'Hemengoa'
He decidido convertirme al independentismo. Los primeros vislumbres de mi nueva fe, unos a modo de confetis de luz que se me pegaban al esp¨ªritu hasta hacerme cosquillas, los tuve tras enterarme de que se iban a fabricar unas salchichas con carne de ternera con label vasco que se comercializar¨ªan con el nombre de txahaltxitxak -as¨ª, con tres txapelas, como se debe-, o sea, la salchicha vasca, o tambi¨¦n, hemengo saltxitxa. Lo primero, nada m¨¢s leer la noticia, me tembl¨® la pernera del pantal¨®n, y el orgullo que me invadi¨® a continuaci¨®n me llev¨® a concluir que por fin hab¨ªan dado con la ra¨ªz de mi identidad. La hemengo saltxitxa fue para m¨ª como la duda met¨®dica para Descartes, y se constituy¨® en origen de numerosas cavilaciones que trataban de dar con un enunciado trascendental. Lo de txahaltxitxa ergo sum no me quedaba bien, y aunque le di muchas vueltas al ego sum txahaltxitxa, tampoco me qued¨¦ satisfecho. Confuso entre el ego sum y el ergo sum, de lo que no me cab¨ªa duda era de que la entera sustancia que centraba la disputa constitu¨ªa un dato esencial que me obligaba a revisar mi vida. Si era txahaltxitxa, toda mi vida anterior se convert¨ªa en una equivocaci¨®n, eso era evidente.
Y en esas estaba cuando, como si se tratara de otra entrega de la revelaci¨®n, aparecieron en mi puerta dos testigos de Jehov¨¢, muy amables por cierto. En contra de lo que suelen, fueron parcos y discretos, y se limitaron a invitarme a una ceremonia de bautismo que iban a celebrar en el estadio de Anoeta, nada menos. La visi¨®n de tan multitudinario c¨®nclave de arribados al reconocimiento de la senda me dej¨® ebrio, y les pregunt¨¦ si utilizaban hemengo ura, a lo que me respondieron afirmativamente. Yo quer¨ªa algo as¨ª, una ceremonia de masas de reafirmaci¨®n en la txahaltxitxa que borrara todos nuestros disturbios previos, mis er¨¢ticas derivas anteriores por la salchicha de Francfort, ya la firmara ¨¦sta Gualterio Benjam¨ªn o Teodorito Adorno. Me vi inmerso en la hemengo ura, y tentado estuve de acudir al estadio para gritar desde el barre?o mi nueva fe. El respeto por las creencias ajenas, por poco cr¨¦dito que les conceda, me salv¨® de cometer una torpeza, pero la visi¨®n de aquel ba?o de masas me reafirm¨® en mi decisi¨®n de convertirme.
M¨¢s tarde, he sabido que un 38% de los vascos desea la independencia, es decir, quieren ser s¨®lo hemengoak. Bueno, un 38% y dos huevos duros, dadas mis ¨²ltimas reflexiones sobre la txahaltxitxa. Lo que no s¨¦ es c¨®mo habr¨¢ encajado Joseba Egibar el dato de que s¨®lo el 51% de los votantes de su partido se inclinan por la independencia y que, por lo tanto, el 49% restante se encuentra muy c¨®modo en el sujeto pol¨ªtico llamado Espa?a, algo que a ¨¦l le resulta inconcebible.
Hay que montar el barre?o, amigo m¨ªo, hay que organizar unas misiones y yo, ya desde aqu¨ª, me ofrezco como misionero. Estoy dispuesto a formar pareja con Javier Madrazo para ir de casa en casa predicando que hemengoa es hemengoa y que txahaltxitxa s¨®lo hay una. Se han dicho muchas cosas de ¨¦l, y no muy halag¨¹e?as, pero digo yo que alguna virtud debe de tener Javier Madrazo para vender lo que vende. No s¨¦, cierta suavidad episcopal en el trato personal tal vez, inmejorable para vender una escoba por una moto y apropiad¨ªsima para el puerta a puerta. No tengo ninguna duda de que ser¨¢ un estupendo compa?ero de misiones, sobre todo despu¨¦s de que ha descubierto que, como las salchichas, tambi¨¦n la izquierda puede ser hemengoa. Es as¨ª como dice que habr¨¢ de llamarse la nueva coalici¨®n que persigue, hemengo ezkerra. Y un pater noster, y otros dos huevos duros.
No s¨¦ si Javier Madrazo sabe lo que realmente significa hemengoa, aunque yo no se lo pienso decir, no vaya a ser que me quede sin compa?ero de misi¨®n. ?l, por ejemplo, no es hemengoa, y espero que no se me enfade por recordarle justo lo que ¨¦l quiere hacer con los dem¨¢s. Hemengoa no es un t¨¦rmino pol¨ªtico, sino un de¨ªctico de procedencia vac¨ªo de significado y dispuesto, por lo tanto, a recibir toda clase de contenidos emocionales, contenidos que pueden servir de carburante a ideolog¨ªas no precisamente integradoras y s¨ª b¨¢sicamente reaccionarias. Entre nosotros, sin ir m¨¢s lejos, ha funcionado mucho, y lo sigue haciendo, el hemengoa, y el hecho de acogerse a ese t¨¦rmino convierte en verborrea las pr¨¦dicas habituales del se?or Madrazo. Y es esto lo que me anima, pues ?no es precisamente eso, la verborrea, lo que mejor capacita para ir de misiones y poder vender hasta una salchicha toledana por txahaltxitxa?
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