Los colores del coraz¨®n
Una corrida como las de antes fue lo que ayer vimos en la ciudad del Guggenhim. Todos los que se vistieron de luces merecen un gran respeto, un respeto m¨¢s merecido, tal vez, que el que pueda encontrarse en corridas donde intervienen los relumbrones del escalaf¨®n. Un gran respeto para Fernando Cruz por su faena valiente, iniciada con unos doblones buen¨ªsimos. Su labor muleteril no fue completa. Le cogi¨® un toro al dar un pase. Despu¨¦s se tir¨® a matar como un jabato. Le hundi¨® un espadazo formidable a costa de recibir otra cogida. Cuando cay¨® el toro los banderilleros le llevaron en volandas a la enfermer¨ªa. De la que no volvi¨® a salir. El parte m¨¦dico se?al¨® sus heridas como de pron¨®stico grave.
Quinta / D¨¢vila, Cruz, Fandi?o
Toros de La Quinta: devuelto el 3? con casta y fijeza, serios, dando espect¨¢culo. Eduardo D¨¢vila Miura: silencio (oreja), aplausos (ovaci¨®n). Fernando Cruz: oreja, pas¨® a la enfermer¨ªa. Iv¨¢n Fandi?o: gran ovaci¨®n, pas¨® a la enfermer¨ªa. Plaza de Vista Alegre, 26 de agosto, 8? de feria. Tres cuartos de entrada.
El tercer espada, el torero Iv¨¢n Fandi?o, realiz¨® una faena muy meritoria. Intent¨® hacer el toreo bueno, sobre pases con las dos manos. El toro embest¨ªa con la cara arriba. Al ir a por la espada de matar, el toro le empiton¨® por detr¨¢s. Despu¨¦s de matar al toro, pas¨® por su propio pie a la enfermer¨ªa de la que tampoco sali¨®. Su pron¨®stico tambi¨¦n fue de menos grave. D¨¢vila Miura mat¨® cuatro toros. Debi¨® haber cortado las orejas de dos o tres toros. Mientras ve¨ªamos a Fernando Cruz e Iv¨¢n Fandi?o actuar con aquella gallard¨ªa tan torera, llegamos a dudar sobre si el color del coraz¨®n sea igual en todos los pechos. Nos pareci¨® de un color un tanto m¨¢s intenso el de ellos que el de la mayor¨ªa de las figuras del escalaf¨®n. No es igual el valor preciso para ponerse delante de un toro "artista", que ante los toros como los del encaste Santa Coloma, tal los de ayer. No es igual por mucho que los profesionales del alago, palmeros oficiales de las figuras lo crean, sin cre¨¦rselo.
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