Un nuevo grupo de 24 senegaleses llega a Barcelona bajo la tutela de una ONG
Los africanos se alojar¨¢n 15 d¨ªas en un albergue para contactar con familiares y amigos
Un total de 24 inmigrantes senegaleses llegaron ayer a Barcelona procedentes de los centros de acogida de las islas Canarias. A diferencia del medio centenar de subsaharianos que el Gobierno central envi¨® el lunes sin avisar a nadie, ¨¦stos aterrizaron en el aeropuerto de El Prat de acuerdo con el procedimiento habitual y fueron atendidos por las organizaciones de acogida. La Comisi¨®n Catalana de Ayuda al Refugiado (CCAR) traslad¨® a los senegaleses hasta un albergue de Vallcarca. All¨ª estar¨¢n alojados 15 d¨ªas, el tiempo "necesario" para buscar a alg¨²n familiar o amigo que les ayude a abrirse paso.
"Senegal es un buen pa¨ªs para la agricultura, pero no para los j¨®venes: no hay trabajo". Desde la habitaci¨®n que lleva ocupando durante apenas un par de horas en el albergue Virgen de Montserrat, Ousmane Diop descansa y echa un vistazo a la televisi¨®n. La jornada ha sido dura. Soltero y con s¨®lo 24 a?os, es uno de los varones africanos que ayer, pasadas las tres de la tarde, aterrizaron en el aeropuerto de Barcelona en un vuelo directo desde las islas Canarias. Despu¨¦s, fueron trasladados al albergue sin el paso previo habitual por el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de la Zona Franca.
Gracias a un acuerdo entre la red de albergues sociales de la Generalitat y la Comisi¨®n Catalana de Ayuda al Refugiado, Ousmane y sus compatriotas podr¨¢n permanecer alojados durante un m¨¢ximo de 15 d¨ªas en este buc¨®lico albergue, en r¨¦gimen de pensi¨®n completa. Pero este atl¨¦tico joven, que luce un enorme anillo de plata, no tendr¨¢ necesidad de prolongar demasiado su estancia. En cuanto pueda, se marchar¨¢ rumbo a Valencia. En esta ciudad vive y trabaja desde hace m¨¢s de 20 a?os su padre, un comerciante que todos los a?os vuelve a Senegal a visitar a su familia.
Con un futuro inmediato m¨¢s o menos definido junto a su padre, Ousmane echa la vista atr¨¢s y repasa lo que ha vivido en el ¨²ltimo mes con una precisi¨®n que recuerda a Funes El Memorioso. "Sal¨ª de mi pa¨ªs el domingo 16 de julio, y el jueves 27 llegu¨¦ a Canarias". "El agua estaba loca", dice Ousmane para describir el estado de la mar durante los 11 d¨ªas que dur¨® la traves¨ªa atl¨¢ntica. ?Y qu¨¦ pas¨® con los otros compa?eros que iban en el cayuco? "Todos no han llegado, pero s¨®lo tengo en cuenta mi problema", explica resignado.
Vestido con camiseta blanca, pantalones negros y unas botas de monta?a -como casi todos los dem¨¢s-, Ousmane es consciente de que se encuentra en Barcelona. Pero hasta ah¨ª llega su informaci¨®n sobre la capital catalana: todo lo dem¨¢s es confusi¨®n en un lugar, un ambiente y un clima que a los reci¨¦n llegados les resulta totalmente ajeno. Ayer por la tarde, ante la ingente cantidad de periodistas que asediaban el albergue, la mayor¨ªa de senegaleses prefirieron permanecer en sus habitaciones despu¨¦s de darse una ducha. A modo de improvisado portavoz, uno de ellos atraviesa el vest¨ªbulo, decorado con arcos de imitaci¨®n ¨¢rabe, y sale al encuentro de la prensa. Se llama Souleg Wiang. Tiene 31 a?os. El viaje en cayuco le cost¨® unos 600 euros. Su esposa y su hijo siguen en Senegal. ?l quiere ir a Madrid porque all¨ª tiene a un hermano peque?o. Fin de la historia. Pide un cigarro y se vuelve para adentro.
La expectaci¨®n en torno al grupo de subsaharianos -el primero que llega de forma regular tras el env¨ªo excepcional y sin previo aviso del lunes- tambi¨¦n sorprendi¨® a los turistas que se alojan en el albergue Virgen de Montserrat. Matthias, un joven alem¨¢n que tambi¨¦n lleg¨® ayer al albergue social, dice que comprende la "dif¨ªcil situaci¨®n" que atraviesan estos 24 inmigrantes. "Una vez fui a Madrid sin conocer a nadie, y ya lo pas¨¦ mal... ?As¨ª que imag¨ªnate ellos!", exclama Matthias.
Ya por la noche, en un ambiente distendido y con el grueso del ej¨¦rcito medi¨¢tico en retirada, los senegaleses se relajan. Algunos miran la tele: un v¨ªdeo musical de la cantante Kylie Minogue. Otros, bol¨ªgrafo en mano, empiezan a anotar n¨²meros de tel¨¦fono y direcciones; pero est¨¢n cansados, pronto se ir¨¢n a dormir, y ya no tienen m¨¢s ganas de hablar. Uno de ellos pone las cosas en su sitio: "Hemos de preservar nuestra vida privada".
Esta informaci¨®n ha sido elaborada por Roger Cassany, Jes¨²s Garc¨ªa, Javier Leal y Vanessa Pi.
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