?A qu¨¦ van nuestras tropas a L¨ªbano?
El Gobierno espa?ol se dispone a enviar a L¨ªbano un importante contingente de tropas. Sin embargo, ni de la resoluci¨®n de Naciones Unidas que ampara su env¨ªo ni de las declaraciones de ¨¦ste u otro de los Gobiernos de la Uni¨®n Europea que han comprometido tropas se puede extraer una respuesta clara a la pregunta que encabeza este art¨ªculo. Espa?a y la UE s¨®lo deber¨ªan acceder a participar en esta misi¨®n en condiciones que garantizaran el ¨¦xito de sus objetivos. Lamentablemente, esta condici¨®n no se cumple por el momento, ya que los objetivos son confusos, y el mandato, poco claro.
Hasta la fecha, el env¨ªo de tropas parece responder m¨¢s a la necesidad de "hacer algo" que a un an¨¢lisis sosegado sobre qu¨¦ hacer y c¨®mo hacerlo. Por ello, dados los riesgos que entra?a esta misi¨®n para nuestras tropas, as¨ª como las incertidumbres que penden sobre sus posibilidades de ¨¦xito, y, muy especialmente, teniendo en cuenta el muy pobre r¨¦cord de ¨¦xitos de Naciones Unidas y de la comunidad internacional en ¨¦ste y otros conflictos parecidos, convendr¨ªa que las principales dudas que rodean a esta misi¨®n fueran aclaradas.
Quede claro que el env¨ªo de tropas no s¨®lo es plenamente legal (al estar amparado por la resoluci¨®n 1701 de las Naciones Unidas), sino tambi¨¦n leg¨ªtimo, tanto en lo que se refiere a los fines (detener un conflicto que estaba teniendo consecuencias devastadoras) como en lo relativo al apoyo de la opini¨®n p¨²blica europea. Lograr cumplir la doble condici¨®n de legalidad y legitimidad se ha mostrado dif¨ªcil de lograr en muchas ocasiones: en Kosovo, por ejemplo, hubo que prescindir de una resoluci¨®n de Naciones Unidas, pero la necesidad de detener la deportaci¨®n del pueblo kosovar hizo leg¨ªtima la intervenci¨®n de la OTAN.
Desgraciadamente, gozar de legalidad y de legitimidad no garantiza el ¨¦xito de la misi¨®n: pese a disponer de un mandato de la ONU, la Uni¨®n Europea fracas¨® miserablemente en la antigua Yugoslavia a la hora tanto de hacer cumplir los acuerdos de alto el fuego como de proteger a los musulmanes bosnios de la limpieza ¨¦tnica. Ello se debi¨® a muchas causas, pero un mandato insuficiente y confuso de Naciones Unidas, sumado a un liderazgo pol¨ªtico europeo d¨¦bil y carente de voluntad pol¨ªtica, fue un elemento importante de su fracaso.
La diferencia es que mientras que la Uni¨®n Europea puede alegar ignorancia e inexperiencia respecto a lo ocurrido en la antigua Yugoslavia, en L¨ªbano las se?ales de alarma son ensordecedoras: una minor¨ªa chi¨ª articulada en torno a una organizaci¨®n terrorista de inspiraci¨®n teocr¨¢tica, un pa¨ªs dividido con una historia reciente de guerra civil, una influencia apabullante de dos de los Gobiernos m¨¢s recalcitrantes de la zona (Siria e Ir¨¢n), y un historial de fracasos occidentales (la retirada de EE UU y Francia en 1983, v¨ªctimas del asedio terrorista) y de las Naciones Unidas (como atestigua la misi¨®n FINUL).
En estas circunstancias, parece evidente que lo ¨²ltimo que esta misi¨®n deber¨ªa ser es el refuerzo de una operaci¨®n de mera observaci¨®n, como la apadrinada por Naciones Unidas en torno a FINUL, que ya se ha mostrado fracasada y, adem¨¢s, extremadamente peligrosa para sus integrantes. Por tanto, la mera observaci¨®n no puede constituir un objetivo de la misi¨®n. Tampoco puede limitarse ¨¦sta a la supervisi¨®n del cumplimiento de un acuerdo de alto el fuego por cuanto, hoy por hoy, este alto el fuego refleja m¨¢s una situaci¨®n coyuntural que un acuerdo formal con el que las partes se hallen realmente comprometidas. En realidad, la decisi¨®n tanto de Hezbol¨¢ como de Israel de detener los combates es puramente t¨¢ctica y, por ello, sumamente vol¨¢til, por lo que podr¨ªa cambiar en cuanto lo hiciera la percepci¨®n psicol¨®gica de ambas partes respecto a los costes y beneficios de mantener dicho alto el fuego.
Por un lado, Israel ha constatado que ocupar L¨ªbano hasta el r¨ªo Litani era muy costoso en t¨¦rminos militares y de imagen internacional sin que ello garantizara la seguridad de su poblaci¨®n frente a los lanzamientos de cohetes de Hezbol¨¢. Por otro, Hezbol¨¢ ha querido capitalizar el ¨¦xito de haber resistido eficazmente al Ej¨¦rcito israel¨ª antes de ver su milicia derrotada militarmente; su zona de influencia, ocupada y arrasada por el Ej¨¦rcito israel¨ª, y su poblaci¨®n de referencia, desplazada de forma permanente.
