La llamada de la selva...urbana
Jabal¨ªes que callejean en ciudades del entorno de Madrid. Gaviotas que llegan a formar plagas. Cig¨¹e?as que anidan sobre autov¨ªas. Halcones en la Sagrada Familia de Barcelona. Frente a las m¨²ltiples especies que hemos llevado al borde de la extinci¨®n, otras han sacado su afici¨®n por vivir en la ciudad
"?Qu¨¦ es lo que haces t¨² aqu¨ª, / una gaviota en Madrid?", cantaba Caco Senante a comienzos de los ochenta, entre la sorpresa y la a?oranza. ?Y en 2006? ?Qu¨¦ hacen en Madrid 150.000 gaviotas? "La gran mayor¨ªa duerme en graveras inundadas y embalses, pero durante el d¨ªa frecuentan los vertederos de la provincia, en especial el de Valdeming¨®mez, donde se citan hasta 50.000 individuos", resume Juan Carlos del Moral, coordinador del ¨¢rea de estudio y seguimiento de aves de la Sociedad Espa?ola de Ornitolog¨ªa (SEO/BirdLife). En la proliferaci¨®n de desechos, y por tanto de alimento, reside parte de la explicaci¨®n al progresivo incremento en la visita y estancia de especies animales consideradas salvajes en el ¨¢mbito urbano.
Hay citas de nutrias en Burgos y Salamanca, de gardu?as en Granada y Cuenca, y de jinetas junto a Zaragoza
En Barcelona, a las tres parejas de halcones peregrinos repartidas entre una central t¨¦rmica abandonada en el r¨ªo Bes¨®s, la monta?a de Montju?c y el barrio del Poble Nou se ha unido este a?o una m¨¢s en la catedral de la Sagrada Familia, demostrando que el animal m¨¢s veloz del mundo puede compartir espacio con los dos millones de turistas que visitan anualmente el templo creado por Gaud¨ª. En este caso, la recolonizaci¨®n se ha logrado gracias a la intervenci¨®n directa del hombre. Eduard Durany, director t¨¦cnico de Thalassia, la empresa que desde 1999 lleva a cabo el programa de reintroducci¨®n de la especie en la Ciudad Condal, afirma que "se trata de una vuelta a su h¨¢bitat, ya que hasta 1973, a?o en que mataron en la iglesia de Santa Mar¨ªa del Mar a la ¨²nica pareja que quedaba, el halc¨®n habitaba en Barcelona". Edificios altos e inaccesibles, con salientes y repisas, sustituyen a las paredes rocosas llenas de recovecos de zonas menos humanizadas.
En Madrid, el halc¨®n peregrino estuvo un tiempo relacionado con el poder econ¨®mico. Luis Miguel Dom¨ªnguez, naturalista y director de documentales de naturaleza, film¨® en 1991 para su serie Fauna callejera a una pareja que viv¨ªa en el edificio del BBVA, en pleno centro financiero de la capital. "Al final tuvimos que pedir permiso para pasar por el despacho del director general y del consejo de administraci¨®n para filmar algunas im¨¢genes", recuerda Dom¨ªnguez. En la actualidad, Madrid cuenta con dos parejas: una en lo alto de Torrespa?a (el Pirul¨ª de TVE); "la otra utiliza el alf¨¦izar de la ventana de una vivienda del centro; el due?o nos mostr¨® su deseo de respetar el lugar de anidamiento a toda costa, por lo que ha colocado una persiana gris que mantiene constantemente cerrada para no molestar a las aves", explica Juan Carlos del Moral.
Otra rapaz que no le hace ascos a la ciudad es el cern¨ªcalo vulgar. En Barcelona, en Montju?c, se encuentra una de las colonias m¨¢s importantes de Europa, con cerca de 15 parejas. Seg¨²n Eduard Durany, "hace a?os alcanzaba la veintena, pero la expansi¨®n urbana e industrial que tiene lugar en su ¨¢rea de alimentaci¨®n, el delta del r¨ªo Llobregat, ha mermado la poblaci¨®n, entre otras cosas porque se ven obligados a cazar en el aeropuerto de El Prat, donde mueren atropellados o absorbidos por las turbulencias de los aviones".
La concentraci¨®n de miles de palomas, estorninos e incluso gaviotas en algunas ciudades conlleva m¨¢s de un perjuicio para los habitantes y sus viviendas en forma de ruidos, excrementos y hasta destrozos. En Madrid son escasas las gaviotas que deciden quedarse en verano a criar, pero en la costa algunas de las m¨¢s de 100.000 parejas de gaviotas patiamarillas utilizan los tejados de los cascos urbanos de Vigo, A Coru?a, Ferrol, Gij¨®n y Girona para instalar sus nidos. La dif¨ªcil convivencia con unas aves que no dudan en atacar a las personas si ven peligrar la integridad del nido y de sus pollos ha motivado que municipios como el de A Coru?a implanten un Plan de Gesti¨®n de las Poblaciones de Aves Urbanas, para reducir el n¨²mero de gaviotas, palomas y estorninos. Estos ¨²ltimos, alineados en cables de tel¨¦fonos y de la luz o concentrados en grandes ¨¢rboles, ofrecen im¨¢genes que a algunos les trasladan a la pel¨ªcula Los p¨¢jaros, de Alfred Hitchcock.
