El rey de la discreci¨®n
En una pared de las oficinas del Club Estudiantes, en la calle Serrano de Madrid, hay una foto de los a?os 70 en la que sale un chaval bajito, rellenito, con un largo flequillo, que mira a la c¨¢mara junto a sus compa?eros de club, todos ellos aspirantes a jugadores de baloncesto. ?se chaval es Jos¨¦ Vicente Hern¨¢ndez, m¨¢s conocido por Pepu. ?se chaval es hoy campe¨®n del mundo. No deb¨ªa de jugar muy all¨¢ el muchacho y alg¨²n avispado le convenci¨® para que se metiese a preparador. A ambos, felicidades. Porque fue as¨ª como empez¨® Pepu su carrera de entrenador, pasando por todas las categor¨ªas hasta llegar al equipo ACB, antes de dar el salto a la selecci¨®n, la misma a la que ayer llev¨® a lo m¨¢s alto.
No quiere ser colega de nadie, pero tampoco un teniente coronel. S¨®lo importan los jugadores
La primera vez que estuve a sus ¨®rdenes fue en juveniles -¨¦l ya ten¨ªa la barba- y, siempre con su aparente seriedad, intimidaba a los jugadores. M¨¢s adelante ya empezamos el largo periodo de la ACB. ?Doce a?itos juntos, ni m¨¢s ni menos!
Aquel chaval del Ramiro ha aplicado su filosof¨ªa de siempre a la selecci¨®n: el juego de conjunto, aprovechando al m¨¢ximo las cualidades de cada jugador. Pero de todos. Todos los jugadores participan, se lo hace saber y as¨ª siempre est¨¢n preparados. En el ataque cada uno tiene su rol pero todos deben implicarse en la defensa. Se gana con la defensa de equipo. Por eso, para Pepu todo empieza desde atr¨¢s. Ha sido el gran ¨¦xito de esta selecci¨®n. Donde hemos triunfado ha sido en la defensa. Ha conseguido que todo el mundo se implicara en una defensa de grupo, no s¨®lo uno o dos especialistas en ese terreno.
Le gusta a Pepu crear un ambiente distendido. No quiere ser colega de nadie, pero tampoco un teniente coronel. Deja claro que es el jefe pero siempre se puede dialogar con ¨¦l. No hay muchas normas, y las que hay no son muy r¨ªgidas. Siempre dice que las normas las ponen los jugadores. Si hay puntualidad y buen comportamiento no hay necesidad de poner en pr¨¢ctica reglas estrictas. Entrena pensando en la mejora a largo plazo y no s¨®lo en el triunfo del d¨ªa. Y ¨¦se tambi¨¦n ha sido otro de los logros de esta selecci¨®n. Tambi¨¦n a¨ªsla muy bien al jugador de los condicionantes externos y que no est¨¢n relacionados con el juego.
No s¨®lo hemos ganado el campeonato, hemos ganado mucho m¨¢s. Espa?a sale muy reforzada. Todos los jugadores han participado y han tenido su protagonismo. Todos han dado un paso adelante en su juego. Tenemos un Gasol, s¨ª. Pero ahora sabemos que podemos ganar a cualquiera si ¨¦l no est¨¢. Para los pr¨®ximos campeonatos Espa?a ser¨¢ un rival todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil de ganar.
Mientras escrib¨ªa estas l¨ªneas me enter¨¦ de que el padre de Pepu hab¨ªa fallecido un d¨ªa antes de la final. Tremenda y triste noticia. Pepu no se lo comunic¨® a los jugadores hasta el final del partido porque ¨¦l no se considera importante. Su triunfo, enorme triunfo, es el de la discreci¨®n. El protagonismo es s¨®lo de los jugadores. En el triunfo, de ellos es el ¨¦xito, aunque en la derrota ¨¦l siente responsable. En un mundo en el que los entrenadores han pasado a primer plano, no se sabe bien a cuento de qu¨¦, Pepu es la excepci¨®n.
Ayer afront¨® el partido m¨¢s importante de su vida zarandeado por la peor noticia, a 10.000 kil¨®metros de los amigos, de la familia. Le vi en el podio, agarrado al trofeo, ech¨¢ndose la mano al coraz¨®n. ?l era el ¨²nico que estaba serio. Entonces me extra?¨® su actitud. Pens¨¦ que Pepu es discreto en la alegr¨ªa, y luego entend¨ª por qu¨¦ estaba as¨ª.
A cuatro minutos del final, decidi¨® a revelar a Jim¨¦nez, otro maestro de la discreci¨®n, que ha hecho un torneo memorable. Carlitos rompi¨® a llorar. Cerca de ¨¦l estaba Pau, un tipo maravilloso que lo es todo y que ah¨ª estaba, llorando tambi¨¦n. Toda la emoci¨®n que nos han transmitido los jugadores durante el campeonato ha sido impagable. Y la culpa la tiene Pepu, el mejor entrenador del mundo, mi entrenador.
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