La invenci¨®n de una vida
No habr¨¢ muchos ejemplos de tal longevidad creativa, si es que hay alguno: Jos¨¦ Antonio Mu?oz Rojas (Antequera, 1909) public¨® Versos de retorno en 1929, va para ochenta a?os, y acaba de editar El comendador. Es verdad que este peculiar relato, sobre fondo hist¨®rico recogido en las cr¨®nicas y sublimado en novelas moriscas y romances fronterizos, lleva unos treinta y cinco a?os escrito, aunque con intervenciones anteriores y posteriores: una "Apostilla" datada en 1992 especifica, a prop¨®sito de una descripci¨®n de la casa del protagonista: "Se escribi¨® lo que antecede en 1959".
La condici¨®n de poeta de
EL COMENDADOR
Jos¨¦ Antonio Mu?oz Rojas
Pre-Textos. Valencia, 2006
136 p¨¢ginas. 11 euros
Mu?oz Rojas no puede eclipsar sus excelentes prosas l¨ªricas y memorial¨ªsticas, ni las "historias de pueblo y campo", donde acaso alcanza su cumbre art¨ªstica; baste recordar los elogios que tributaron en su d¨ªa a Las cosas del campo Aleixandre ("el m¨¢s verdadero libro de poemas en prosa que yo he le¨ªdo desde hace muchos muchos a?os") o D¨¢maso Alonso: "El libro de prosa m¨¢s bello y m¨¢s emocionado que yo he le¨ªdo desde que soy hombre (es decir, desde que le¨ª Platero y yo)". Una dedicaci¨®n tan dilatada obliga a buscar la distancia adecuada entre fidelidad y versatilidad. En su caso, se inclina m¨¢s por la primera, pero sin incurrir en la reiteraci¨®n inerte, pues el autor ha escrito s¨®lo cuando ha querido y tenido algo que decir. La falta de correspondencia entre las fechas de escritura y de publicaci¨®n, que sugiere un cierto desd¨¦n por el reconocimiento literario, propicia la revisi¨®n de los textos largo tiempo despu¨¦s de escritos, lo que acent¨²a una idea de intemporalidad, o mejor intertemporalidad. La obra recrea una ¨¦poca en el marco de las escaramuzas que siguieron a las guerras de frontera, un siglo despu¨¦s de la toma de Antequera por las tropas cristianas a comienzos del XV. Al lector contempor¨¢neo le interesa s¨®lo subsidiariamente el documento hist¨®rico, y mucho m¨¢s la capacidad de poner en pie, como en un ejercicio de reminiscencia personal, un pasado lejano y una pertenencia geogr¨¢fica, al modo de otra obra escrita por entonces: Antequera, norte de mi pluma (1977). En El comendador hay constantes interferencias del autor y su tiempo en el relato, seg¨²n muestran las alusiones a estudiosos de la materia tratada o a situaciones actuales. Tales interferencias son una confusi¨®n entre el narrador y el autor, rasgo que remite al Azor¨ªn de las novelas ensayo de su madurez, como Don Juan o F¨¦lix Vargas.
El armaz¨®n novel¨ªstico de El comendador importa menos que la descripci¨®n del paisaje, la evocaci¨®n po¨¦tica y la reflexi¨®n moral. Su clasicidad y el arraigo existencial son virtudes poco prestigiadas que Mu?oz Rojas comparte con algunos coet¨¢neos como Vivanco o Leopoldo Panero. De su tendencia a la mesura y proporci¨®n espiritual le hab¨ªa hablado Aleixandre en carta de 1946: "Cuando pienso en tu vida la veo llena de armon¨ªa, de sereno equilibrio"; y enseguida: "Tus hijos, tus libros, tu tierra abierta: y todo bajo el cielo sereno, y confiado en Dios". La buena literatura no se hace s¨®lo con buenos sentimientos; pero tambi¨¦n puede hacerse con buenos sentimientos.
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