Mayor velocidad para la Europa social
Son muchas las voces en Europa que piensan que ahora es el momento para "empezar de nuevo" el proceso de unidad europea. Es dif¨ªcil o pr¨¢cticamente imposible, ya que el "adanismo europeo" no existe. A la altura en la que estamos hay una realidad que parece irrefutable: una Europa m¨¢s social exige necesariamente el acompa?amiento de una Europa m¨¢s federal. Hay un temor, no suficientemente fundamentado, pero bastante interiorizado, en sectores de la izquierda de que una Europa m¨¢s federal debilita y socava las conquistas sociales de sus propios pa¨ªses. No estoy de acuerdo. Por el contrario, ¨²nicamente una estructura europea m¨¢s federal es el ¨¢mbito institucional m¨¢s favorable para que la izquierda pol¨ªtica y social pueda mejorar la relaci¨®n de fuerzas, condici¨®n necesaria para desatascar el proyecto europeo que, como mucha ciudadan¨ªa opina, es la ¨²nica alternativa para alejarnos progresivamente de lo que se viene llamando "mercadolatr¨ªa o globalismo neoliberal". El primer ministro belga Verhofstadt, convencido federalista, ha afirmado en fechas recientes: "El ciudadano se ha apeado de la UE y ha votado en contra porque cree que Europa ya no aporta soluci¨®n a sus problemas, consecuencia, en parte, de las sistem¨¢ticas cr¨ªticas que muchos gobiernos dirigen a 'Bruselas', responsable de todos los problemas sin atribuirle ning¨²n m¨¦rito en el ¨¦xito de sus pol¨ªticas".
La CES no quiere menos Europa; lo que quieren los trabajadores europeos es una Europa diferente y mejor
En nombre de la "estabilidad" se ha creado un c¨ªrculo vicioso, en especial en la zona euro
En la situaci¨®n actual es el discurso sindical europeo, con sus lagunas, carencias y todo lo que se le pueda criticar, el banco de ideas m¨¢s constante y m¨¢s ¨²til para hacer posible una construcci¨®n europea m¨¢s completa y menos desequilibrada. Este discurso trata de hacerse visible en momentos importantes, aunque no con mucho ¨¦xito. Por eso me interesa contribuir a su visibilidad y divulgaci¨®n. En concreto, antes de la Cumbre de Dinamarca, el Comit¨¦ Ejecutivo de la Confederaci¨®n Europea de Sindicatos (CES) hizo p¨²blica una extensa y sustanciosa resoluci¨®n, bajo el t¨ªtulo La Europa social debe avanzar a mayor velocidad que supone un conjunto de reivindicaciones y de propuestas tanto para las instituciones europeas como para los jefes de estado para salir del atasco en el que el debate sobre el futuro de la UE se encuentra.
La CES considera que es el momento de hacer frente a la realidad: la falta de una verdadera cooperaci¨®n y de un liderazgo en Europa son las razones por las que la Estrategia de Lisboa no funciona. Una parte importante de los pa¨ªses europeos podr¨ªan hacerlo mejor. No es solamente la econom¨ªa la que sufre un crecimiento d¨¦bil y una falta de recuperaci¨®n, la Europa social tambi¨¦n sufre ese estancamiento. La pobreza est¨¢ en alza. Los empleos precarios, que ofrecen salarios m¨ªseros, poca o ninguna seguridad, y no ofrecen acceso a la formaci¨®n ni perspectivas de un mejor empleo se extienden por toda Europa. En muchos pa¨ªses, representan entre un cuarto y hasta un tercio del conjunto del empleo. Una cuarta parte de las personas que viven en riesgo de pobreza tienen de hecho un empleo, pero un empleo que no les aporta un salario decente. Por t¨¦rmino medio, los salarios reales no progresan y los trabajadores ya no se benefician de los frutos del crecimiento de la productividad. Muchos de ellos se ven forzados, mediante chantaje, a aceptar bajos salarios y un aumento de sus horas de trabajo, mientras que los beneficios se disparan y algunos "felices escogidos" se aprovechas de incre¨ªbles ventajas. No es una coincidencia. Tampoco es la inevitable consecuencia del enfoque europeo que tiende a conjugar la actividad del mercado con las correcciones sociales, a intentar mantener las sociedades unidas evitando que avancen las grandes desigualdades entre los ganadores y los perdedores. Se puede ver claramente en el hecho de que cierto n¨²mero de estados, en particular del norte de Europa, est¨¢n teniendo buenos resultados en t¨¦rminos econ¨®micos, precisamente porque se centran tambi¨¦n en la cohesi¨®n social y en la Europa social . No, es en las decisiones de pol¨ªtica econ¨®mica donde hay que buscar a los verdaderos culpables, en el uso abusivo que el modelo econ¨®mico europeo hace de los conceptos de competitividad y estabilidad.
