Belleza k¨¢rstica junto al r¨ªo Bail¨®n
Senderismo, pinturas rupestres y arte barroco al sureste de C¨®rdoba
En el sureste de C¨®rdoba, lindando con Ja¨¦n y Granada, hay unas afiladas sierras calizas (de Cabra, de Rute, de Albayate, de la Horconera...) oficialmente conocidas como las Subb¨¦ticas, un nombre que -como salta a la vista y, sobre todo, al o¨ªdo- no ha sido parido en un corr¨¢ de por aqu¨ª, sino en una universidad a muchas leguas de distancia. Esto nos recuerda aquello que dec¨ªa Cela sobre los bautismos de los parajes naturales en Espa?a, que era una costumbre nefasta "mezclar la pulida palabra del se?orito con el paisaje agreste del pastor".
Otra extra?a voz que suena cada vez m¨¢s en estas sierras cordobesas es k¨¢rstico. Con tal tecnicismo se refieren los ge¨®logos al paisaje ca¨®tico, lleno de agujeros y desplomes, como despu¨¦s de una batalla, que es el resultado de la acci¨®n disolvente del agua sobre las rocas calizas. Un paisaje tan t¨ªpico de Karst -regi¨®n eslovena de la que sali¨® el t¨¦rmino- como de las Subb¨¦ticas, y del que es un buen ejemplo el lapiaz de los Lanchares, un paraje situado al pie de la ermita de Nuestra Se?ora de la Sierra, muy cerca de Cabra, en el centro exacto de Andaluc¨ªa, donde la roca aparece fisurada en mil direcciones, como rastrillada por un gigante. Al mismo proceso erosivo se deben, como enseguida veremos, el ca?¨®n del r¨ªo Bail¨®n y la cueva de los Murci¨¦lagos, ambos en las vecindades de Zuheros.
Un castillo del siglo IX
Sujaira, la roca inexpugnable, fue como llamaron los moros -ellos s¨ª que bautizaban bien- al que hoy es uno de los pueblos m¨¢s bellos de C¨®rdoba: Zuheros. Y de los m¨¢s pulcros -que no se ve ni un hueso de aceituna por el suelo-, para gran alborozo de los ingleses, que, viendo lo que cuestan las casas, las compran de tres en tres, como si fueran latas de at¨²n. En el filo mismo de la roca se yergue desde el siglo IX el castillo, atalayando por un lado el mar de olivos en el que sobrenada Baena, y por el otro, la muralla gris de la sierra, imposible de franquear, si no es por aquella brecha que la acci¨®n secular de las aguas del Bail¨®n ha abierto a dos pasos del pueblo.
Una sencilla senda circular de ocho kil¨®metros, se?alizada con paneles informativos y estacas de madera, nos va a permitir conocer m¨¢s a fondo este r¨ªo rompesierras. Con ese prop¨®sito, saldremos caminando de Zuheros por la calle Barrera y, nada m¨¢s cruzar el puente sobre el Bail¨®n, cogeremos el caminejo empedrado que sube en zig-zag por la empinada ladera. En un cuarto de hora alcanzaremos el borde superior del tajo y, acto seguido, seremos literalmente devorados por una garganta llena de encinas, sauces, fresnos, higueras y zumaques de un rojo violento.
En los acantilados que flanquean esta selva veremos cuevas como la del Fraile, con una estalagmita en la boca que ciertamente recuerda a un monje encapuchado. Y, colgados en el estrecho azul del cielo, el buitre leonado, el ¨¢guila perdicera y el halc¨®n peregrino, s¨ªmbolo este ¨²ltimo del parque natural de las Sierras Subb¨¦ticas.
La fuente de la Mora
Cuatro veces se vadea el r¨ªo antes de arribar a la fuente de la Mora, la cual corre todo el a?o, cosa de la que no puede presumir el Bail¨®n. Otro vado m¨¢s, y llegaremos a la confluencia del arroyo Moreno. Aqu¨ª, como a una hora del inicio, deberemos desviarnos a la izquierda, abandonando la angostura del Bail¨®n para remontar su afluente por una trochita bordeada de nogales, membrillos, perales y guindos de antiguos huertos. As¨ª hasta salir media hora despu¨¦s a un prado de ¨¦gloga: varias casetas blancas, relacionadas con el suministro de agua de Zuheros, salpican este fresquedal florido y asombrado de alamedas, en el que triscan yeguas, corderos, cochinos renegr¨ªos y cabritos.
Cueva de los Murci¨¦lagos
Por el mismo camino se regresa a la fuente de la Mora para, inmediatamente, coger un desv¨ªo a la diestra, balizado con postes, que trepa hasta la carretera de la cueva de los Murci¨¦lagos. A ver esta gruta prehist¨®rica, donde hay pintados 28 c¨¢pridos, ser¨¢ mejor que subamos m¨¢s tarde en coche, porque pilla un poco lejos. Ahora tiraremos por el asfalto a mano izquierda, hacia Zuheros, adonde llegaremos al cumplirse tres horas de marcha. Poco antes habremos pasado por el mirador de la Atalaya, desde donde se goza de una vista casi cenital del blanco caser¨ªo.
Por Zuheros corre tambi¨¦n la v¨ªa verde de la Subb¨¦tica, la cual invita a seguir -a pie o, mejor a¨²n, en bici- 56 kil¨®metros del trazado del antiguo tren del Aceite, atravesando un paisaje nutricio de olivares geom¨¦tricos y un importante refugio de avifauna: la reserva natural de la laguna del Salobral.
Adem¨¢s de hermosos caminos, la comarca tiene un rico patrimonio monumental que ofrecer a los ojos del viajero. En este aspecto destaca Priego, cuna del barroco cordob¨¦s, un estilo que tambi¨¦n inunda Cabra y Lucena con esas volutas, p¨¢mpanos y est¨ªpites que son como un trasunto art¨ªstico de las caprichosas formaciones k¨¢rsticas de las Subb¨¦ticas.
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