?Para qu¨¦ deber¨ªa servir, pues, la misi¨®n adem¨¢s de para separar f¨ªsicamente a las dos partes? Claramente, la misi¨®n de la ONU s¨®lo tendr¨¢ ¨¦xito si ofrece a los contendientes una estructura de incentivos en la que los costes de reanudar el enfrentamiento sean superiores a sus beneficios o, dicho de otra manera, si tanto Hezbol¨¢ como Israel pueden servirse de la ONU para lograr, siquiera parcialmente, algunos de sus objetivos. ?Cu¨¢les ser¨ªan estos objetivos?
Desde el punto de vista de Israel, ¨¦stos est¨¢n claros. En primer lugar, Israel necesita garant¨ªas de seguridad: ello implica tanto verse libre de ataques como el que inici¨® este conflicto (en el que murieron ocho soldados, resultaron heridos dos y fueron secuestrados otros dos) como de la amenaza que supone el lanzamiento indiscriminado de cohetes sobre su territorio (unos cohetes con cada vez m¨¢s alcance y poder destruc-tivo gracias al apoyo iran¨ª y que tienen unos costes econ¨®micos y psicol¨®gicos inaceptables para los israel¨ªes).
En segundo lugar, con apenas seis millones de habitantes, una de las densidades de poblaci¨®n m¨¢s altas del mundo y una configuraci¨®n de fronteras que hacen su territorio muy dif¨ªcil de defender, Israel necesita la paz m¨¢s que sus vecinos. Prueba de ello es que Israel est¨¢ en paz, se ha reconciliado y ha devuelto territorios a aquellos de sus vecinos que reconocen su derecho a la existencia. As¨ª ha ocurrido desde luego con Egipto, Jordania y (eso cre¨ªamos todos hasta el comienzo de esta crisis) con L¨ªbano.
Por tanto, Israel tiene dos v¨ªas para garantizar su seguridad: una b¨¦lica, muy costosa y poco eficaz, que consiste en mantener una zona de seguridad en el sur de L¨ªbano; y una pac¨ªfica, muy eficaz pero muy incierta, que consiste en esperar que la comunidad internacional establezca dicha zona de seguridad y facilite un acuerdo por el cual Hezbol¨¢ se desarme y se integre en la vida pol¨ªtica libanesa.
El problema es que no sabemos qu¨¦ es lo que quiere Hezbol¨¢. En realidad, no sabemos hasta qu¨¦ punto Hezbol¨¢ existe como un actor aut¨®nomo o es simplemente un pe¨®n en el tablero en el que Siria e Ir¨¢n juegan contra EE UU, la Uni¨®n Europea e Israel. Si Hezbol¨¢ fuera un actor independiente, podr¨ªamos suponer que su objetivo consistir¨ªa en maximizar su influencia en la pol¨ªtica libanesa (lo que le llevar¨ªa a abandonar las armas e integrarse plenamente). Pero si Hezbol¨¢ es s¨®lo un pe¨®n de otros, lo que querr¨¢ es preservar su autonom¨ªa (y as¨ª poder seguir sirviendo eficazmente a Ir¨¢n y Siria), para lo cual necesita mantener su milicia armada y presta al combate. En este segundo escenario, las tropas espa?olas y europeas podr¨ªan ser rehenes de la voluntad de Ir¨¢n en un momento en el que las negociaciones con este ¨²ltimo pa¨ªs acerca de su programa nuclear pueden desembocar en sanciones (e incluso, como se especula en ocasiones, en un ataque unilateral de EE UU o Israel). La situaci¨®n de peligro e indefensi¨®n en la que quedar¨ªan nuestras tropas en un escenario en el que el Consejo de Seguridad dictara sanciones contra Ir¨¢n y, a continuaci¨®n, Hezbol¨¢, incitado por ¨¦ste, hostigara a Israel con el lanzamiento de cohetes o atacara directamente a las tropas europeas all¨ª desplegadas no es dif¨ªcil de anticipar. Israel probablemente se ver¨ªa obligado a responder a dichos ataques, pudiendo incluso alcanzar involuntariamente a las tropas de Naciones Unidas (como ya ha ocurrido durante esta reciente crisis), abri¨¦ndose as¨ª una crisis entre la UE e Israel de la que el r¨¦gimen iran¨ª saldr¨ªa beneficiado.
En consecuencia, si Hezbol¨¢ es independiente y quiere integrarse en la vida pol¨ªtica libanesa, su desarme no lo llevar¨¢n a cabo las fuerzas europeas (sino el Ej¨¦rcito liban¨¦s) ni ¨¦ste tendr¨¢ lugar de forma p¨²blica, para que no parezca una derrota, por lo que las tropas espa?olas estar¨¢n de m¨¢s (aunque no correr¨¢n peligro). En caso contrario, si Hezbol¨¢ quiere mantener su autonom¨ªa, preservar¨¢ su armamento, sin que las fuerzas europeas tengan ni el mandato ni la voluntad de imponerle su desarme. En este segundo caso, las tropas espa?olas se encontrar¨¢n interpuestas entre dos enemigos, pero sin capacidad de disuasi¨®n, por lo que tambi¨¦n estar¨¢n de m¨¢s (aunque sometidas a riesgo). Finalmente, si las hostilidades se reanudan, las tropas espa?olas poco podr¨¢n hacer para imponer un nuevo alto el fuego, garantizar la seguridad de Israel o proteger a la poblaci¨®n civil libanesa.
Lo que nuestras tropas van a hacer a L¨ªbano no lo decidir¨¢, pues, Espa?a, sino que depende en gran medida de lo que Israel, Hezbol¨¢, Ir¨¢n o el Gobierno liban¨¦s decidan hacer. De ah¨ª las dudas e incertidumbres y los peligros que rodean a esta misi¨®n.
Jos¨¦ Ignacio Torreblanca es profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la UNED.
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