En nombre de la "competitividad", los estados miembros sobrepujan los unos a los otros para ofrecer los salarios m¨¢s bajos, el r¨¦gimen de trabajo m¨¢s flexible, los derechos de trabajo m¨¢s restringidos y los impuestos sobre beneficios m¨¢s moderados. Todos est¨¢n aplicando con demasiada frecuencia estrat¨¦gicas de "cada uno para s¨ª" en un intento vano y contraproducente de atraer a su pa¨ªs una mayor parte de la base industrial que queda en Europa. No trabajan juntos para establecer y ampliar la econom¨ªa europea en su conjunto mediante la inversi¨®n conjunta en investigaci¨®n, innovaci¨®n y conocimiento para todos. En vez de intentar aumentar el tama?o del pastel, s¨®lo piensan en competir unos con otros para conseguir una parte mayor. Y, en consecuencia, el pastel encoge. Someti¨¦ndose a esta competencia, Europa est¨¢ priv¨¢ndose de la demanda, de las oportunidades comerciales y corre hacia el desastre econ¨®mico y social...
En nombre de la "estabilidad", los bancos centrales y los gobiernos dejan a otros, y por tanto a nadie, la responsabilidad de la recuperaci¨®n tras la crisis. En nombre de la "estabilidad" se ha creado un c¨ªrculo vicioso, en especial en la zona euro. Para luchar contra la inflaci¨®n, la pol¨ªtica monetaria mantiene a la econom¨ªa por debajo de sus posibilidades. Para luchar contra los d¨¦ficits p¨²blicos que suponen el mantenimiento de la actividad por debajo de sus posibilidades, los gobiernos aumentan los impuestos indirectos que hacen a su vez aumentar los precios. El ciclo de "locura" se cierra cuando el banco central comienza a subir los tipos de inter¨¦s para luchar contra el peligro imaginario de inflaci¨®n que surge por el aumento de los impuestos indirectos. M¨¢s que de estabilidad tendr¨ªamos que hablar de desastre econ¨®mico. ?La estabilidad conseguida de esta forma es una "estabilidad de cementerio econ¨®mico".
La CES no quiere menos Europa; lo que quieren los trabajadores europeos es una Europa diferente y mejor. Es el momento de pasar a una velocidad social superior. Es el momento de cambiar de direcci¨®n y alejar a la econom¨ªa del borde del cataclismo econ¨®mico. La CES recomienda con insistencia al Consejo Europeo que cambie el modelo de proceso decisorio en materia de pol¨ªtica econ¨®mica y que asuma la responsabilidad de una demanda interior din¨¢mica en el seno de Europa, en lugar de dejar que la responsabilidad recaiga sobre otros. Deber¨ªa ponerse en marca una Iniciativa Europea de Crecimiento que busque un doble dividendo mediante la inversi¨®n en las prioridades de Lisboa y la salida de la econom¨ªa de la crisis. Los proyectos para reducir los d¨¦ficits deben tener en cuenta la fragilidad de la recuperaci¨®n. Y hay que poner fin al ciclo de "locura" de los gobernantes que, aumentando los impuestos indirectos, proporcionan una coartada a los responsables de los bancos centrales para aumentar los tipos de inter¨¦s.
Si queremos situar la justicia social y las condiciones de trabajo justas, es preciso acompa?arlas con pol¨ªticas fiscales justas. La CES est¨¢ preocupada por los anuncios de nuevas reformas fiscales que pretenden continuar la espiral fiscal descendente. La CES se?ala que los objetivos fundamentales de la fiscalidad son conseguir una distribuci¨®n equitativa de los ingresos y permitir la financiaci¨®n de los bienes y servicios p¨²blicos y de la seguridad social.
?stos son parte de los contenidos de un modelo econ¨®mico y social que, con el apoyo de una ciudadan¨ªa cr¨ªtica suficiente, es posible. Se suele decir que la pol¨ªtica debe hacer posible lo necesario. Hay que demostrar que en el ¨¢mbito de la globalizaci¨®n es posible construir un modelo diferenciado de competitividad econ¨®mica que haga posible sostener y desarrollar el amenazado modelo social europeo.
Carlos Trevilla es representante de UGT en el CES vasco.
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