunas con largas t¨²nicas bajo las que asoman sandalias de tac¨®n. Velos espesos les tapan el rostro y la cabeza. Las hay que se cubren las manos con guantes.
Tambi¨¦n viste ropa tradicional Zenib Jalil, de 22 a?os, que acaba de completar sus estudios de Dise?o de Moda en el London College of Communications, y vive a un paso de Forest Gate, donde la polic¨ªa detuvo a tiros hace un par de meses a dos j¨®venes musulmanes, que han sido puestos en libertad sin cargos hace poco. Zenib recibe a la periodista en su casita victoriana de East Ham, parte de Newham, uno de los ayuntamientos con mayor ¨ªndice de musulmanes de Londres.
Fuera, en la calle principal del barrio, decenas de chicos charlan en grupos junto a negocios de telefon¨ªa, de comida r¨¢pida, de ropa tradicional o deportiva. Muchos visten largas t¨²nicas blancas y se cubren la cabeza con los mismos gorros de tela o punto que usa Yusuf. "No forman parte de la indumentaria musulmana, aunque algunos los llaman gorros de plegaria", explica Zenib. Ella quiere dedicarse a la pol¨ªtica. Trabaja en un nuevo partido, Respect, surgido del movimiento No a la Guerra hace unos tres a?os. Nada de esto le impide vivir a fondo su religi¨®n.
Antes de posar para la c¨¢mara sube a su habitaci¨®n para colocarse el hiyab en la cabeza. Zenib no tiene novio ni lo tendr¨¢. "El islam condena la fornicaci¨®n. S¨®lo se mantienen relaciones sexuales despu¨¦s del matrimonio", dice. Ella aspira a casarse y tener una familia. ?Le encontrar¨¢n sus padres al marido que le corresponde? "Ya no se hace as¨ª. Lo que hacen es presentarte gente, pero t¨² tienes la posibilidad de elegir", explica.
"El islam es paz. Desgraciadamente hay tambi¨¦n quien malinterpreta nuestra religi¨®n. Pero hay que ir a las ra¨ªces de lo que est¨¢ ocurriendo. ?Por qu¨¦ nadie hace nada frente a las agresiones que sufre el pueblo palestino? El sentimiento de impotencia ante lo que les est¨¢ ocurriendo a nuestros hermanos y hermanas en Irak y en otros sitios puede haber empujado hacia la violencia a algunos j¨®venes", dice. Un razonamiento que ha calado profundamente en la comunidad isl¨¢mica.
"Es cierto que tenemos un problema con una peque?a minor¨ªa de j¨®venes que se han radicalizado mucho. Son chicos que no interpretan correctamente el Cor¨¢n y han sufrido una especie de lavado de cerebro", admite el doctor Khadil Aniss, musulm¨¢n de origen paquistan¨ª, de 36 a?os, que trabaja como odont¨®logo en el hospital de d¨ªa de Rochdale, un peque?o y nada glamuroso edificio cerca de Manchester. Khadil Aniss es un fervoroso creyente y, pese a la apretada agenda diaria, saca tiempo para rezar cinco veces al d¨ªa. Viste a la occidental y se considera a s¨ª mismo un moderado. ?Por qu¨¦ los moderados como ¨¦l, con influencia y cultura no han sido capaces de detectar este proceso de radicalizaci¨®n que est¨¢ inflamando los suburbios de Reino Unido? "Quiz¨¢s hemos estado distra¨ªdos. Pero si alguien se entera de que j¨®venes de nuestra comunidad est¨¢n implicados en una historia de terrorismo, tenga por seguro que ser¨ªan denunciados a la polic¨ªa".
No obstante, Aniss culpa a las autoridades brit¨¢nicas de haber dejado demasiados puntos confusos, demasiadas lagunas en la investigaci¨®n de los sucesivos atentados. "No comprendemos por qu¨¦ se niegan a que haya una investigaci¨®n independiente sobre los atentados del 7-J en el metro de Londres". Aniss no va m¨¢s lejos de estas afirmaciones, pero la pr¨¢ctica totalidad de los musulmanes brit¨¢nicos contactados en este reportaje se niega a creer en la veracidad de las informaciones policiales. Y una parte de la sociedad brit¨¢nica est¨¢ con ellos.
Las teor¨ªas conspirativas proliferan en blogs y chats colgados en las p¨¢ginas en Internet de la BBC y de los grandes rotativos. Pero hay tambi¨¦n opiniones y an¨¢lisis radicalmente diferentes. El obispo de Rochester, Michael Nazir-Ali, cree que la culpa recae en la pasividad gubernamental que ha permitido la entrada en el pa¨ªs sin el menor control de imanes wahab¨ªes, y tambi¨¦n en la permisividad en la que se basa la integraci¨®n brit¨¢nica. "En el nombre del multiculturalismo", escrib¨ªa recientemente en el diario The Daily Telegraph, "se ha estimulado la creaci¨®n de escuelas en las mezquitas y los ni?os musulmanes pasan en ellas hasta seis horas diarias estudiando el Cor¨¢n y la tradici¨®n isl¨¢mica, adem¨¢s de sus lenguas de origen".
Khalid Aniss, el odont¨®logo de Rochdale, considera, en cambio, que estas escuelas propias son una conquista. Por la sala de espera del centro donde trabaja corretean tres ni?os de piel oscura. Los padres, ella vestida con ropa tradicional paquistan¨ª, ¨¦l con pantal¨®n y camisa occidentales, esperan a ser atendidos junto a una docena de personas. La mitad tiene su mismo aspecto, el resto son ingleses vestidos con ropa barata. Dos se?oras de pelo blanco conversan en voz baja sin quitarle los ojos a la televisi¨®n, que emite anuncios sin parar; un chico delgado, vestido con vaqueros y una cazadora desgastada pide su turno, luego sale del edificio, para volver a entrar un minuto despu¨¦s.
