El curso de la inmigraci¨®n
ACAB? EL VERANO y el furor nihilista sigue instalado en el PP. No es de extra?ar que el pulm¨®n ideol¨®gico del partido ponga las cosas su sitio: s¨ª a una guerra de destrucci¨®n creativa (que de momento ha destruido mucho y creado poco) como la de Irak; no a una operaci¨®n internacional de paz como la de L¨ªbano. Pura coherencia del aznarismo.
Sin embargo, no ser¨¢ ¨¦sta la cuesti¨®n que centrar¨¢ la nueva temporada pol¨ªtica, porque en el recuerdo de la guerra el PP lleva siempre las de perder. El PP se ha dado cuenta de que con su pol¨ªtica obstruccionista en el Pa¨ªs Vasco tiene poco que ganar y que el catastrofismo tiene recorrido limitado en un pa¨ªs que crece al 3,7%. Con lo cual, sus pulsiones nihilistas se centrar¨¢n en la inmigraci¨®n. Y cuando el fuego pol¨ªtico apunta en esta direcci¨®n, las bajas pasiones -del racismo a la xenofobia, pasando por el resentimiento- afloran con suma facilidad.
"La econom¨ªa espa?ola s¨®lo crece gracias a los inmigrantes": este titular, con peque?as variantes, abr¨ªa casi todos los peri¨®dicos un d¨ªa de la pen¨²ltima semana de agosto. Sobre un decorado de las oleadas de cayucos y pateras, estas portadas expresaban las ganas de dar una buena noticia sobre la inmigraci¨®n. Y al mismo tiempo lo hac¨ªan en los ¨²nicos t¨¦rminos que contabilizan positivamente en tiempos en que todo se cuenta en dinero. Si gracias a ellos la econom¨ªa crece, quiz¨¢ tendremos que mirarnos el problema de otra manera.
Pero ?cu¨¢l es el problema? El problema es que Espa?a est¨¢ en el lado norte de la frontera que marca el diferencial de bienestar m¨¢s grande del mundo: entre la rica Europa y la miserable ?frica. El problema es que al otro lado hay pa¨ªses en los que lo primero que los ni?os oyen de sus padres es que en cuanto puedan se larguen porque all¨ª no hay expectativas. El problema es que, como ha dicho Amartya Sen, el mundo es "a la vez espectacularmente rico y dolorosamente pobre". El problema es que, ante la desesperaci¨®n, los mejores, los que tienen inteligencia y coraje, lo seguir¨¢n intentando. Y, por tanto, los flujos existir¨¢n, gobierne quien gobierne, por lo menos mientras Espa?a siga creando puestos de trabajo.
Fue durante el gobierno del Partido Popular cuando se produjo la mayor entrada de inmigrantes en Espa?a, cuyos efectos el Gobierno de Zapatero pali¨® en parte con una amplia regularizaci¨®n de los que estaban en situaci¨®n ilegal. Fue el PP el que dijo que resolver¨ªa este problema con firmeza e intransigencia y lo ¨²nico que consigui¨® fue dar cierta legitimidad a las actitudes xen¨®fobas y excluyentes al establecer una relaci¨®n directa entre inmigraci¨®n / delincuencia que es la v¨ªa directa a la reacci¨®n y al conflicto.
Sorprende que el PSOE sea tan pacato en su respuesta a los populares. Sabemos perfectamente el modelo que tiene el PP: el modelo Sarkozy, con el que Francia ha tenido m¨¢s de un sobresalto, pero ser¨ªa un disparate que el PSOE se dejara intimidar por este estilo. En materia de inmigraci¨®n, la izquierda ha de tener una pol¨ªtica, pero no puede tener la misma de la derecha. La derecha no es capaz de vivir sin el "otro", sin un chivo expiatorio al que cargar todos los males. Para la derecha, el extranjero, salvo si es rico, siempre ser¨¢ un extra?o. Y eso vale para la derecha espa?ola como para las derechas perif¨¦ricas, que ven al extranjero como un riesgo de "desnaturalizaci¨®n del pa¨ªs". Pero la izquierda no puede tener este discurso: la izquierda debe plantearlo en t¨¦rminos de derechos y obligaciones. Y teniendo siempre muy presente el principio enunciado por Amartya Sen contra las veleidades multiculturalistas y excluyentes de ra¨ªz conservadora: "Nada puede justificarse en nombre de la libertad si se niega a la gente la posibilidad de ejercerla".
Como ha explicado Enrique Gil Calvo en La ideolog¨ªa espa?ola, hay una manera hisp¨¢nica de hacer las cosas que en pol¨ªtica pasa por "el sectarismo, la confrontaci¨®n, el esc¨¢ndalo p¨²blico y el cinismo". Al PP, poco le importa provocar un incendio en la convivencia si en ¨¦l tiene que quemarse Zapatero. Y, sin embargo, la pol¨ªtica de inmigraci¨®n requerir¨ªa mucha cautela por todos lados. Porque s¨®lo con prudencia y sin m¨¢s ruido de la cuenta se pueden llevar a cabo los objetivos b¨¢sicos: regulaciones razonables y posibles de los flujos, sobre la base del principio de que siempre es mejor un inmigrante legal -con derechos y obligaciones- que uno ilegal; acciones contundentes contra las mafias; compromiso ante la tragedia del Atl¨¢ntico de una Europa que una vez m¨¢s est¨¢ afrontando un problema de vida o muerte con la frialdad e impotencia del bur¨®crata engolado; mucha pedagog¨ªa democr¨¢tica, y mucha ayuda a los municipios que son el territorio adecuado para afrontar las cuestiones b¨¢sicas de relaci¨®n y convivencia. A la hora de la verdad, la verdadera cuesti¨®n est¨¢ en la calle: c¨®mo vivir juntos.
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