Los estorninos pintos aparecen a finales del verano y principios del oto?o, cuando llegan todos los efectivos invernantes del norte de Europa. Granada, Valladolid, Huesca y Zaragoza sufren esta repentina invasi¨®n, ahuyentada en ocasiones con cohetes, disparos y altavoces que emiten sonidos de rapaces, sus naturales depredadores. Tres son los motivos que favorecen la afici¨®n urbana de las aves: la desaparici¨®n de su persecuci¨®n y caza, la disponibilidad de alimento f¨¢cil en vertederos y la formaci¨®n de la denominada "isla de calor urbana". "En invierno, la temperatura en las ciudades registra entre tres y cinco grados m¨¢s que en su entorno, lo que evita muchas heladas, y eso las aves lo agradecen. Tanto que las zonas m¨¢s contaminadas de la ciudad se convierten en balnearios para miles de ejemplares", apunta Luis Miguel Dom¨ªnguez. "Ni siquiera la urraca", a?ade Juan Carlos del Moral, "que parece urbana de toda la vida, lo era hace ocho o diez a?os; ni la paloma torcaz, ni, por supuesto, las invasoras t¨®rtola turca y las cotorras, que comienzan a plantear problemas graves en ciudades como Zaragoza, Valencia y Barcelona". En la ¨²ltima localidad, los halcones empiezan a mantener a raya a las cotorras, en un servicio m¨¢s al equilibrio natural.
La llamada de la ciudad no es ajena a los mam¨ªferos que, en menor medida, tambi¨¦n hacen sus incursiones urbanas. La serie Fauna callejera lleg¨® a grabar en uno de sus cap¨ªtulos a un lobo que frecuentaba el vertedero de Palencia y que se convirti¨® en una atracci¨®n de primer orden para naturalistas y curiosos. Pero los que m¨¢s se prodigan en los escarceos son los jabal¨ªes, una de las especies en evidente estado de expansi¨®n. En marzo de este a?o, los veterinarios municipales de una poblaci¨®n del extrarradio madrile?o, Las Rozas, hicieron blanco en un jabal¨ª que paseaba por sus calles y que posteriormente se traslad¨® al centro del Grupo de Rehabilitaci¨®n de la Fauna Aut¨®ctona y su H¨¢bitat (Grefa). No era el primero que se atrev¨ªa a callejear por Las Rozas, Majadahonda o Fuencarral, en Madrid; o por el cintur¨®n de Barcelona desde la vecina sierra de Collserola; o los tres jabal¨ªes que se aproximaron a Valladolid por el r¨ªo Pisuerga hace cuatro a?os.
Tambi¨¦n en Valladolid y Guadalajara le han visto los cuernos al corzo. Las cifras hablan de aumentos del 100% entre las poblaciones de ciervos, jabal¨ªes y corzos durante el ¨²ltimo siglo, por lo que no resulta extra?o que alguno se deje caer entre calles y edificios. Emilio Virg¨®s, coordinador del grupo de carn¨ªvoros de la Sociedad Espa?ola para la Conservaci¨®n y Estudio de los Mam¨ªferos (SECEM), encuentra l¨®gicas estas apariciones por otro motivo: "La proliferaci¨®n de nuevas urbanizaciones, que suelen dejar entre medias trazas de campo o paisajes seminaturalizados por los que siguen movi¨¦ndose estas especies". Seg¨²n este profesor de Ecolog¨ªa de la Universidad Rey Juan Carlos I, "el zorro, tarde o temprano, acabar¨¢ siendo otro asiduo visitante de la ciudad". Se trata de una especie m¨¢s que se encuentra en crecimiento; en ciudades del norte de Europa lleva tiempo depredando y code¨¢ndose con patos y ardillas en parques y jardines, en especial en Inglaterra.
La n¨®mina de mam¨ªferos urbanos incluye citas de nutrias en Burgos, Salamanca, Lleida y Trujillo, de gardu?as en Granada y Cuenca, y de jinetas y tejones en tramos del Ebro pegados a la ciudad de Zaragoza. La mejora en la calidad de los r¨ªos tambi¨¦n ha propiciado el repunte de la nutria en varios puntos, naturales y urbanos.
A pesar de la mala fama que pesa sobre algunas de las especies citadas, no hay que olvidar la labor de limpieza que llevan a cabo devorando insectos, larvas y gusanos que en ocasiones pueden suponer una plaga. Est¨¢ demostrado que cualquier jard¨ªn urbano que cuente en sus setos con habitantes como el verder¨®n, el verdecillo, el jilguero, el mirlo o el petirrojo tiene muchas posibilidades de librarse de las molestias continuas de hormigas, langostas o cucarachas. A ello contribuyen tambi¨¦n otros animales de injustificada mala fama: los murci¨¦lagos.
Id¨¦ntica labor de saneamiento natural realizan reptiles y anfibios, algunos desde el interior de las casas, como las salamanquesas. En el exterior, ranas y sapos comunes, lagartijas ib¨¦ricas y colilargas, lagartos ocelados, culebras de escalera y bastardas, y gal¨¢pagos leprosos se cruzan, saltan y reptan entre los humanos urbanos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.