Es dif¨ªcil apreciar las diferencias de clase entre unos y otros. Aunque las estad¨ªsticas que maneja el Muslim Council of Britain (MCB), creado en 1997 para articular la mir¨ªada de organizaciones isl¨¢micas que proliferan en todo el pa¨ªs, muestran machaconamente que los musulmanes paquistan¨ªes y de Bangladesh siguen siendo el proletariado de las minor¨ªas ¨¦tnicas brit¨¢nicas. En la misma Rochdale, el 96% de la comunidad paquistan¨ª y el 89% de la banglades¨ª, vive en cinco distritos de la ciudad que figuran entre los m¨¢s degradados y pobres de todo el noroeste brit¨¢nico. Las estad¨ªsticas se?alan que el paro afecta al 40% de los paquistan¨ªes, frente al 5,5% de desempleo oficial de Reino Unido. Que viven en casas sin calefacci¨®n muchos de ellos, y sufren m¨¢s dolencias f¨ªsicas.
"Hay que ver qui¨¦nes eran los inmigrantes que llegaron aqu¨ª en los sesenta y los setenta. Gente que ven¨ªa de las zonas m¨¢s deprimidas de Pakist¨¢n, sin cualificaci¨®n, sin saber ingl¨¦s. Es normal que todav¨ªa est¨¦n en los escalones m¨¢s bajos", dice Khalid Aniss. Es el caso de Inram, de 52 a?os, que abandona un poco aturdido la consulta del hospital de d¨ªa de Rochdale. Tiene problemas en los ojos y acaban de echarle un colirio que casi le impide ver. Viste todav¨ªa con las ropas tradicionales de la regi¨®n del Punjab, pese a llevar 17 a?os en esta peque?a ciudad de la Inglaterra profunda. Era panadero, explica, pero ahora est¨¢ en la lista del paro y con pocas esperanzas de encontrar otro empleo. Su ingl¨¦s es todav¨ªa vacilante. Aun as¨ª apenas se aborda el tema del radicalismo de los musulmanes brit¨¢nicos, cuando suelta la misma letan¨ªa. "?A qui¨¦n le importan los muertos en L¨ªbano? ?Valen m¨¢s los tres mil muertos en las Torres Gemelas que las decenas de miles que han ca¨ªdo en Palestina y en Irak?".
Puede que este estado de opini¨®n en millones de hogares musulmanes sea el caldo de cultivo, la atm¨®sfera perfecta para que surjan fundamentalistas en los suburbios de las ciudades brit¨¢nicas. Abdurahman Jafar, abogado de 34 a?os y miembro del Muslim Council of Britain, donde se ocupa de la secci¨®n de Asuntos Legales, tiene sus propias teor¨ªas al respecto.
"Lo que nos ocurre es que como comunidad no tenemos ninguna voz en la sociedad brit¨¢nica. S¨®lo hay cuatro diputados musulmanes. Lo que representa un 1% del total, pese a que somos m¨¢s del 3% de la poblaci¨®n de este pa¨ªs. Eso significa que nadie se ocupa de nuestros problemas, que nadie nos hace caso. Eso crea mucha frustraci¨®n y puede abocar a los j¨®venes a la violencia. Aunque yo no lo justifico", opina este abogado.
Abdurahman Jafar se declara musulm¨¢n practicante, desde los a?os de la universidad. "Mi padre y mi madre son liberales, siempre han bebido alcohol. Pero la guerra de Bosnia, y luego la de Kosovo fueron muy importantes para m¨ª. Ver sufrir a tantos hermanos y hermanas musulmanes, ver la limpieza ¨¦tnica, el genocidio. Todo eso me hizo profundizar en mi fe". Jafar viaj¨® a la ex Yugoslavia en aquellos a?os turbulentos y se trajo de all¨ª a su esposa, una joven musulmana de Macedonia.
Con sus vaqueros oscuros, su camisa blanca y su chaqueta, Jafar parece un mod¨¦lico empleado de cualquier firma de la City londinense donde se ubica el despacho de abogados donde trabaja. Es modesto, pero perfectamente moderno y occidental en todos sus detalles. Jafar no tiene hijos, pero piensa tenerlos y quiere que regrese la armon¨ªa cuanto antes. Quiz¨¢s piensa que todo este conflicto deber¨ªa servir, al menos, para que la comunidad musulmana gane alg¨²n otro diputado.
?Chequeos s¨®lo para musulmanes?
La alarma de la semana pasada no s¨®lo provoc¨® el colapso en las comunicaciones a¨¦reas entre estados unidos y reino unido, sino que ha llevado al ministerio del interior brit¨¢nico a plantearse la posibilidad de someter a escrutinios y chequeos especiales en los aeropuertos a la poblaci¨®n musulmana.
Las cosas no ser¨ªa tan burdas como apartar a un lado en las colas de embarque a todos los pasajeros j¨®venes, de piel oscura y aspecto sospechoso, pero el debate ha encrespado los ¨¢nimos entre la minor¨ªa musulmana.
Una encuesta encargada por el diario
The Times
revel¨® recientemente que un 16% de los musulmanes de este pa¨ªs justificaban de alguna manera la masacre del metro de Londres del 7 de julio de 2005, y un 13% consideraba
m¨¢rtires
a los j¨®venes suicidas que provocaron la tragedia en la que murieron 56 personas, al hacer estallar las bombas que portaban en sus mochilas.
Reino Unido tiene m¨¢s de 60 millones de habitantes, de los cuales el 3% son musulmanes. Si se extrapolan los datos, la cifra de simpatizantes reales de los terroristas podr¨ªa superar las 200.000 personas.
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