El gran estir¨®n espa?ol
El oro mundialista del equipo de Gasol, una gesta inolvidable, refuerza el papel de Espa?a como superpotencia deportiva
Frente a los que sospechaban que Espa?a era un pa¨ªs de esmirriados, Gasol y sus amigos se han encargado de desmentir el t¨®pico. En los ¨²ltimos 25 a?os, coincidiendo con la plenitud democr¨¢tica y la integraci¨®n europe¨ªsta, Espa?a se ha convertido en una potencia deportiva de tal magnitud que ni siquiera en el baloncesto tiene techo. El fabuloso e imborrable triunfo de la selecci¨®n de Pepu Hern¨¢ndez entierra tambi¨¦n la anacr¨®nica excusa utilizada tantas veces -sobre todo por el f¨²tbol- de que Espa?a es un pa¨ªs de solistas, de genios espor¨¢dicos como Santana, Nieto, Ballesteros o Indurain. Por mucho que le pese al f¨²tbol, antes que el baloncesto ya se hab¨ªan entronizado deportes colectivos como el balonmano, el hockey o el waterpolo. Disciplinas que exigen una m¨¢xima comuni¨®n entre todos los jugadores, una alta sofisticaci¨®n t¨¦cnica y t¨¢ctica y una exigente preparaci¨®n f¨ªsica. Hoy, a excepci¨®n de la selecci¨®n de f¨²tbol, Espa?a es capaz de competir con ¨¦xito en todos los grandes deportes de masas. Despunta en competiciones que hace nada parec¨ªan una quimera para tantos espa?oles, acomplejados por creerse parte de un pa¨ªs rezagado frente a las grandes potencias. Gasol ha sido capaz de dejar su huella en la NBA, Freire y Valverde han logrado imponerse en las cl¨¢sicas ciclistas que tanta urticaria produc¨ªan a sus generaciones precedentes, Nadal compite con extraordinaria solvencia no s¨®lo en tierra batida, Fernando Alonso se maneja como nadie en el t¨²nel del viento, Bautista, Lorenzo y Pedrosa abren gas como los mejores y a Sordo le basta media temporada para deslumbrar en los rallies.
Salvo en f¨²tbol, los ¨¦xitos de solistas y selecciones se multiplican en todo tipo de disciplinas
El abanico de ¨¦xitos revela tambi¨¦n una clara atomizaci¨®n geogr¨¢fica en el mapa deportivo espa?ol, del que brotan gallegos (?scar Pereiro), murcianos (Alejandro Valverde), c¨¢ntabros (Freire), asturianos (Alonso), extreme?os (Jos¨¦ Manuel Calder¨®n), canarios (Sergio Rodr¨ªguez), palentinos (Marta Dom¨ªnguez)... Y la afici¨®n festeja a todos por igual.
A la espera del f¨²tbol, la gesta de la selecci¨®n de baloncesto responde al talento de una promoci¨®n de jugadores que curso a curso ha mantenido su esp¨ªritu de equipo. Una fraternidad extraordinaria a la que ha contribuido de forma decisiva Gasol, una superestrella que act¨²a como un antidivo, que asume las decisiones del t¨¦cnico, que arriesga su rutilante carrera en Memphis por pilotar a la selecci¨®n, que se emociona sin remedio ante el ¨¦xito de sus compa?eros como se vio ayer en el banquillo de Saitama. Gasol abri¨® a todos el camino de la NBA e hizo un gui?o a los jugadores espa?oles: es posible triunfar en el olimpo del baloncesto. Su ascendente es tal que hasta le han sobrado manos para pasearse sin muletas.
Con el oro al cuello, a los gestores del baloncesto espa?ol les toca ahora digerir de forma adecuada el colosal triunfo. Que no se repita el empacho de p¨²rpura que sufri¨® el baloncesto tras su ¨¦pica final ol¨ªmpica de 1984. Entonces, los directivos pensaron que todo el monte era or¨¦gano y que nada detendr¨ªa el auge de un deporte que se vio a la par del f¨²tbol y cometi¨® el error de creerse tan irreductible como aqu¨¦l. Pero el f¨²tbol, con todos sus vicios a cuestas, es un fen¨®meno planetario imparable y el baloncesto debe seguir su propio camino y tiene que reforzar una Liga cuyas audiencias televisivas son irrisorias. Por mucho que Espa?a ya no sea un monocultivo de f¨²tbol, ¨¦ste copa todas las portadas, con m¨¦ritos o sin ellos. No importa que entre los grandes futbolistas del planeta no haya un espa?ol. A cambio, soporta una presi¨®n medi¨¢tica muy superior. El baloncesto tiene menos grilletes y un amplio margen para invertir con acierto el gigantesco ¨¦xito de Jap¨®n, logrado adem¨¢s en un d¨ªa sin Liga de f¨²tbol, id¨®neo para que algunos amplifiquen la haza?a.
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