Se?ales y control de la velocidad
El control de velocidad de los veh¨ªculos que circulan por nuestras carreteras se ha tomado en serio: magn¨ªfico. Reduzcamos la velocidad y reduciremos el n¨²mero y la gravedad de los accidentes. Obligado es obedecer a las se?ales que la limitan e irresponsable no hacerlo.
Pero hablemos de las susodichas se?ales. ?Son razonables en todos los casos? ?Est¨¢n donde procede que est¨¦n? Las prohibiciones que establecen ?son levantadas por las correspondientes nuevas se?ales cuando la causa que las indujo ha dejado de tener sentido? Todos sabemos de incontables casos en los que, de atenernos al l¨ªmite impuesto y no depuesto a continuaci¨®n, habr¨ªamos de circular a lo largo de interminables trechos a velocidades rid¨ªculas. A menudo, las se?ales son obsoletas, est¨¢n fuera de lugar y obligan a cautelas fuera de raz¨®n.
Si vamos a ser rigurosos en la observancia de unos l¨ªmites de velocidad, se¨¢moslo para empezar en su establecimiento y se?alizaci¨®n. A la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico corresponde actualizar, corregir y completar la se?alizaci¨®n de nuestras carreteras de todo rango, incluidas las de rango ¨ªnfimo, donde los disparates se disparan. Del rigor que pone en su aplicaci¨®n, la Administraci¨®n ha de dar ejemplo siendo rigurosa en la casu¨ªstica y eliminando en ella escrupulosamente la m¨¢s m¨ªnima arbitrariedad: es un trabajo minucioso y prolijo, pero necesario.
Leyes caprichosas incitan a interpretarlas a capricho. Para que un reglamento se cumpla y a rajatabla ha de estar muy puesto en raz¨®n: y al d¨ªa.
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